El líder de un grupo de mariachis que trabaja en Estados Unidos reconoció que los funerales y entierros han aliviado su crisis financiera, pero también les ha causado dolor ver cómo familias se despiden de sus seres queridos.
Ciudad de México, 27 de marzo (SinEmbargo).– La pandemia por la COVID-19 impactó negativamente el trabajo de los mariachis no sólo en México, sino también en el área de Los Ángeles, California, donde se concentra la comunidad de mexicanos migrantes más grande en Estados Unidos. Acostumbrados a amenizar bodas, XV años, serenatas y demás fiestas tradicionales de la cultura mexicana, hoy resisten la crisis laboral no cantando a la alegría sino a la tristeza: en velorios, misas y ceremonias de despedida para las víctimas del SARS-CoV-2, plantea un reportaje de la periodista Christina Morales, publicado por The New York Times.
La enfermedad ha impactado también a los músicos, ahora enmascarados por las medidas de seguridad, quienes han perdido a compañeros y amigos en esta pandemia, como es el caso de Jiménez, un “venerado” guitarrista que murió a los 58 años por el coronavirus, describe la periodista Morales en una pieza titulada “Los mariachis siguen, su música no se silencia por el virus o las muertes”.
En el funeral de Jiménez, cuyo deceso ocurrió en febrero pasado, sus amigos y discípulos más cercanos tocaron canciones de dolor y de despedida, como las tradicionales “Las Golondrinas”, e inclinaron la cabeza al tiempo de que el cuerpo pasaba en el cortejo. Esta ceremonia se ha repetido miles de veces en lo que va del año, dice Jesús Guzmán, director del Mariachi Los Camperos, allá en Los Ángeles. Pero presenciar y actuar en esos tristes eventos ha sido la tabla de salvación financiera para los músicos y sus familias, describe la reportera del diario neoyorquino.
En esa zona, y a lo largo de California, donde se ubican millones de mexicanos y latinos, además de un gran número de población afroamericana, estos grupos han sido los más afectados por la pandemia. De acuerdo con los datos de Morales, en el feroz ataque de la COVID durante el invierno pasado en el condado de Los Ángeles dos o tres veces más personas con estos orígenes que quienes pertenecen a la población blanca.
La historia, dice el reportaje de Christina Morales, se repite en otros sitios con grandes poblaciones latinas y los estudios revelan que son la población más vulnerable para enfermar y morir por el virus, debido a que en sus hogares están más hacinados, dependen del transporte público, su acceso a la atención médica es reducida y la mayoría hace labores donde tiene que estar en contacto con la gente.
En este contexto, los mariachis de California, pero también los de Texas y de Illinois, tres estados con alta concentración de mexicanos migrantes y mexicoamericanos, se han volcado en las canciones de dolor para salir avante de la crisis financiera, otros más se han organizado para apoyar a las familias con donaciones, como es el caso de Christian Chávez, secretario de la Organización de Mariachis Independientes de California, quien organiza entregas de despensas a músicos en serias dificultades, expone el reportaje del NYT.
Chávez describe a la periodista del Times que la crisis los ha llevado a tomar decisiones de enorme riesgo para llevar el pan a casa. Por ejemplo, trabajar en eventos donde la gente no traía tapabocas ni se preocupaba por el distanciamiento social.
El líder de los mariachis independientes en LA reconoce que los funerales y entierros ha aliviado su crisis financiera, pero también les ha abierto heridas por el dolor de las familias al despedir a sus seres queridos. A veces, esos momentos han sido tan devastadores que no me ha quedado más que darme vuelta y concentrarme en mi trompeta, le cuenta Chávez a la periodista.
“Cada vez que voy a trabajar, rezo para que sea uno de los afortunados de regresar a casa”, dice Chávez al NYT, y comenta que ahora participa en docenas de funerales, y en octubre pasado ese riesgo tuvo consecuencias: él y su familia se contagiaron del virus, y por fortuna salieron adelante.
Todos los trabajadores de las artes escénicas han luchado durante la pandemia, ya que el desempleo tuvo un fuerte impacto en ese sector, destaca la periodista Christina Morales. Pero los mariachis entrevistados en California e Illinois coinciden en que su música se convirtió en parte del ritual para aliviar el dolor de una población fuertemente afectada por la pandemia, y hoy alejada de las sonrisas, los gritos, el baile y la emoción que detonan sus acordes, expone la pieza de The New York Times.