Bitácora de un debutante. Día 11...

19/06/2012 - 12:00 am

Dice Andrés Manuel: “Yo siempre pienso en el voto razonado. Yo creo que los ciudadanos van a tener todos los elementos y van a elegir bien. Yo creo en la gente, yo creo en el pueblo… no los considero menores de edad y la gente va a saber decidir”.

Primero, no sé si AMLO tiene suficiente autoridad para hablar sobre acciones razonadas, y él podrá confiar en los ciudadanos pero los ciudadanos difícilmente confían en los políticos.

Y sobre el voto razonado, aquí van unos botones de muestra.

Ayer estuve en casa de mi abuela, con ella y una tía. Son amigas de un candidato que está contendiendo por un puesto de elección popular en estas elecciones. Las dos van a votar por él. Ha estado en varios eventos de la familia, les parece que es siempre muy amable y muy educado. Ya tuvo alguna vez un cargo importante en el gobierno, no saben si robó o si su desempeño fue bueno, pero en el trato personal parece ser un buen tipo. A lo mejor otros candidatos de otros partidos pudieran ser mejores que éste, pero tienen simpatía por éste; sería impensable no elegirlo y preferir a un desconocido. ¿Es este un voto razonado? Yo creo que no, pero me parece natural y comprensible.

Este candidato tiene un hermano y su hermano tiene un rancho; tiene una empleada doméstica y cuando vino Enrique Peña Nieto a Querétaro le dijo a su empleada que juntara a todas sus amigas de la ranchería y se fueran a ver a Peña Nieto. Regresaron todas ellas con una camiseta y una cachucha de EPN. Más importante aún, regresaron con la convicción de que lo elegirían a él como Presidente. Razones: “Está guapo, habló muy bien y dijo cosas muy buenas.” ¿A qué cosas muy buenas se referían? No tenían una respuesta muy clara. ¡Entonces no es mentira que hay quien va a votar por Peña porque es guapo! ¿Es este un voto razonado? Creo que aquí sí no hay debate: no lo es. Si se trata de ver guapos, se pone el “Canal de las estrellas” y ¡listo!

A mí por ejemplo, “El Peje” me cae bien porque es muy dicharachero y “campechano”. Josefina me parece falsa y sobreactuada. Si México entrara en una crisis económica terrible, preferiría prender la tele y recibir la noticia de “El Peje” que de Josefina. Si la recibiera de AMLO, estaría recibiendo una mala noticia de un personaje agradable y estoy seguro que mi juicio sería más benévolo, pensaría que seguro hizo lo mejor que pudo y que la crisis no fue su culpa, todo porque siento una simpatía humana hacia él. Si recibiera la noticia de Josefina, entonces me parecería doblemente desagradable, y no sólo eso, pensaría que es tan falsa que algo más me oculta y que la crisis es más grave de lo que dice. ¿Josefina es falsa o me parece falsa? No lo sé, son juicios que hago y que soy consciente que no deben definir mi voto, pero no olvidemos que hay gente que va a votar a EPN porque es guapo. ¿Sería un voto razonado elegir a un “campechano” sobre una falsa? Creo que no.

Voy al DF el fin de semana y me dicen que si salgo de noche tome un taxi de sitio. El de sitio cobra 150 pesos, paro a uno de la calle y me cobra 100, miro al taxista y parece ser buen tipo; me subo con él. Voy a un pueblo turístico y un vendedor muy simpático me saluda mientras tomo un café, y me dice que cuando termine lo acompañe a ver su tienda. Termino y lo acompaño. Si el taxista hubiera tenido cara de malhechor, o el vendedor de robachicos, no hubiera ido con ellos. ¿Cómo es la cara de un malhechor o de un robachicos? No lo sé. ¿Tomar un taxi en una situación peligrosa porque el conductor parece amable es una decisión razonada? Creo que no.

¿Qué cara debe tener el Presidente de México? La respuesta aceptada sería que no importa la cara que tenga, nos gustaría pensar que eso no tiene valor en nuestra toma de decisiones, pero creo que en la política y en la vida diaria hay un factor humano instintivo que nos inspira confianza o desconfianza en otras personas, aún cuando podamos entender que es irracional; así funcionamos. ¿Razonar el voto es una decisión consciente? ¿Cómo eliminamos los inconscientes? Y lo peor de todo: partiendo de una desconfianza y un escepticismo casi absolutos en los candidatos, ¿tenemos elementos confiables verificables para razonar el voto?

Lo triste de las campañas en México es que el voto razonado parece consistir en hacer a un lado todas las propuestas, que nos suenan inverosímiles, y por contrario, basándonos en los medios informativos –en los cuáles confiamos también poco– tratar de conocer cuál de los candidatos parece ser el menos funesto o cuál tiene el expediente menos manchado.

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