El historiador y escritor José Mariano Leyva habló con SinEmbargo sobre su novela, Lo que los monstruos nos hicieron, una novela situada en 1901 en la Ciudad de México, en donde tiene lugar un brutal asesinato.
Ciudad de México, 26 de noviembre (SinEmbargo).– “El Porfiriato es, en todo orden, un momento de ebullición muy, muy grande, en el asunto de los crímenes”, planteó el historiador y escritor mexicano José Mariano Leyva al hablar sobre su novela Lo que los monstruos nos hicieron (Grijlabo), un thriller ambientado en 1901 en el que Servando, un frenólogo con prestigio, busca esclarecer el salvaje asesinato de una mujer perpetrado en el submundo de la Ciudad de México, un crimen presenciado por una niña de seis años.
“Se trata de un thriller, es la historia de una prostituta que aparece salvajemente tasajeada en los bajos de un edificio y que, evidentemente, hay toda una huella de prácticas sadomasoquistas o de un refinamiento muy cruel, respecto a su propia muerte, y encima el encargado de investigar, no sé si es un detective propiamente, pero el encargado de investigar este asesinato, encuentran unas fotografías, que era un artilugio muy novedoso para la época”, comentó en entrevista el autor.
José Mariano Leyva señaló que cuando se habla de novelas históricas generalmente se piensa en los grandes personajes, ”en este caso podría ser Porfirio Díaz o algo cercano de Porfirio Díaz, y yo, el experimento que quise hacer es un poco lo que los historiadores, acercamos un poquito hacia la historia de la vida cotidiana o hacia la historia de las mentalidades”.
“La gente, normalmente, no se da cuenta, no somos capaces, porque no estamos revisando la historia a fondo constantemente, cómo han cambiado las cosas, desde el punto de vista moral, ético, científico, social en, nada más, cien años. Si tú hablas ahorita, por ejemplo, del amor, del matrimonio, de la infidelidad, el peso que tiene hoy es completamente distinto al peso que tenía en ese momento y de eso se trata un poco la novela, de que la única testigo de este asesinato sea una niña de seis año, que por obvias razones no puede hablar, está en lo que hoy llamaríamos un síndrome post traumático y que en realidad los médicos que le están revisando para sacar la información, y buscar al asesino, creen que está más bien cercana a la locura y no encuentran los métodos suficientes para obtener la información”, ahondó en la plática.
En ese sentido, el autor expresó que persiste una idea un poco maniquea del Porfiriato, a ver, la idea que tenemos de manera general es que el porfiriato es como un bloque gigantesco en donde no pasó nada más que construcción de ferrocarriles y campos esclavistas en Yucatán, y los científicos.
“El Porfiriato estaba lleno de bastantes crímenes, lo que pasa, un poco, esto te lo digo como historiador, es que conforme siglo XX avanza en México y en el mundo, hay cada vez más gente, y entre más gente, hay más cosas buenas y más cosas malas, hay más crímenes y luego tienes una cosa también bastante obvia, hay más medios de comunicación conforme se va avanzando el siglo XX, que nos van dando cuenta de manera puntual de estos crímenes que se hacían, en ese momento incluso, el hecho de hablar de ciertos crímenes, de ciertos giros, era hasta inmoral, ahí sí entra esta idea de porfiriato que teníamos en donde trataban de barnizar todo en una pátina de ‘no pasaba nada’”, apuntó.
Aunque anotó que en este periodo tuvieron lugar muchos cambios trascendentales: “aparecen ahí en la novela espiritistas, aparecen escritores decadentes, aparecen muchísimos criminales del fuero común, como le llamamos el día de hoy. Más bien, aquella persona que piense que salir a la noche porfiriana era un poquito como un parque temático histórico, no, más bien no, era bastante riesgoso, era bastante riesgoso. Estamos hablando, por ejemplo, de una ciudad oscura, solamente hacia el final del Porfiriato empieza a ver un sistema de alumbrado más o menos efectivo”.
“Como en cualquier otro lugar, en donde no hubiera electricidad, sin luz, la noche era más el territorio de lo prohibido, era más el territorio del crimen, era más el territorio, vamos a decirlo así, del pecado, y empieza a ver la luz, y los locales empiezan a tener luz, y empiezan a hacer la vida nocturna y, con ello, los retos que significa: más prostitución nocturna, más embriaguez, el asunto del alcohol es una cosa que está claramente establecido con el nacimiento de la noche, etcétera. Si lo ves desde ese punto de vista, el Porfiriato era una parte de muchísima actividad, esta idea de que todo estaba estático y que se rompió hasta que llegó la Revolución Mexicana, no fue así, era muy movido y en esa noche ocurrían sí asesinatos, sí cuestiones sádicas y sí todo tipo de perversiones”.
Otro elemento latente en Lo que los monstruos nos hicieron es el referente a la ciencia, en una época donde había una especie de obsesión por la Francia que en ese momento incluía, por ejemplo, el nacimiento de la psicología, de todas las ciencias que en ese momento estaban tratando de inmiscuirse con el cerebro humano, desde aquellos que proponían que el cerebro físicamente era el que creaba todos los males, hace el nacimiento de la psicología, la pedagogía, aunque en esas orbes había había muchísima violencia, señaló Leyva.
“Poco tiempo después de lo que sucede la novela, 15 años después por ejemplo, hay notas de experimentos que hacían, por ejemplo, en Europa para curar el homosexualismo y parte de estas ideas era hacer injertos de testículos, es decir,que los injertos de testículos de una persona normal, entre comillas, se lo pusieran a una persona que era homosexual y lo más grave de este asunto era que en los circos, en los reportes finales que hacían, decían que era un éxito, porque el hombre 15 días antes de morir después de esa operación brutal no había tenido pensamientos lúbricos y eróticos de ningún tipo, evidentemente no, si se estaba muriendo. México era un gran receptor de todas estas ideas y México también postulaba muchísimo estas ideas. Entonces, la violencia se podría generar tanto en las esquinas oscuras de la ciudad como en estos círculos médicos que tenían mucha ideaW, ahondó.
En este sentido, el frenologo que se enfrenta a este asesinato tiene que revertir completamente su idea, si realmente quiere resolver este asesinato y al mismo tiempo cuestionar sus certezas que, “no nos sirven más que para refocilarnos en nuestros propios prejuicios”.”