Bitácora de un debutante. Día 17...

13/06/2012 - 12:00 am


Estuve en la marcha del domingo. Me pareció que la marcha destilaba un odio casi obsesivo a la trilogía Peña Nieto-PRI-Televisa. Lo que me pongo a pensar es que si la marcha y el movimiento presumen ser apartidistas, pero son tan marcadamente anti-Peña Nieto, esto tendrá que ser porque se le tiene miedo al viejo PRI y a este PRI que, aunque presume ser nuevo, es el mismo de antes. Vamos a asumir que Peña Nieto y su camarilla son unos pillos como esos de las películas que se juntan en un lugar oscuro, que caminan de puntitas y usan antifaces, o de los que usan trajes y en los despachos del gobierno se reparten el país como si fuera un pastel, y están dispuestos a quitar de en medio a cualquier que se oponga.

No se quiere regresar al PRI paternalista, clientelista, corrupto, autoritario, mentiroso, mal administrador, etcétera. Se tiene miedo de que Peña Nieto gane porque irremediablemente su llegada al poder supone la vuelta al poder de todos esos vicios y desagradables prácticas. Se marcha para que no gane pero, ¿qué pasa si el pueblo lo elige y gana? ¿Dónde está escrito que si gana la vuelta de todos esos vicios y corruptelas es inevitable y que de haberlas quedarán impunes una vez cometidas? Creo que en el único lugar en que está escrito es en la mente de la gente, en una mentalidad de resignación e impotencia absoluta ante el poder, ¿dónde si no?

Si gana Peña Nieto y vuelve el viejo PRI o gane quien gane, ¿no se puede seguir marchando día tras día en una marcha vigilante? ¿No podemos seguirle cada paso al gobierno y fiscalizarlo para que esos temores y esas amenazas de la vuelta o perpetuación de los vicios no se vean cumplidos ante un pueblo derrotado y espectador? ¿Es ésta la revolución que el #YoSoy132 anuncia que habrá en caso de imposición?

Yo creo que el problema no es que vuelva el viejo PRI, el problema es que el viejo PRI vuelva al gobierno y se encuentre con el viejo México: el pasivo, abnegado y vencido.

SOBRE CÓMO INFILTRAR UNA MARCHA

Me habían dicho que en la marcha podían haber “infiltrados” o “polizones”. ¿Qué forma tendrían? ¿Con qué aspecto se presentarían?, me pregunté.

Mi propósito era asistir a la marcha como testigo y tomar algunas notas sobre lo que viera ahí. Terminé caminando todo Paseo de la Reforma junto a una niña de Bélgica; me olvidé del sol, las pancartas, los gritos y consignas. Mi consejo para Peña Nieto es que si quiere restar protestantes a la siguiente marcha, lo que debe de hacer es mandar traer montones de niñas de Bélgica como ésta de la que hablo e infiltrarlas en el colectivo. Me imagino que esto debe ser bastante caro, pero estoy seguro que él tiene presupuesto para esto y más. Yo pienso que cualquier hombre que se considere sensato abandonaría los gritos de “No vine por mi torta, vine por mis huevos”, y se ocuparía de escuchar y tratar de ser simpático con las niñas de Bélgica. Unos se irían sentando en una banca, bajo un árbol, perdiéndose por otras calles o tal vez terminarían pedaleando en un cisne de plástico sobre algún cuerpo de agua verdusco, y así la marcha comenzaría poco a poco a despoblarse.

Bueno, me olvidé un poco de ser testigo, pero me hice partícipe de la vida misma; de las sonrisas de Bélgica.

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