Ciudad de México, 27 de marzo (SinEmbargo).- ¿Es probable que veamos a Gael García Bernal vestido y extraviado a la usanza de Tony Montana en Scarface, el filme que tan prodigiosamente interpretara en 1983 el legendario Al Pacino a las órdenes de Brian de Palma?
Es una especulación. Nadie ha hablado hasta el momento de algo semejante.
Sin embargo, la posibilidad de que eso suceda no resulta tan descabellada si se piensa que el rutilante protagonista de Amores Perros (Alejandro González Iñárritu), La mala educación (Pedro Almodóvar) y Diarios de Motocicletas (Walter Salles), entre otros, también lo fuera de No, el laureado filme del chileno Pablo Larraín.
Precisamente, el también director de Tony Manero y de la reciente El club, ganadora del Oso de Oro en La Berlinale, ha sido elegido después de muchas y largas negociaciones para realizar una nueva versión de Caracortada y reinventar el mito, resurgir a uno de los villanos más desquiciados de la historia del cine y de paso concretar la remake de la remake, porque en este caso siempre hay que recordar al filme homónimo de Howard Hawks, de 1932, que De Palma recreó cinco décadas después.
En la Scarface del siglo XXI se sabe que el protagonista de la producción de Universal Pictures será mexicano, buscará reinar en el mundo del narco de Los Ángeles, lo que sin duda representa un viraje interesante en la historia, puesto que en la de los ’80 Tony era un refugiado cubano (un “marielito) , emergido de la subcultura “gusana” afincada en Miami luego de que en la isla triunfara la revolución encabezada por Fidel Castro.
Jonathan Herman será el guionista en un filme que como en su predecesor dependerá en gran parte de su protagonista. De hecho, fue tan decisivo para Al Pacino, quien en este 2015 arribará a sus gloriosos 75 años de vida, que a menudo cuando se hace balance sobre su espectacular carrera cinematográfica no faltan los que dicen que en casi todos sus papeles se ha dedicado a recrear a aquel inolvidable y arrollador Tony Montana.
Ese tipo obsesivo y delirante, de traje blanco, camisas de seda abiertas hasta la mitad del pecho y que tan bien imitó el comediante George López en la gala donde Pacino fue bienvenido como miembro de la prestigiosa AFI, se ha grabado a fuego en las retinas de los cinéfilos de todo el mundo, por lo que quien sea el actor elegido para calzar sus ropas en la nueva versión, no lo tendrá nada fácil.
EL DESAFÍO DE PABLO LARRAÍN
Tampoco será todo coser y cantar para el cineasta chileno nacido en la capital, Santiago, el 19 de agosto de 1976 y quien luego de aspirar a un Oscar por No, se juega al todo por el todo en esta superproducción hollywoodense.
Larraín, que quedó con la responsabilidad luego de que David Yates, director de casi todas las películas de la saga juvenil Harry Potter, rechazara la oferta por estar participando de una nueva versión de Tarzán, viene de arrasar en la reciente Berlinale con la ya mencionada El club, película que explora en las dinámicas de un grupo de sacerdotes perdidos entre la pederastia y la corrupción dentro de la iglesia católica.
Tiene por ahora el visto bueno de Al Pacino, quien según la revista Variety levantó el pulgar y dijo: “Está bien. Parece interesante. Es parte de lo que hacemos. Reeditamos cosas”.
