Rubén Martín
26/12/2021 - 12:03 am
Boric y el estallido social
La formación y experiencia política de Boric viene de la lucha estudiantil.
El triunfo de Gabriel Boric Font por amplio margen del candidato de la ultraderecha, José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile 19 de diciembre, ha generado expectativas sobre un renovado ciclo de gobiernos de izquierda en América Latina, al tiempo que varios opinadores y analistas se preguntan sobre el tipo de izquierda que representa en joven presidente electo chileno.
Nacido el 11 de febrero de 1986, en Punta Arenas, en el sur chileno de la región de Magallanes, Boric Font debe sus apellidos a una familia paternas de ascendencia croata que llegó al sur de Chile a fines del siglo XIX y una familia materna catalana, con cierta holgura económica y políticamente situada al centro. Si bien no militaron contra la dictadura que impuso Augusto Pinochet en septiembre de 1973, la familia de Boric no respaldaba al gobierno pinochetista.
Boric estudio educación básica y media en un colegio privado de Punta Arenas y fue ahí donde empezó a interesarse en la política y en particular por la ideología de izquierda. En la escuela secundaria Gabriel Boric intentó incorporarse al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) una de las organizaciones que en la década de 1970 apostó por un cambio social radical en Chile mediante la lucha armada. Según el perfil del nuevo presidente electo del New York Times, nadie respondió en el MIR la solicitud de Boric para incorporarse al MIR, pero el episodio mostró sus inclinaciones políticas.
La formación y experiencia política de Boric viene de la lucha estudiantil. En Punta Arenas trabajó en la refundación de la Federación de Estudiantes Secundarios, y posteriormente se trasladó a Santiago, para estudiar derecho en la Universidad de Chile. Ahí se incorporó a la organización Izquierda Autónoma.
El movimiento estudiantil es uno de sujetos más importantes de las movilizaciones sociales en Chile con grandes movilizaciones en 2005-2006 (“la revolución de los pingüinos”), 2011-2012 y 2018 y 2019. Gabriel Boric fue uno de los dirigentes más visibles del movimiento estudiantil de 2011 que exigía una demanda aparentemente sencilla: “Educación pública y de calidad; fin del lucro”. En 2011 Boric fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes de Chile (FECh) y uno de los voceros principales de la Confederación de Estudiantes de Chile.
Dos años después de la protesta estudiante, Boric se postuló como candidato a diputado independiente por su distrito, derrotando a los partidos tradicionales de la derecha e izquierda que mantenían el pacto post Pinochet, aunque ya militaba en la Izquierda Autónoma. En mayo de 2016 fue reelecto como legislador independiente nuevamente y tres años después en el estallido social que surgió en Chile en octubre de 2019, Boric fue uno de los diputados que cuestionaban la represión y el estado de excepción ordenado por el presidente Sebastián Piñera.
Como se recuerda, el estallido social surgió, como surgen otras rebeliones y revoluciones, a partir de un hecho aparentemente intrascendente: el alza en el incremento de la tarifa del metro de Santiago. El 18 de octubre de 2019, unas estudiantes de secundaria empezaron a saltarse los torniquetes de acceso al metro, al grito de “evadir, no pagar, otra forma de luchar”. Este acto de rebeldía aparentemente pequeño desató una potencia política de tal envergadura que una semana después convocó a una huelga nacional que se convirtió en la movilización social más grande de la historia de Chile.
A partir de esa jornada de protesta, hubo movilizaciones cotidianas en todo el país: en Santiago el epicentro de la protesta fue la plaza Italia, renombrada por los manifestantes como Plaza de la Dignidad. Día a día y metro a metro la llamada “primera línea” de manifestantes aguantaban todo el dispositivo represivo de los Carabineros. A unos metros de la primera línea otros manifestantes partían ladrillos y concreto para alimentar las manos que lanzaban las piedras desde en el frente. Y la cadena de solidaridad que completaba esta gran acción colectiva de protesta era acompañada por enfermeras y médicos que atendían a los heridos, las madres que preparaban desayunos y comidas y otros requerimientos para aguantar los gases lacrimógenos y los perdigones disparados por las fuerzas represivas del gobierno.
En las comunas y barrios de Santiago, y de las grandes ciudades chilenas, se organizaban asambleas para decidir el rumbo de la protesta y el pliego de demandas. En esta labor fue muy importante el movimiento feminista chileno que ya había logrado masivas concentraciones en marzo de ese mismo año: 2019. Como se recuerda, es en este contexto que salió el potente mensaje feminista de “El violador eres tú”, de la colectiva feminista Las Tesis, que le dio la vuelta al mundo. Y también participaban en este estallido social los trabajadores y ex trabajadores que se habían manifestado meses antes en contra del régimen de pensiones chileno, uno de los más lesivos del mundo para la clase trabajadora. Ese entramado de sujetos sociales son quienes levantaron y empujaron el estallido social desde octubre de 2019 hasta bien entrado el 2020, a pesar de la pandemia.
Gracias a este estallido social, es que se logró convocar al plebiscito nacional el 25 de octubre de 2020 para decir la convocatoria a un nuevo constituyente para redactar una nueva carta magna para Chile. El constituyente ya está instalado y lo preside Elisa Loncón, una dirigente e intelectual mapuche ampliamente reconocida en su país.
Como se sabe, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de noviembre, se impuso por pocos puntos el candidato de la ultraderecha Kast frente a Gabriel Boric. Si Boric se impuso en la segunda vuelta por amplio margen obteniendo más de un millón de nuevos votos es gracias a que los sujetos que participaron en el estallido social de 2019, se volcaron a derrotar la opción fascista representada por Kast.
Desde México tratan de leer el triunfo de Boric imaginando si representa una izquierda centrista, progresista, socialdemócrata o comunista y si seguirá los pasos de los gobiernos de Cuba, Nicaragua o Venezuela o si será una izquierda estilo López Obrador.
Más allá de que se ha definido como parte de una izquierda socialista, democrática y libertaria, Boric ganó la presidencia de Chile gracias a la potencia política del estallido social y gracias a una constelación de protestas sociales que han cimbrado la estructura del poder chileno en las últimas dos décadas. Si no se entiende eso, no se entiende cómo Boric llegó a la presidencia. Ahora lo que falta saber es si estará a la altura de la protesta social y política que lo llevó al poder.
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