Llegó a la capital la caravana Nos Siguen Faltando 43 y en su segundo día reconocieron que el actual Gobierno ha trabajado en el caso Ayotzinapa pero no han avanzado como se desea. Si no se obtienen pronto respuestas acerca del paradero de sus hijos, tendrán que volver a realizar “acciones fuertes”, advierten padres.
Por Caterina Morbiato
Ciudad de México, 26 de diciembre (El Sur).-La caravana Nos Siguen Faltando 43, de las madres y padres de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa llegó a la capital de país este martes 24 para dar inicio a tres días de actividad. Por tercer año consecutivo, los familiares tuvieron un convivio con el colectivo Damnificados Unidos de la Ciudad de México.
En esta Navidad, la sexta que las familias de los estudiantes pasan sin su compañía, la exigencia de que se haga justicia no dejó de resonar en las calles.
SE AGOTA LA PACIENCIA
“Este año hemos sido pacíficos. Pero si no hay ninguna solución de parte del Gobierno, tendremos que empezar a hacer una lucha como la que hacíamos al principio: de violencia y de exigencia”, advirtió Joaquina García, mamá de Martín Getsemany Sánchez García, durante la recepción que les organizó el colectivo, en el que se sirvió arroz, pollo a la barbacoa y tortillas en cantidades generosas.
Luego de agradecer la bienvenida, en su intervención –breve, dura– Joaquina también deseó una feliz Noche Buena a quienes la escuchaban, pero recordó que para los familiares de los 43 estos no son días festivos. “Han pasado seis navidades y el sufrimiento es incomparable. En este día, en que en todos los hogares están felices con sus familias, nosotros no podemos estar ahí porque tenemos que seguir en la lucha para saber en dónde están nuestros hijos”.
Conteniendo con esfuerzo la emoción, Carmen Cruz Mendoza –cuyo hijo Jorge Aníbal Cruz Mendoza también fue desaparecido la noche de aquel 26 de septiembre de 2014 en Iguala– tomó su turno: “Yo no quería otra Navidad sin mi hijo. Pero ya vimos que este Gobierno es igual que todos los demás”, reprochó, abrazada a la pancarta con la foto de Jorge Aníbal.
“Han pasado más de cinco años –continuó–, pero el dolor que sentimos es como si apenas hubiera pasado. No podemos estar juntos con toda la familia, porque tenemos que estar luchando por nuestros hijos”.
Después de dar inicio a la caravana en Tlapa, Guerrero, el pasado 22 de diciembre, los familiares de los jóvenes desaparecidos llegaron el martes 24 a la capital para participar en las actividades planeadas con el apoyo de organizaciones solidarias.
Durante la primera de estas jornadas disfrutaron del convivio preparado por Damnificados Unidos de la Ciudad de México, una red que reúne a habitantes de 800 predios donde las construcciones tuvieron daños estructurales por el sismo del 19 de septiembre de 2017 y que se han agrupado para ser beneficiarios del fondo para la reconstrucción y conseguir vivienda digna.
“El Estado es el responsable de ambas situaciones: de que los estudiantes de Ayotzinapa no regresen con vida a sus hogares y de que nosotros no podamos tener un techo bajo el cual vivir”, afirmó Enrique Martínez, vecino del predio de Avenida del Taller 21, donde tuvo lugar el convivio.
Martínez recordó que este es el tercer año en que comparten con las madres y padres de los 43. Es también la tercera Navidad que pasan en su campamiento, a la intemperie y con temperaturas que en la noche se acercan a cero grados.
“Nuestro compromiso es de no bajar los brazos hasta que el último damnificado regrese a casa, pero también acompañar la lucha de las madres y padres hasta que sepamos el paradero y contemos con el regreso de sus 43 jóvenes”, añadió Israel Ballesteros, otro integrante de Damnificados Unidos.
“No tenemos nada que festejar: nosotros pasamos una tercera Navidad fuera de casa y los familiares de los 43 pasan una sexta navidad sin sus hijos a la mesa, mientras que el gobierno de la Ciudad y el Gobierno federal simplemente simulan atención pero siguen sin ofrecer soluciones”.
NO SE PUEDE COMPRAR EL DOLOR
Casi a las cinco de la tarde, los integrantes de Damnificados Unidos y los familiares de los 43 ofrecieron una breve rueda de prensa. Junto con ellos estuvieron presentes una veintena de estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.
Aún se escuchaban los versos “tú no puedes comprar mi alegría, tú no puedes comprar mis dolores”, de la canción Latinoamérica, de Calle 13, cuando dio inicio a la rueda de prensa B., un alumno de la normal Rural que prefiere no dar su nombre por seguridad.
“Ver a las mamás y papás que están aquí, en este movimiento, en lugar de estar con sus familias, es algo que te da nostalgia. Nos ponemos en su lugar: somos estudiantes de primer año como muchos de los que desaparecieron aquella noche. Son 43 hermanos que nos han quitado: esos lugares en donde dormían, en donde comían, son los mismos en donde estamos nosotros ahora”.
El joven de 20 años, originario de un pueblo de Guerrero, llegó a Ciudad de México con sus compañeros para solidarizarse con los familiares. No es la primera vez. En otras ocasiones ha compartido tiempo con ellos, los ha escuchado hablar, ha visto las lágrimas correr por sus mejillas.
Estos cinco años sin respuesta lo estremecen y es difícil no sentirse identificado: si le pasara algo similar, su familia se derrumbaría, pero harían lo mismo que hacen desde hace 63 meses los padres y madres de los 43: buscar por mar y tierra hasta encontrarlo.
“A un hijo no se le puede comprar. Aunque te ofrezcan dinero, propiedades. Y ellos no van a vender a sus hijos, son sinónimo de humildad y de lucha constante. Nosotros, como normalistas, no los vamos a abandonar”, remarcó.
LUCHAS COMUNES
El miércoles 25, segundo día que la caravana Nos Siguen Faltando 43 pasa en Ciudad de México, los familiares de los estudiantes desaparecidos compartieron el día de Navidad con integrantes de la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán.
Alrededor de las siete de la noche,padres y madres de los 43 ofrecieron una breve conferencia de prensa en la cual reafirmaron que si no se obtienen pronto respuestas acerca del paradero de sus hijos, tendrán que volver a realizar “acciones fuertes”.
También reconocieron que el actual Gobierno ha trabajado en el caso Ayotzinapa, aunque las investigaciones no hayan avanzado como lo hubieran deseado.
“Sabemos que fue un crimen de Estado porque fueron los policías los que se llevaron a nuestros hijos”, afirmó Concepción Tlatempa, mamá de Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa.
“Estos policías tienen nombre y apellido y no los han investigado, por eso seguiremos buscándolos”.
Ella quiso compartir que el pasado 24 de diciembre fue el cumpleaños de su hijo y que no poder festejarlo representa un dolor sin igual.
Cristina Bautista, mamá de Benjamín Ascencio Bautista, coincidió en que en estas fechas navideñas el sufrimiento se amplifica.
“Como dice su consigna: ‘el agua es vida y la vida se defiende’, y nosotros los padres lo que exigimos es la presentación con vida de nuestros hijos”, insistió, dirigiéndose a las vecinas y vecinos de la Asamblea General, cuya batalla se enfoca en cuidar que los recursos hídricos de sus barrios no sean monopolizados por empresas privadas.
“Nuestro camino ha sido muy difícil: con cada organización con que nos reunimos, nos damos cuenta que tienen a un ser querido desaparecido”, agregó Concepción.
UN MURAL POR LA VIDA
La ocasión sirvió para consolidar lazos solidarios que empezaron a estrecharse desde hace años. La relación con la Asamblea General nació a fines de 2014 y se ha mantenido viva a través de manifestaciones, actos musicales, proyección de videos y eventos político-culturales.
Esta vez, además de ofrecer comida y cena, la agrupación convocó a la pinta de un mural comunitario.
“Decidimos recibir a las madres y padres de los normalistas porque es una manera de decirles que no están solas y que tienen a una familia que, aunque no sea de sangre, sí es de lucha”, comentó Gustavo López, integrante de la Asamblea General, en entrevista con El Sur.
“Nuestro apoyo es recíproco: ellos nos han apoyado cuando hizo falta y en el mural se van a unir las dos luchas”, mencionó.
A fines de diciembre de 2014, en esta misma esquina, los vecinos del Pedregal de Santo Domingo realizaron un mural para denunciar la desaparición de los estudiantes y reivindicar la verdad sobre la noche de Iguala. Fue uno de más de 20 murales que tiñeron los muros de las casas de ese barrio en los meses siguientes al ataque perpetrado contra de los normalistas de Ayotzinapa.
En esa pared este 25 de diciembre quedó plasmado en rojo el número 43, rodeado por los nombres de los estudiantes desaparecidos; en verde, el símbolo de de Ayotzinapa: la tortuga; en negro, escenas de la fundación del barrio y sus luchas para seguir vivo.