Mientras los gobiernos parecen incapaces de colaborar, el crimen organizado está forjando nuevas alianzas y acuerdos en todo el mundo. Estos nuevos niveles de cooperación por parte de mafias internacionales son fundamentales en un panorama criminal cada vez más y más fragmentado, donde redes de menor tamaño asumen la carga tras la desaparición de estructuras con jerarquías verticales.
Organismos regionales latinoamericanos, como la Organización de Estados Americanos (OEA), han sido incapaces de construir consenso para responder a las amenazas regionales, la más grave de las cuales es de lejos el crimen organizado.
Por Jeremy McDermott y Steven Dudley
Ciudad de México, 27 de enero (InsightCrime).- Fue un año de conmociones políticas, agravadas en parte por el crimen organizado y su arma preferida: la corrupción. La región pareció dar un paso atrás en el año, con el resurgimiento de estructuras y dinámicas criminales que se pensaba relegadas al pasado y el estancamiento de las respuestas de los estados nacionales. El año 2020 promete aún más oportunidades para el mundo criminal. He aquí diez.
1. En 2020, los grupos criminales seguirán promoviendo y beneficiándose del caos político. El crimen organizado no ve más que oportunidades en los disturbios civiles y el caos político como el que dominó a Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Haití, Nicaragua, Perú y Venezuela en 2019. Este caos distrae y divide a los gobiernos de la lucha contra el crimen, a los que deja un amplio margen de maniobra. El caos también minimiza la cooperación regional.
El crimen organizado es la causa de muchas de las quejas de quienes participaron en protestas en toda la región. Con mucha frecuencia, la criminalidad hace parte integral de esquemas de corrupción y del entorpecimiento sistemático de la justicia, genera homicidios e inseguridad, y es responsable de muchos de los peores abusos contra los derechos humanos. Una de las razones detrás de la percepción de que la democracia no puede resolver los problemas de la región es que el crimen organizado y sus aliados en las élites han deteriorado muchas de las instituciones democráticas y se han asegurado de que queden imposibilitadas para llevar a cabo su trabajo de manera efectiva.
2. La cooperación regional e internacional en la lucha contra el crimen organizado se reducirá aún más. Estados Unidos, que para bien o para mal siempre mantuvo una actitud vigilante frente a las amenazas del crimen organizado transnacional (COT) a nivel regional, ya no tiene la misma participación en Latinoamérica y el Caribe. Sin hablar de la migración y de Venezuela, ha habido un recorte de la ayuda y de la atención estadounidense en muchos lugares de la región. En resumen, el tema de una respuesta regional frente al tráfico de droga ha caído muy abajo en la lista de las prioridades de Washington.
Organismos regionales latinoamericanos, como la Organización de Estados Americanos (OEA), han sido incapaces de construir consenso para responder a las amenazas regionales, la más grave de las cuales es de lejos el crimen organizado. Solo la situación de Venezuela ha logrado unir a buena parte de la región, con la creación del Grupo de Lima, en 2017, que ha pretendido garantizar una salida pacífica a esa crisis perpetua y generalizada. Eso, sin embargo, no se ha traducido en atención a las amenazas criminales que presenta la situación venezolana.
3. El crimen organizado cobrará una dimensión más transnacional, global y cooperativa durante 2020. Mientras los gobiernos parecen incapaces de colaborar, el crimen organizado está forjando nuevas alianzas y acuerdos en todo el mundo. Estos nuevos niveles de cooperación por parte de mafias internacionales son fundamentales en un panorama criminal cada vez más y más fragmentado, donde redes de menor tamaño asumen la carga tras la desaparición de estructuras con jerarquías verticales. Las redes criminales que trasiegan cocaína, personas y oro en todo el mundo están más compartimentadas, pero también son extremadamente ágiles. El rol de los intermediarios, capaces de conectar diferentes mafias y nacionalidades criminales, es vital para entender esta creciente cooperación criminal.
4. El año 2020 tendrá una mayor diversificación de mercados para las mafias del crimen organizado latinoamericano, comenzando con los mercados de drogas en Latinoamérica y el Caribe. El principal motor es la cocaína, pero la marihuana, la heroína y las drogas sintéticas también exhibirán mayor producción (y consumo) en la región. El mercado estadounidense sigue siendo el más grande del mundo, seguido de Brasil, que es también el principal país de tránsito para la cocaína en dirección a Europa.
El mercado europeo se está expandiendo, especialmente desde la entrada al mercado de organizaciones criminales de Serbia, Albania y Rusia y que, en algunos casos, están disputando con mafias tradicionales de Italia (en particular la ‘Ndrangheta) el puesto de principales proveedores de cocaína en Europa. Hay un agresivo desarrollo de nuevos mercados, especialmente en zonas de Asia y Oceanía. Fuentes en el hampa han dicho a InSight Crime que China está cobrando importancia para los colombianos, pero no hay mucha información desde el gigante asiático a este respecto y es aún menor la disposición del gobierno a discutirlo abiertamente. Con el crecimiento del mercado de la cocaína, también crece la influencia del crimen organizado latinoamericano, a la par que su sofisticación. Los grupos colombianos aún parecen mantener la delantera en este aspecto.
5. La producción de cocaína mantendrá sus actuales niveles de producción durante 2020, generando ganancias récord para el crimen organizado latinoamericano. Aunque se prevé una caída de la producción en Colombia, pues el presidente Iván Duque, presionado por Estados Unidos, ha intensificado la erradicación de cultivos, el caos político en los otros dos países productores, Perú y Bolivia, seguramente compensará. La cocaína sigue siendo la economía criminal más importante en Latinoamérica, aunque la minería ilegal del oro está acortando la brecha. Aun así, el tráfico de cocaína es el que ha impulsado históricamente a las mafias criminales a las grandes ligas y les ha permitido protagonizar algunos de los ataques más directos a la gobernanza, mientras agrava la corrupción y la violencia. Y la creciente sofisticación del crimen organizado latinoamericano sigue alimentándose de la reciente bonanza de la cocaína.
6. Venezuela seguirá creciendo en importancia como eje regional del crimen. La más grande crisis humanitaria en la región avanza a pasos acelerados a convertirse en una crisis criminal, mientras el vacío dejado por un gobierno central debilitado y fracturado está siendo llenado por una serie de feudos criminales dirigidos por elementos politizados y actores armados paraestatales, como los “colectivos”.
Debido a la participación estatal en el tráfico de cocaína, la circulación de oro ilegal y el tráfico de personas, Venezuela no solo se ha convertido en un país de tránsito importante para la cocaína, sino que ahora también exporta criminalidad, que se alimenta de la creciente diáspora de desesperados que huyen en desbandada del colapso económico. Casi cinco millones de venezolanos han dejado el país; muchos suministran a las agrupaciones criminales venezolanas contactos y una creciente mano de obra en toda la región. Y ahora liderado por las “megabandas” (agrupaciones con más de 100 integrantes), como el “Tren de Aragua”, el crimen organizado venezolano está dando el paso al escenario transnacional.
El crimen organizado también ha ayudado a apuntalar al Presidente Nicolás Maduro, a quien ayudó a reforzar su posición en 2019, aun con el golpe de las sanciones estadounidenses y el agravamiento de la contracción económica. Aunque parte de esto se debió sin duda a la ayuda de Rusia en la venta de petróleo -que permitió al régimen burlar las sanciones estadounidenses– y la dolarización de parte de la economía -que permitió bajar la inflación-, el gobierno también vendió toneladas de oro en los mercados internacionales y se benefició del paso por su territorio de cientos de toneladas de cocaína. Las dos últimas economías criminales -oro y cocaína- proveyeron al gobierno y a elementos del régimen de la divisa fuerte que tanto necesitaban y mantuvieron la lealtad de las élites políticas y militares. Así, parece probable que el actual régimen se mantenga en el poder por el momento y que la participación de Venezuela como centro criminal continúe.
7. El Caribe seguirá su resurgimiento como zona de tránsito para el COT. El crimen organizado sigue la vía de menor resistencia. Durante las dos últimas décadas, los principales flujos de cocaína se movieron por Centroamérica o saltaron a la costa Pacífica para entrar a México y luego cruzar la frontera. El Caribe, que en el tiempo de Pablo Escobar fue la principal plataforma de narcóticos hacia Estados Unidos, fue quedando cada vez más lejos de la mirada criminal. Eso está cambiando muy rápido. Hay varios factores detrás del resurgimiento de las rutas caribeñas.
Venezuela es el primero. La resistencia al tráfico de cocaína vía Venezuela es casi inexistente, y cada semana salen del litoral venezolano hasta 20 lanchas rápidas, cargadas con 400 kilos a 1.2 toneladas de narcóticos. Gran parte de eso ahora se dirige a Europa, atravesando las muchas islas del Caribe que hacen parte del Reino Unido, Francia o los Países Bajos, o se carga en contenedores en los principales puertos del Caribe, en República Dominicana y Jamaica. Otros cargamentos usan la seguridad de las aguas venezolanas para desplazarse a lo largo de la costa hasta Guyana o Surinam para cruzar el Atlántico hasta el oeste o norte de África, antes de enfilar rumbo a Europa. Incluso los narcosubmarinos ahora parecen estar haciendo el recorrido transatlántico, llevando cargas de varias toneladas. También contribuye al resurgimiento de la ruta del Caribe el creciente rol del hampa dominicano como proveedor del mercado estadounidense de drogas.
8. El oro seguirá en su podio de campeón criminal, superado solo por los narcóticos. Desde hace un tiempo ha habido una afluencia importante de recursos para los grupos armados en Colombia, pues guerrillas y paramilitares cobran impuestos sobre la minería formal e informal en sus zonas de influencia. Pero en Perú, Ecuador, Bolivia y Brasil, se observa una evolución de mafias mineras especializadas que identifican los depósitos de oro, por lo general aluvial, e introducen dragas y maquinaria pesada, lo que rápidamente deja al descubierto todo el metal fácilmente obtenible, dejando tras de sí un paisaje lunar y envenenamiento con mercurio.
El oro se ha convertido en una de los salvavidas del gobierno venezolano; tal parece que eso se mantendrá e incluso será más evidente en 2020, cuando prevemos habrá un mayor involucramiento del ejército venezolano con las mafias locales y con agrupaciones criminales colombianas como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las ex-FARC Mafia (disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
9. El crimen organizado será un motor de destrucción ambiental y cambio climático durante 2020. Ya mencionamos que las mafias mineras esparcen mercurio y contaminan grandes extensiones de tierra en Colombia, Brasil, Perú, Bolivia y Ecuador. A esto se suma la deforestación de la que es objeto la cuenca Amazónica y otras selvas lluviosas tropicales. Parte de eso es resultado de la búsqueda, por parte de los taladores ilegales, de maderas finas muy codiciadas para la fabricación de instrumentos o muebles; parte es la limpieza de terrenos para pastoreo de ganado, siembra de soja y, especialmente en Colombia, la deforestación de los cocaleros para sembrar coca y otros cultivos de alcaloides. Frente a la gran probabilidad de que Colombia reinicie la aspersión aérea de cultivos de coca en 2020, es de esperar que la devastación ecológica se extienda. Centroamérica tampoco se libra de esta dinámica.
También es relevante el tráfico de vida silvestre, que diezma de manera sistemática varias especies. Las aletas de tiburón, las garras y dientes de los grandes felinos, guacamayas y otras aves exóticas son solo algunas arrebatadas de su hábitat.
10. Para terminar, pero sin duda no para olvidar, la alianza entre las élites y el crimen organizado, que está en la base de gran parte de los males de la región, mantendrá su avance en 2020, quizás libre de la presión que históricamente ejerció Estados Unidos. Durante los últimos 50 años, el crimen organizado ha financiado campañas políticas, hasta llegar a un punto en muchos países donde es imposible separar el dinero legal del sucio. El escándalo en el que se vio envuelta la familia del Presidente hondureño mostró esto de manera cruda, pues el narcotráfico penetró los escalones más altos del poder. Pese a ello, desde que el presidente Juan Orlando Hernández firmó un tratado para impedir la migración pocas preguntas incómodas han salido de Washington.
A InSight Crime se nos acusa de ser pesimistas, y a decir verdad, después de estudiar el crimen organizado en el continente americano durante la última década, y ver cómo a lo largo de ese tiempo ha aumentado sus rentas y crecido en sofisticación, no encontramos mucho espacio para el optimismo. En 2020, el campo de juego se inclina de nuevo a favor de los criminales.