FridaGuerrera
27/01/2018 - 12:03 am
Estephanie Rubí tenía 13 años cuando fue asesinada
Estephanie Rubí Estrada Garibay,estudiaba segundo año de secundaria, tenía uno de los mejores promedios de la escuela secundaria técnica 102, durante los meses de diciembre y enero reunía, juguetes, abrigos, cobijas, hacía piñatas que llevaba a regalar para quienes lo necesitaran en los albergues de Uruapan, siempre pensaba en los niños que tenían frío en esos días.
“No son las catástrofes, los asesinatos, las muertes, las enfermedades las que nos envejecen y nos matan; es la manera como los demás miran y ríen y suben las escalinatas del bus”
— Virginia Woolf
Luis Alberto Hurtado Mora ya había decidido violar y asesinar a Estephanie Rubí Estrada Garibay aquel 19 de abril de 2017. Fue el día en que eligió Uruapan, Michoacán, para hacerlo. Un día antes estuvo enviándole mensajes para que se presentara a trabajar. La niña acaba de estar de vacaciones de Semana Santa; había entrado a trabajar a la purificadora de agua –que se encontraba a solo tres cuadras de su casa– donde Luis Alberto era el encargado. Claudia Garibay Huitzaca, madre de Rubí, permitió que la menor trabajara para que supiera que ganarse la vida como empleada. No era sencillo. Además ya estaba grandecita y el lugar estaba muy cerca de casa. Ése miércoles, la niña tomó su licuado y salió de su domicilio rumbo a su trabajo. Había que llegar temprano. Luis Alberto le había pedido que, aunque ya no trabajará ahí. fuera a apoyarle. Ésas eran las instrucciones que Luis Alberto, de 37 años, le había dado.
Ya en la puerta, Rubí se regresó y le dijo a Claudia, su madre: “Te amo”.
Y esa fue la última vez que su madre la vio con vida.
Estephanie Rubí tenía trece años. Nació el 2 de junio de 2003, en Uruapan, Michoacán. Era la hija mayor de Claudia Garibay Huitzaca. Cuando Rubí nació, su padre decidió alejarse. Claudia fue madre soltera; tenía 16 años y mucho miedo cuando la bebé llego a su vida. Pero eso también la impulsó a estudiar y trabajar para darle a su nena lo que necesitara, sin tener que estirarle la mano a nadie.
La hora de llegada de Rubí a casa era a las catorce horas. Al ver que eran las catorce treinta, la madre, ya preocupada, se dirigió a la purificadora. Al preguntar por Rubí le hicieron saber que la niña nunca llegó. Y que Luis Alberto ya no trabajaba en el lugar. Se dirigió nuevamente a su casa, le llamó vía telefónica a Luis Alberto, le hizo saber que la niña “estaba en el cine”. La madre insistió en que le dijera la verdad; el hombre le dijo que la niña le había pedido que le mandará esos mensajes para poder salir de casa.
Claudia no le creyó y le increpó. No era posible, le dijo, que un hombre adulto se prestara a ese tipo de juegos. Las horas pasaban y su hija mayor no llegaba a casa. Entonces se dirigió a la Agencia del Ministerio Público de Uruapan a poner la denuncia por la desaparición. La respuesta de los agentes del Ministerio Público en el lugar fue la misma que la mayoría de las madres reciben en todo el país: le preguntaron que cuantos años tenía la niña.
–Trece –contestó Claudia.
Su respuesta fue:
–A esa edad, las niñas se van de sus casas con los novios o porque están embarazadas. Va a ver que al rato regresa.
La madre desesperada tenía que dejar que pasaran 48 horas para que le fuera tomada la denuncia. Claudia se mantuvo despierta toda la noche, no había manera de llamarle a la niña porque no tenía celular; lo había dejado en casa.
El 20 de abril, la hermana de Claudia llegó a casa en compañía de una amiga, una regidora del municipio. Al ver la falta de seriedad de las autoridades ante la desaparición de la pequeña, la regidora acompañó a la joven madre a poner nuevamente la denuncia. Gracias a la presión que ejerció la funcionaria, la denuncia fue tomada. Claudia se encontraba ya frente al Ministerio Público. Durante todo el día, luego de preguntarle si traía consigo una foto de Rubí y mostrárselas, los agentes se hablaron con claves. En ese momento la pasaron con el Fiscal regional de Uruapan, luego a otra oficina, después a la oficina de desaparecidos sin decirle nada, sin explicación alguna.
“Me preguntaron si mi hija usaba collares. Conteste que sí. Me mostraron uno de estrella de mar y lo reconocí: era de mi Rubí. En cuanto dije que sí, me pasaron con la psicóloga. No entendía qué pasaba, por qué me hacían tantas preguntas, por qué tantos misterios. Y sin decirme más, la psicóloga me respondió:
“–Ah, ¿no quiere rodeos? Bueno, le diré que encontramos en el río un cuerpo de una chica con las características de su hija y debe de verlo. ¿Está preparada para hacerlo?
“¿Cómo iba a estarlo? Sentí que la sangre se me heló entre las venas. Salí de esa oficina y vi a mi madre y mi hermana salir de otra oficina. Estaban llorando. Mi hermana me miró, y agacho la cabeza. Ahí supe que sí era Rubí”.
El cuerpo de la pequeña Rubí, de tan solo 13 años, fue encontrado en el río Cupatitzio, atorado en una piedra, a 20 metros de unas compuertas que destrozan todo lo que el agua lleva. Si no se hubiera atorado ahí, nunca la habrían encontrado. La pequeña había sido estrangulada; tenía un calcetín amarillo en la boca. Fue violada anal y vaginalmente.
Claudia nos hizo saber que las investigaciones de las autoridades señalaron a Luis Alberto Hurtado Mora de 37 años como principal sospechoso. Obtuvieron los datos del domicilio y el sujeto ya no se encontraba en el lugar. La policía realizó el cateo correspondiente al cuarto y sólo encontró, en el colchón, cabellos de Rubí, fotografías de la niña y de Claudia, y muchas pequeñas cosas más, como ropa interior de niñitas. Además, un ticket de una tienda comercial con una recarga hecha a las quince horas con treinta y cinco minutos del 19 de abril, día en que desapareció la niña. Se dirigieron a la tienda y solicitaron los vídeos de las cámaras de vigilancia en donde se pudo observar la llegada del vehículo de Luis Hurtado y a Rubí de copiloto. La pequeña, detalla Claudia, se veía como dormida. El individuo bajó del vehículo. Realizó la recarga y se alejó nuevamente en el vehículo.
A un mes del ataque de la pequeña, el presunto responsable fue detenido gracias a una denuncia anónima. Luis Alberto Hurtado Mora fue vinculado a proceso abreviado por el feminicidio de la pequeña Rubí, dentro de la causa penal 00066/2017 por el hecho que la ley señala como delito de “homicidio calificado”.
El 16 de octubre de 2017 se llevó a cabo la última audiencia ante el Licenciado Eduardo Ruíz. Ahí, finalmente, el juez de Control y Enjuiciamiento del Sistema de Justicia Penal, Acusatorio y Oral, Región Uruapan emitió un fallo condenatorio. Fue condenado a pasar catorce años de prisión y la reparación del daño fue por cien mil pesos.
La Procuraduría General de Justicia del Estado dio a conocer durante la detención del sujeto que el sentenciado estaba involucrado como presunto responsable del feminicidio de Elizabeth Pascual Sánchez, de 19 años, la cual fue desaparecida y su cuerpo fue hallado en un hotel de Hermosillo, en el Estado de Sonora, el 28 de marzo de 2012. El sujeto que se registró en el hotel lo hizo con el nombre de Luis Alberto Hurtado, de 32 años. El presunto responsable del feminicidio de Elizabeth nunca fue detenido: el sujeto se refugió en Uruapan, donde por segunda ocasión arrebató una vida. Ahora, fue la de Rubí.
Estephanie Rubí Estrada Garibay estudiaba segundo año de secundaria. Tenía uno de los mejores promedios de la escuela secundaria técnica 102.
Durante los meses de diciembre y enero reunía juguetes, abrigos, cobijas. Hacía piñatas, que llevaba a regalar a quienes lo necesitaran en los albergues de Uruapan. Siempre pensaba en los niños que tenían frío en esos días…
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@FridaGuerrera
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