Los altos precios de la energía, de las materias primas y una inflación cada vez mayor complica la supervivencia de las panaderías y pastelerías de Bélgica. Varios comercios están cerrando, especialmente en el sur del país, porque son incapaces de hacer frente a los costes.
Por Esther Herrera
Bélgica, 26 de noviembre (RFI).– Se trata de un movimiento casi en silencio. Entre tristeza y frustración. Un goteo casi constante. Poco a poco cada vez hay más panaderías y pastelerías en Bélgica que cierran.
Se está produciendo especialmente en la región de Valonia, en el sur, una zona mucho más empobrecida que el resto del país. “Lo peor está por venir”, alertaban los propietarios de una panadería emblemática de una localidad cercana a la ciudad de Namur (capital de Valonia), que tuvo que cerrar las puertas de su local. Sus sueños y esperanzas se quedaron enterrados entre harina y azúcar, aplastados ante el aumento de precios.
A finales de octubre, varios comerciantes se manifestaron en la sede del Gobierno valón, en que pidieron más medidas, porque las aplicadas hasta ahora son “insuficientes”. Entre ellas, un plan de 175 millones de euros para ayudar a los comercios que muestren las pérdidas debido al aumento de los precios de la energía.
Las panaderías deben mantener hornos 10 horas encendidos a 240 grados. Muchos han visto cómo sus facturas han subido un 500%. La subida de precios también ha afectado en las materias primas (mantequilla, azúcar, harina). Y Bélgica tiene una inflación del 13%
— Esther Herrera (@eherreracaro) November 25, 2022
“Para un pastelero, la pastelería es su vida. A menudo, nuestra casa está encima del local de nuestra panadería. Muchos de nosotros si perdemos nuestro comercio, también perdemos nuestra casa”, explicaba un manifestante en la cadena pública belga RTBF. Tras el encuentro, los panaderos dejaron rastros de pan por la calle, delante de la sede del Gobierno regional. “Bueno, lo podrán comer las palomas; aunque ahora nosotros somos como las palomas, comiendo las migajas”, ironizaba otro.
La situación no es la misma en Bruselas, en la capital no se está produciendo un cierre de este calibre. Pero las facturas también aprietan. La inflación está en ascenso en Bélgica, que ha cerrado el último mes en el 13 por ciento. Los precios de la electricidad están en máximos y las materias primas han aumentado en el último año. La tormenta perfecta que ha llevado a los locales a tener más problemas para pagar las facturas, y que en algunos casos han visto sus gastos aumentar un 500 por ciento.
Viviane Deltan es encargada de una clásica pastelería del barrio europeo de Bruselas —cerca de donde están las instituciones de la UE—, y admite que no le ha quedado otra que subir los precios de los productos ante el incremento generalizado. “Todo aumenta, ya hace 6 meses tuvimos que triplicar el precio del pan. Y en cuanto a la pastelería, el chocolate y el azúcar ha duplicado el precio y la mantequilla también. Así que hay un problema. Cuando vemos a los pequeños artesanos de Ardenas y de Valonia que han tenido que cerrar… empieza a dar un poco de miedo”, confiesa.
El comercio familiar es parte del paisaje del barrio. Con apetitosos pasteles decorados con ‘macarons’, glaseados de azúcar y chocolate. Y panes de varios tipos. Uno de los más vendidos es el de trigo sarraceno. Hasta hace seis meses, valía 2.30 euros. Ahora deben venderlo a 2.90.
Otros como los típicos brioche, panes con trocitos de chocolate que se disparan a más de 5 euros. “Tienen levadura, harina, azúcar… todo los productos que más han aumentado”, admite Deltan, quien asegura que debe hacer “pedagogía” con algunos clientes que han lamentado la subida de precios. “Tenemos que contar que la subida no es para tener ningún beneficio suplementario, sino que lo tenemos que hacer para compensar los precios (…) a algunas personas aún no les ha llegado la regularización de la factura, pero cuando les venga entenderán a qué nos enfrentamos”, explica. Aun así, dice que dentro de las circunstancias “no puede quejarse”. Su pastelería está en un lugar privilegiado de la ciudad, y en general no tienen la sensación de haber perdido clientela. Muchas compradores les han dicho que prefieren seguir pagando un poco más, pero que las pastelería no desaparezca.
Desde la Federación francófona de Panaderos y Pasteleros piden más medidas por parte del gobierno. La Asociación ya alertaba el pasado marzo que el pan podría subir a los cinco euros. No es el caso aún, pero el pan blanco común ahora mismo, de media, se encuentra en los 2.48 euros, según sus estimaciones, podría llegar a los 3 euros. Para paliarlo, piden al Gobierno que se ponga un límite a 100 euros el megavatio/hora. En estos momentos se encuentra, de media, en los 120.
El Gobierno del Primer Ministro Alexander de Croo batalla también con sus socios europeos para que se aplique un límite al precio del gas, que podría ayudar a reducir los precios de la electricidad. De momento, no ha habido éxito.
El sector de las pastelerías y la panaderías es uno de los negocios que más energía consumen. Los hornos tienen que estar encendidos alrededor de 10 horas al día y deben estar a una temperatura constante de 240 grados. Algunos propietarios explican que deben pagar más de 100.000 euros al año en consumo energético.
Bélgica está entre los países del centro de Europa que más pagan por su electricidad solo por debajo de Países Bajos. Aunque el gobierno belga ha aprobado varias ayudas que rebajan las facturas, los comerciantes ponen en duda que realmente vaya ayudar para salir de la difícil situación. Y que, en cualquier caso, solo serviría para compensar las pérdidas del sector.