La semana que recién terminó vimos al Presidente Peña Nieto y a parte de su equipo asistiendo a la cumbre económica que se celebra anualmente en la ciudad suiza de Davos. Lo cierto es que el mandatario mexicano gozó de importantes espacios para hacer oír su mensaje, en donde se dedicó a publicitar las bondades de las reformas estructurales recientemente aprobadas y el (supuesto) futuro promisorio del país.
Es decir, salió a vender –una vez más— lo que se ha calificado como el mexican moment.
En este sentido hay que reconocerle al menos dos cosas al actual gobierno. Primero, supieron implementar una estrategia de comunicación diferente y lograron cambiar el foco de atención internacional. Se pasó de las noticias de muertes y asesinatos y de la discusión sobre si México era un estado fallido, a hablar del tigre azteca.
En segundo lugar, es indudable que el presidente y su equipo han sido negociadores muy hábiles: lograron convencer a la oposición –ya sea al PAN, al PRD o a ambos— para aprobar una serie de reformas de gran calado, que durante los últimos quince años no se habían podido destrabar.
Dicho esto, ahora la administración peñista debe enfrentar un escenario diferente. Todavía queda por hacer una buena parte de la legislación secundaria que reglamenta las reformas constitucionales (por ejemplo, en materia energética o de telecomunicaciones). Sin embargo ahora se enfrenta al momento de gobernar, cosa que ha hecho poco durante los casi catorce meses que lleva en el poder.
Durante el arranque de su mandato, el presidente se enfocó en las grandes reformas y en lo demás simplemente se dejó llevar por la inercia. El magro crecimiento económico del 2013 es una prueba de ello.
Ahora toca entrar de lleno a gobernar: ello implica implementar las reformas así como el programa de gobierno, de administrar el día a día de un Estado que está lejos de ser eficiente.
Este año –el 2014— representa el momento de ver las capacidades reales de la administración peñista, más allá del discurso y toda la propaganda oficial. Veremos de qué están hechos.
Las elecciones de 2015 están a la vuelta de la esquina.
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