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Los “felinos” devorán a las Águilas en “El Volcán”: Tigres 4-1 América

27/02/2016 - 9:50 pm

Es cierto que las Águilas terminaron zarandeadas en Monterrey pero también es cierto que numerosas incidencias torcieron el fluir normal de la historia. Sin embargo, y no habrán pocos que así lo proclamen, que la grandeza del América no admite explicaciones ante el bochorno.

Los Tigres perdían al 71' pero remontaron en tres minutos y finalmente golearon a las Águilas, que terminaron el partido con nueve jugadores. Foto: @ClubAmerica
Los Tigres perdían al 71′ pero remontaron en tres minutos y finalmente golearon a las Águilas, que terminaron el partido con nueve jugadores. Foto: @ClubAmerica

Ciudad de México, 27 de febrero (SinEmbargo/AS México).– El resultado causará escozor. Claro. Pero el fin de la crónica será apuntar los matices, los grises, los porqués. Porque es cierto que las Águilas terminaron zarandeadas en Monterrey pero también es cierto que numerosas incidencias torcieron el fluir normal de la historia. Sin embargo, y no habrán pocos que así lo proclamen, que la grandeza del América no admite explicaciones ante el bochorno. Se gana, se gana siempre. Lo contrario, sin importar nada, merece escarnio, trátese de quien se trate. Razón tendrán, también.

Vayamos al recuento de los daños. Felinos y azulcremas se cancelaron en el primer tiempo. El objeto inamovible contra la fuerza imparable. Un cabezazo amenazante de Andrade, una volea de media vuelta de Gignac, un intento de William, un tiro-centro de Aquino con intenciones pecaminosas. Poco más. Debimos saber que solo se habían reservado para el segundo vuelco. Estrategia: disimular, soportar.

Silbatazo del árbitro. Fuera corsés, fuera tapujos. Vaivén sin respiro. Gignac remató con la pelota en su tobillo hacia el banderín de córner y Nahuel Guzmán embolsó una roca lanzada por Andrade. Entonces, el partido dinamitó. Sambueza, quién si no, perforó el carril izquierdo, mandó de paseo a Jiménez, y puso en bandeja el gol a Moreno, quien fusiló a Guzmán con el pie derecho.

El gol hirió a las fieras de Ferretti. La zoología tiene un precepto: animal herido apela a su lado más salvaje para sortear toda amenaza. Damián Álvarez descoció a Paul Aguilar y, con disparo a primer poste, derrumbó la resistencia de Muñoz. Un aletear de mariposa después, Aguilar se marchaba a los vestidores y Juninho se aprestaba a disparar la pena máxima. ¿Qué pasó en medio? Una imagen nebulosa que nos ha llevado a examinar nuestros apuntes de anatomía: antebrazo-hombro-mano. A saber. Para Isaac Rojas no hubo dilema. Juninho firmó la remontada exprés.

Se soltó la tormenta. Y Gignac la volvió perfecta. Engañó a Aguilar (adentro-afuera-adónde) e hizo explotar el marco de Muñoz con un misil desde la frontal. Golazo con festejo saiyajín. El séptimo para el francés en el torneo. Y siguió el huracán. Sóbis, con la bazuca, puso el cuarto en la marquesina, con colaboración especial de Muñoz; colocado a primer poste, no atinó a atajar el impacto, o quizá ni lo vio. William Da Silva, presa del ofusco, también selló ante Rojas el salvocondcuto para huir del desastre. Roja y hasta pronto. Cuando el tifón amainó, Ambriz emergió del lodo y contempló la destrucción. 1-0 al 70′; 4-1 al 90′, expulsión mediante. Le vendrá una semana de labores de reconstrucción y terapia Gestalt. Y en la esfera mediática, tertulias dedicadas a él, el pan de cada semana.

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