En los últimos diez años, las mujeres en Veracruz son acechadas por la violencia. Así lo demuestran las cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Durante el sexenio de Fidel Herrera se contabilizaron 477 feminicidios que fueron superados por el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa: tan sólo de 2011 a 2015 se registraron 405 casos, mas 162 feminicidios suscitados entre enero y noviembre de 2016. Con el nuevo gobierno de Miguel Ángel Yunes van tres mujeres muertas, un secuestro y al menos una decena de desaparecidas.
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Por Violeta Santiago
Ciudad de México, 26 de diciembre (SinEmbargo/BlogExpediente).- Durante el sexenio de Fidel Herrera Beltrán se contabilizaron 477 feminicidios que fueron superados por el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa: tan sólo de 2011 a 2015 se registraron 405 casos, mas 162 feminicidios suscitados entre enero y noviembre del 2016.
Eso significa que de los 375 homicidios dolosos registrados en Veracruz durante los once meses de 2016, una de cada tres muertes ocurridas en la entidad se trató de un feminicidio, de acuerdo a los datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
La mayoría de estos casos no han sido resueltos: o no se ha identificado al agresor o no se ha vinculado a proceso. Tan sólo en 109 feminicidios ocurridos entre 2014 y 2015, Luis Ángel Bravo Contreras, entonces Fiscal General de Veracruz, declaró que apenas se habían logrado esclarecer 38 casos y detenido a 27 personas, lo que corresponde a una eficacia menor al 35 por ciento.
En un seminario taller en el Centro de Justicia para las Mujeres, en Oaxaca, la doctora Florinda Riquer Fernández, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), expone que: “En los primeros años la violencia contra la mujer se identificaba centralmente, con la violación. Es hasta los años noventa, cuando el problema de la violencia contra las mujeres entra en la agenda de organismos internacionales, que empieza a visibilizarse la expresión más silenciada de la violencia contra la mujer: la violencia en el hogar. En los primeros años de este siglo se releva la expresión límite de violencia contra las mujeres: el feminicidio”.
De acuerdo con la académica e investigadora, el sistema de leyes de México sobre este tema está orientada a la violencia intrafamiliar como también ocurre en los demás países de América Latina, “éstas se desarrollaron entre 1996 y 2003 y, básicamente, son de carácter administrativo, no penal”, señaló dentro del seminario de Violencia De Género, Genealogía Y Políticas Públicas.
SER MUJER EN VERACRUZ
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En Veracruz y en México existe una fuerte desventaja para las mujeres desde el punto de vista legal, lo que contribuye no sólo a un bajo nivel de denuncias, sino a una situación inadecuada para prevenir, proteger y castigar los delitos relacionados con la violencia hacia la mujer, que va más allá de la violencia sexual y doméstica.
Por ejemplo, a pesar de los números rojos desde los últimos 16 años, apenas en el 2011 se tipificó el feminicidio en el Código Penal para el estado libre y soberano de Veracruz de Ignacio de la Llave, lo cual quedó establecido en el artículo 367 BIS, con pena de cárcel entre 40 y 60 años de prisión, de acuerdo con los agravantes.
A inicios del 2016, cerca de 12 organizaciones civiles de Veracruz, entre las que destacó la Red de Feministas del Estado de Veracruz y la organización Equifonía Colectivo por la Ciudadanía, Autonomía y Libertad de las Mujeres A.C., solicitaron la Alerta de Género ante el creciente número de casos de mujeres asesinadas o desaparecidas, que se pueden identificar a través de tres vertientes: en las que el agresor es cercano a la víctima y está vinculado al machismo y la misoginia (factores culturales); los casos de mujeres que desaparecen “sin dejar rastro”, sobre todo jóvenes; y la que está relacionada con el crimen organizados como lo es la trata de personas y el secuestro.
En los informes para solicitar la Alerta de Género para el estado de Veracruz, se arrojaron datos escalofriantes: prácticamente no existen fuertes diferencias entre la incidencia de muerte entre distintos grupos de edad, que van desde los 11 hasta arriba de los 60 años. Veracruz se convierte así en sinónimo de muerte para las mujeres.
A finales de noviembre de 2016, la Alerta de Género finalmente se declaró en Veracruz, aunque sólo para 11 municipios, dejando fuera a muchos de los cuales contiene también numerosos registros de este delito. Las ciudades que fueron tomadas en cuenta se tratan de Xalapa, Veracruz, Tuxpan, Poza Rica, Martínez de la Torre, Boca de Río, Córdoba, Orizaba, Coatzacoalcos, Minatitlán y Las Choapas, pero fueron obviadas otras como Papantla, Cosoleacaque, Acayucan o Pánuco, que también mantienen un alto número de casos, lo que derivó en que las activistas veracruzanas señalaran que, aunque es un avance, la medida es insuficiente frente a la realidad que se vive en el estado.
PARA NUNCA REGRESAR
La infancia de dos hermanas en el sur de Veracruz fue hermosa; ahora, Veracruz significa muerte, peligro, horror, un estado irreconocible, uno al que Laura Adriana no quiere regresar. La maestra de Coahuila comparte el primer nombre con su hermana, Laura Soveira: “A mi mamá se le acabaron los nombres”, comenta, “así se llamaba una novia de mi papá, pero a mi mamá le gustó”. Una Laura que vive para recuperar a una Laura muerta.
Laura Adriana y Laura Soveira Muñoz Castor vivieron hasta los 6 años es en un poblado de Veracruz que se llama Nopaltepec, perteneciente al municipio de Cosamaloapan. En 1993 falleció su padre en un accidente aéreo; él trabajaba como piloto agrícola fumigando los cañales para los ingenios cañeros. “Llegamos a Veracruz por el trabajo de mi papá y nos regresaron a nuestra tierra natal, en Coahuila”, sentencia en entrevista para Blog Expediente.
Mientras que ella, Adriana, se desarrolló en el estudio hasta convertirse en maestra, su hermana no terminó la secundaria y se fue a los 13 años “porque se enamoró; era muy joven cuando se casó”. A los 15 años tuvo a su primer hijo y a los 20 llegó el segundo.
Convertida en madre de familia, Laura Soveira trabajaba en un supermercado y posteriormente se separó de su pareja, aunque sus suegros le pidieron que les dejara a los niños por cariño y accedió, lo que derivó en una buena relación en los siguientes años.
Por cuestiones del destino, la joven regresó a Veracruz y se instaló en Poza Rica, en donde comenzó a trabajar en un supermercado de carnes. Fue en esa ciudad en donde conoció a Alonso, su pareja. “Estuvieron casi cuatro años juntos, ella nos contó de él, que se dedicaba a la renta de maquinaria y que sus papás tienen taxis; como todo el mundo nos quiere vender lo mejor”, recuerda Laura Adriana.
La joven se fue a vivir con Alonso a la casa de sus papás, mientras ella sigue trabajando para mantener su Seguro Social. Fue en julio de 2015 cuando Adriana y su mamá visitan a Laura Soveira y le llevan a sus hijos para pasar las vacaciones. En ese momento, Adriana recuerda que no había “nada fuera de lo normal”, pero agrega que “Alonso no salía a trabajar y todo el día estaba con el teléfono y mi hija, Chove, así le decíamos, en Carnemart ya con un embarazo”.
El 7 de enero de 2016, a tres meses de que naciera su tercera hija, Chove desapareció. “El día que mi hermana desaparece todavía habló con mi mamá a las 4 de la tarde: “Mamá, está haciendo norte y Fernanda anda malita y yo me siento muy cansada, pero la voy a ir a dormir para descansar yo. Más tarde te marco” fue lo último que supimos de mi hermana”.
Ellas no se enteraron hasta el sábado 9 de enero, cuando a las 11:30 horas de la mañana uno de sus primos le asestó: “¿No te han hablado de Poza Rica? ¿No te ha hablado Chove?” Laura Adriana estaba embarazada en ese momento. “Me estaba preparando y cuando llegó mi primo me dijo que le habían hablado los papas de Alonso, que les marque por favor”.
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El teléfono sonó varias veces hasta que alguien contestó.
–¿Qué pasó Doña Socorro?
–Ay, Laura, es que es un dolor muy grande. –En ese momento, Adriana pierde el control y su mamá toma la llamada–. Ay señora, es que Laura no aparece. Laura y José Alonso están desaparecidos desde las 6 de la tarde. Fueron a una parcela juntos y nunca regresaron. Como estaba haciendo norte iban a meter los animales. Mi hijo (Hugo) les está marcando y no contestan.
Para entonces, el hermano de Alonso ya había acudido a la Fiscalía a las 12 de la noche para reportarlo como desaparecido, pero no pudo levantar la de Laura porque no es familiar directo, de modo que Adriana se trasladó hasta Poza Rica para iniciar la denuncia. “Le toman muestra de ADN a mi mamá y les pedimos que rastreen la llamada”.
La Fiscalía General del Estado (FGE) en ese entonces dependía, como su Fiscal General, de Luis Ángel Bravo Contreras, durante el último año de Gobierno de Javier Duarte de Ochoa. Como sucedió en otros casos documentados durante el sexenio, la Fiscalía no solicitó la sábana de llamadas para poder identificar el paradero de los desaparecidos o, incluso, de los responsables.
“Hasta la tarde estuvo activo (su teléfono), hasta el sábado 9. Sobre la solicitud de ls revisión de las llamadas, nada más dijeron que sí, pero hasta que vamos a Xalapa nos damos cuenta que no hicieron nada”.
Desde enero, Laura buscó a su hermana con el apoyo de los colectivos de familiares de desaparecidos, especialmente del colectivo de Familiares en Búsqueda María Herrera A.C., de Poza Rica.
Muchas veces, Laura encontró que su cuñado, Alonso, aparecía “activo” en redes sociales y aplicaciones telefónicas, incluso hasta el 11 de mayo. “Yo lo escribía y me dejaba en visto y yo me preguntaba por qué él no nos dice qué está pasando”.
Pero ni Laura Soveira ni Alonso estaban vivos para ese entonces. Ambos fueron privados de su vida apenas días después de que desaparecieran: fueron encontrados en el municipio de Emiliano Zapata, cerca de la academia de Policía de El Lencero, en Xalapa, a decenas de kilómetros de Poza Rica.
Fue hasta el jueves 15 de diciembre, 11 meses después de que Laura Soveira desapareciera, cuando el teléfono en casa de la familia Muñoz Castor fuer marcado por la FGE. Eran las 19:30 horas cuando les dicen que, con base en los estudios realizados de ADN, un cuerpo tiene las características genéticas de la joven.
“Tuvimos paz y, al mismo tiempo, esperábamos que ojalá no fuera ella”. Durante todo ese tiempo de búsqueda, mientras Laura permanecía en una fosa común en un panteón de Xalapa, su familia tenía la esperanza de que la tuvieran en algún lado, de que estuviera viva.
El sábado 17 de diciembre madre e hija llegaron a la Fiscalía y descubren que los resultados habían estado listos desde agosto, pero la unidad de Poza Rica jamás se comunicó con ellas, hasta que intervino directamente Xalapa.
“El fiscal en turno, el de guardia, nos atendió de maravilla, muy humano. Nos atendieron de periciales, un persona llamada Gaby, no sé qué sea, pero muy amable”. No obstante, el panorama cambia cuando el lunes finalmente ven al fiscal que llevaba su caso, quien tajantemente les dice: “¿Sabe qué? Se atraviesan festividades navideñas, Salubridad se va de vacaciones y regresan el 5 de enero. ¿Por qué no se da su vuelta para entonces?”
“Nosotros desde Coahuila y que nos digan como ven, váyanse y regresen en enero”.
Laura tenía 29 años cuando murió. Había alcanzado a terminar la secundaria en la escuela de educación para los adultos. “Fue buena para el negocio, para las ventas. Era buena como cajera o recepcionista, le gustaba eso”.
Actualmente, Adriana y su familia se encuentran en un trámite burocrático para recuperar el cuerpo de Laura Soveira. Durante todos los meses que pasaron hasta que fueron notificados, creyeron que podía estar con vida y confiesan que la incertidumbre es la peor de las situaciones. “Hemos descansado, nos guste o no nos guste ya encontramos”, lamenta.
Y es que explica que en todos los días desde que su hermana desapareció vivieron cada uno de ellos pensando cómo estaría, si estaba viva, si había comido. Cada bocado de alimento era una tortura pensando en si ella ya se había alimentado. “Es más desgastante el no saber si está aquí.
El escuchar a sus hijos preguntar “Tía ¿que han sabido de mi mamá?”.
Laura Adriana también remarca que el apoyo de los colectivos fue fundamental, sobre todo el que dirige María Herrera, que tomó el caso y lo expuso en días pasados ante el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares. “Tuvimos mucho apoyo, ahora nos han dicho que 15 días a lo mucho para recuperar el cuerpo”.
Los colectivos han formado lazos de apoyo estrechos entre sus integrantes que cada día se vuelven más en Veracruz que se trata de una gran fosa clandestina. “Las contacté por lo de mi hermana. Las conocí en Xalapa, no las conocía en persona. A veces obtenemos más por la gente que está pasando por nosotros que de nuestros familiares directos o amigos; sin los colectivos, no hubiera avanzado”.
También la profesora cuenta que, antes de pasar por esta situación, como muchos otros “piensas que por algo lo llevaron”. Ahora entiende que, en muchas ocasiones, “no había por qué, pero les tocó”. En el caso de las mujeres, son vulnerables por la compañía. Ella cree que, así como les ha sucedido a muchas jóvenes desaparecidas de Veracruz, la razón era haber estado en el momento equivocado “con las personas equivocadas”.
La infancia de las dos hermanas fue feliz en Veracruz.
–Hace como siete años fui a pasar unas vacaciones de Semana Santa a Veracruz y dije que estaba muy bonito el mar, pero no, no ese no es el Veracruz que yo conocí. –Hace una pausa y la voz se eleva una octava por la tristeza–. Ahorita regrese por Laura. Pero no… No… –Vuelve a detener y finalmente lo dice–. No quiero regresar nunca más a Veracruz.
CASOS DE LA YUNICIDAD
El 2 de diciembre, Yaneth Yamileth Pérez Velázquez fue vista por última vez en Xalapa. Un día más tarde, desapareció Karen Yessenia Baxin Pucheta, de San Andrés Tuxtla. Y para el 5 de diciembre, la cordobesa Blanca Ludivina Zurita Carrera, de 49 años, también ingresó a este estatus.
Karla Ivonne Leyton Flores de 14 años desapareció el 10 de diciembre en Coatzacoalcos, el mismo día que lo hiciera Julissa Vera López, de 18 años, pero en Tierra Blanca.
El 11 de diciembre fue fatídico para las mujeres veracruzanas: Luz María Pio Gómez, de 17 años, habitante de Coatzacoalcos y estudiante de bachillerato, no fue vuelta a ver por sus familiares. En Orizaba, Vania Idai Royo González, de 14 años de edad, salió de su hogar junto con su hijo, Eduardo Royo González, un bebé de 3 meses de edad, de quienes se desconoce su paradero. Finalmente, Maribel Valdivia Hernández, de 32 años de edad, nunca regresó de una boda a la que asistió con su prometido en el puerto de Veracruz. El taxi en el que iba a regresar, propiedad del primo de su novio, fue encontrado abandonado atrás de un centro comercial, sin rastro de los tres.
Mientras que la discriminación de género es un problema que afecta severamente al estado, lamentablemente en los primeros 25 días del Gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, en el tema de las desapariciones, se ha observado una igualdad en el número de casos entre hombres y mujeres: casi una decena de desapariciones, que prácticamente corresponde al 50% de los casos reportados, corresponde a mujeres jóvenes y adultas.
A estas desapariciones se le suman tres feminicidios y un secuestro, este último, el de Mitzi Itzel Limón Sánchez, de 18 años de edad, estudiante del Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz (COBAEV), la cual fue secuestrada cuando salía del plantel educativo de Jáltipan.
Sobre los feminicidios, el primer caso correspondió a Erika Vidal Hernández, de 42 años de edad, quien hasta hace unos meses antes se desempeñaba como Policía Auxiliar (IPAX). Perdió la vida el 5 de diciembre en un enfrentamiento en Suchilapan, en donde elementos del Ejército Mexicano, Policía Municipal y Policía Estatal abatieron a un total de 20 personas, quienes presuntamente pertenecían a una célula delictiva y portaban armas de grueso calibre.
El segundo feminicidio de diciembre también ocurrió en el sur, ahora en Minatitlán, en donde Imelda Guadalupe Santos, de 40 años, oriunda de Tamaulipas, fue hallada sin vida dentro de una habitación de hotel. Su pareja sentimental habría disparado en repetidas ocasiones contra ella, frente a sus hijos, para después huir.
El caso más reciente, que inició como secuestro, fue el de Dora Luz Torres, profesora de Tantoyuca que el miércoles 15 de diciembre fue privada de su libertad junto con su hijo de 15 años cuando se dirigían a un restaurante. Los secuestradores entablaron contacto con la familia y pidieron un cuantioso rescate, pero ante la falta de pago, el 23 de diciembre decapitaron a la maestra y arrojaron su cabeza justo frente al portón del que fuera su domicilio. Cabe señalar que, en meses atrás, a la profesora le habían secuestrado a una de sus hijas, aunque tras pagar el rescate fue encontrada con vida en un predio abandonado.
PANORAMA ROJO
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En Quintana Roo los feminicidios, para julio de 2016, eran 8. El noveno caso ocurrió la noche del lunes 19 de diciembre, el primero del mandato del gobernador que entró en funciones el 25 de septiembre, Carlos Manuel Joaquín González.
En Tamaulipas, gobernado por Francisco García Cabeza de Vaca, que está en el cargo desde octubre de 2016, a principios de diciembre se registró el primer feminicidio: una mujer hallada sin vida en el interior de su vivienda, posiblemente atacada por su pareja sentimental.
Mientras tanto, en Oaxaca, donde acaba de iniciar su gestión Alejandro Murat Hinojosa, el 4 de diciembre, un par de mujeres que habían desaparecido el 29 de noviembre, fueron encontradas en un barranco, torturadas, estranguladas y con las manos quemadas. Y luego, el 20 de diciembre, una mujer de 80 años murió tras recibir varios machetazos en el municipio de Santa Cruz Xoxocatlán.
En total, señalan organizaciones de ese estado, 8 feminicidios se han registrado en Oaxaca en el mes de diciembre, lo que pone a dicha entidad sobre Veracruz, no obstante, en un conteo realizado del 2010 al 2016, Veracruz supera a Oaxaca en los registros de este delito.
Mientras que en el 2011, Veracruz ocupaba el lugar número 15 a nivel nacional, para 2015 ya había bajado hasta el noveno puesto y en el 2016 se colocó en el octavo. Dentro de las entidades con nuevos gobernadores, aunque en este diciembre el índice de feminicidios es similar entre ellas, si Veracruz sigue la misma tendencia que ha mantenido en los últimos 16 años, seguirá escalando en la lista de las entidades más peligrosas para las mujeres.