Aunque los mexicanos han mostrado disciplina para cumplir las restricciones, aún hay viajeros que chocan con las sorpresas de los nuevos requisitos.
Por Pedro Pablo Cortés
México, 27 enero (EFE).- Los viajeros mexicanos superan la turbulencia inicial de las nuevas medidas sanitarias que afrontan para volar a Estados Unidos y a países de la Unión Europea (UE), como España, mientras el Gobierno aún mantiene una política de fronteras abiertas.
Mario Ruiz, con un viaje a Miami para el 13 de febrero, llegó este miércoles al Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (AICM) para buscar información tras enterarse de las restricciones de la nueva Administración de Washington, que exige una prueba negativa tomada hasta 72 horas antes de llegar.
“Finalmente ellos están cuidando a su país, es lo que tienen que hacer, como Gobierno tienen que cuidar a su país de gente que pueda llegar infectada, es una buena medida”, indicó el hombre.
Ruiz acudió al nuevo módulo de la Clínica del Viajero que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) colocó en la terminal 1 del AICM para pruebas de COVID-19.
Ahí, un examen de antígenos con un resultado en 15 minutos cuesta 680 pesos (unos 34 dólares), mientras que el precio del PCR es de dos mil 500 pesos (cerca de 125 dólares) con un tiempo de espera de 24 horas.
“La verdad está muy bien porque me dicen que el mismo día puedo venir, y ese mismo día me dan mi constancia, con la que puedo viajar”, opinó Ruiz.
CAOS INICIAL
Aunque los mexicanos han mostrado disciplina para cumplir las restricciones, aún hay viajeros que chocan con las sorpresas de los nuevos requisitos.
Joaquina González, una mujer mayor con un vuelo vespertino a Texas para visitar a su hermana, acudió a la Clínica del Viajero porque la aerolínea no aceptó otro análisis que se había hecho.
“La prueba que me hicieron ahorita está bien”, relata. “Es para estar seguro uno”, añade.
México y Estados Unidos suspendieron los cruces no esenciales en su frontera común desde el 21 de marzo pasado, pero acordaron permitir los vuelos y el tránsito terrestre por razones comerciales, educativas o médicas.
Pero a su llegada a la Casa Blanca, hace una semana, el nuevo Presidente Joe Biden endureció las medidas para exigir una prueba negativa y recomendar un aislamiento preventivo a quien ingrese a Estados Unidos.
Tras unos primeros días en los que viajeros perdieron sus vuelos por no cumplir las nuevas restricciones, el Gobierno de México prometió dialogar con Washington por las afectaciones que representa para el país, donde 90.4 por ciento de la cuota de mercado de turismo internacional es de Norteamérica.
“Afecta en gran parte al turismo tanto que va a los Estados Unidos como el turismo que nosotros recibimos aquí en la Ciudad de México y en los otros aeropuertos internacionales que tenemos en el país”, reconoció Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, en la rueda de prensa matutina.
PANDEMIA SIN CONTROL
Las nuevas restricciones ocurren mientras México afronta la etapa más crítica de la pandemia, con más de 150 mil muertes y casi 1.8 millones de casos confirmados.
México se consolidó como el tercer país más visitado del mundo en 2020, en parte porque nunca impuso medidas sanitarias a turistas, descartó las cuarentenas obligatorias y no suspendió vuelos comerciales con ningún país.
Sánchez Cordero, quien está supliendo en las ruedas de prensa al Presidente Andrés Manuel López Obrador por su contagio de COVID-19, evadió responder si México analiza medidas similares a las de Estados Unidos.
El viajero Jaime Cantú, con un vuelo programado para Estados Unidos, lamentó que el Gobierno mexicano no endurezca la vigilancia sanitaria.
“Yo creo que está mal. Eso tenían que haberlo implementado también y, de hecho, ahorita más por lo que se oye en las noticias”, expresó Cantú al referirse a las nuevas variantes del coronavirus.
Sin embargo, los viajeros coincidieron en que ningún país de los que exigen nuevas pruebas de COVID-19 a los mexicanos puede presumir ser ejemplo de gestión de la pandemia.
“En todos lados sabemos que sí está fuerte, no creo que en ningún lado esté controlado, desgraciadamente cada gobierno es diferente y toman medidas muy diferentes, pues aquí el problema es precisamente que no hay un control básico”, concluyó Cantú.