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Viento de Primavera, una antología poética que refleja la vida de Alaíde Foppa

26/10/2022 - 4:17 pm

Julio Solórzano Foppa, el hijo mayor de la poeta Alaíde Foppa, habló con SinEmbargo sobre Viento de Primavera, una antología que refleja la diversidad de la poesía y de los diferentes momentos de la vida de su madre.

Ciudad de México, 26 de octubre (SinEmbargo).– Una flor, una fruta, un pedazo de su cuerpo, la palabra, el tiempo, sus hijos, un sueño, una añoranza, un juego. Nada escapa a la poesía de Alaíde Foppa de quien el Fondo de Cultura Económica (FCE) acaba de editar Viento de Primavera, una antología que “refleja a una escritora muy diversa y además en distintos momentos de su vida”, compartió en entrevista Julio Solórzano Foppa, su hijo, con motivo de la publicación.

Alaíde Foppa, desaparecida un 19 de diciembre de 1980 por la dictadura de Guatemala, su país, luego de vivir por más de 20 años en México, es conocida no sólo por su poesía, sino también por su obra crítica de arte, su labor en la academia, y por ​​fundar, junto a otras compañeras suyas, la primera revista feminista mexicana: Fem.

“Me parece muy importante la revista Fem, que no es obra de mi madre sola ni mucho menos, es decir, los nombres importantes que yo recuerdo son Elena Poniatowska, Elena Urrutia, Marta Lamas, Margarita García Flores, y mi madre directora. Fue la primera revista feminista en América Latina”, comentó Julio Solórzano Foppa. “También como crítica de arte ella es testigo de su tiempo (...) entonces yo creo que (su legado) es el conjunto de su obra”.

Julio Solórzano platicó cómo nació esta antología poética que recoge su trabajo publicado entre 1945 y 1979. Recordó que cuando su Alaíde Foppa fue secuestrada y desaparecida en diciembre de 1980, ella ya había publicado los libros que integran esta antología de Viento de Primavera, pero algunos estaban agotados porque eran de pequeñas editoriales con tirajes pequeños y entonces su abuela se encargó de hacer esta antología en una edición que ella pagó para distribuir entre la familia y los amigos, después, ahondó, esa antología la tomó la editorial Cultura de Guatemala y se hicieron un par de ediciones, también muy limitadas.

“Entonces cuando Paco Ignacio Taibo II me llamó, que somos dos familias amigas de toda la vida, me dice ‘oye Julio, queremos publicar una antología de tu madre’ y le dije ‘fantástico porque en México todo mundo me dice que en dónde encuentra los libros’ y además es la editorial más importante de lengua hispana y ahora están haciendo el trabajo de divulgación, han crecido mucho, entonces yo le sugería que en lugar de un prólogo tradicional, incorporara un ensayo de Elena Poniatowska, escrito en el 82, es decir, escrito un par de años después de la desaparición de mi madre y que fue publicado aquí en otra publicación del Gobierno de la Ciudad de México, que también tuvo una distribución muy limitada”, precisó Julio Solórzano.

La poeta Alaíde Foppa. Foto: FCE

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—¿Cómo nace esta antología de Alaíde Foppa, Viento de Primavera?

—Cuando ella fue secuestrada y desaparecida en diciembre del 80, ella ya había publicado los libros que integran esta antología, algunos ya estaban agotados, eran de pequeñas editoriales con tirajes pequeños y entonces mi abuela que, mi madre la fue a visitar a Guatemala porque estaba enferma, se encargó ella de hacer esta antología en una edición que ella pagó y que no era más que para distribuir entre la familia y los amigos, después esa antología la tomó la editorial Cultura de Guatemala y se hicieron un par de ediciones pero también muy limitadas.

Entonces cuando Paco Ignacio Taibo II me llamó, que somos dos familias amigas de toda la vida, me dice ‘oye Julio, queremos publicar una antología de tu madre’ y le dije ‘fantástico porque en México todo mundo me dice que en dónde encuentra los libros’ y además es la editorial más importante de lengua hispana y ahora están haciendo el trabajo de divulgación, han crecido mucho, entonces yo le sugería que en lugar de un prólogo tradicional, incorporara un ensayo de Elena Poniatowska, escrito en el 82, es decir, escrito un par de años después de la desaparición de mi madre y que fue publicado aquí en otra publicación del Gobierno de la Ciudad de México, que también tuvo una distribución muy limitada, entonces le dije a Paco ‘pregúntale a Elenita si ella no tiene problema’ y entonces ponen este ensayo y funciona muy bien porque Elena escribió un prólogo muy fresco con el dolor, eran muy cercanas, y luego porque la poesía de mi madre es muy atemporal, no la sientes ni vieja ni referida a hechos históricos ni nada, entonces tiene un presente muy vivo y a mí me importa mucho lo que está sucediendo que es que las nuevas generaciones están descubriendo a Alaíde Foppa y entonces yo estoy haciendo todo lo que puedo para que eso suceda.

—Aborda temas universales y se basaba en otros aspectos cotidianos, los vuelve de una complejidad bastante interesante con estas figuras tan naturales, lo mismo puede estar hablando de la maternidad, de sus hijos…

—...o de una flor, de una fruta o de un pedazo de su cuerpo, este o de cuestiones más conceptuales o filosóficas, entonces a mí me parece que la antología refleja a una escritora muy diversa y además en distintos momentos de su vida y que afortunadamente tiene acogida ahorita, qué bueno.

—¿Cuál considera usted que es el mayor legado de Alaíde Foppa? Hablamos de una versatilidad, no sólo es poesía también está su trabajo en la academia, de la revista Fem.

—Yo no pondría una cosa por encima de otra, me parece muy importante la revista Fem, que no es obra de mi madre sola ni mucho menos, es decir, los nombres importantes que yo recuerdo son Elena Poniatowska, Elena Urrutia, Marta Lamas, Margarita García Flores, alguien más que se me escapa, y mi madre directora. Fue la primera revista feminista en América Latina, era muy importante digamos como el Foro de la Mujer en Radio UNAM; afortunadamente, la Unesco, gracias a expertos de Radio UNAM, ya tiene en Memoria del Mundo, que es una de las secciones de Unesco, y están ahí todos los programas.

También como crítica de arte ella es testigo de su tiempo, yo hace poco platicando con la directora de Bellas Artes, con Lucina Jiménez, le decía ‘oye, la obra crítica de mi madre nada más interesa en México, tú crees que podríamos hacer una selección’ y quedamos que vamos a buscar la forma de hacerlo.

Portada del libro Viento de primavera. Foto: FCE

Y luego su poesía que refleja los momentos y los intereses de distintas etapas de su vida, entonces yo creo que es el conjunto de su obra y luego también tal vez una vida inusual de origen de una familia adinerada de Guatemala, en fin, que se casa con un comunista guatemalteco (Alfonso Solórzano), que sufre el exilio, que tiene cinco hijos y al mismo tiempo está haciendo un montón de cosas, es una figura que no se parece a ninguna otra, entonces eso puede ser lo que llame la atención por su obra, por su vida, es una persona que está siendo reconocida más y que tiene más relevancia hoy.

—¿Cómo era Alaíde Foppa y su relación con la palabra, con la Literatura? ¿Cómo la recuerda?

—Era una necesidad, para escribir su poesía tenía una casita, un terreno que compró en Tepoztlán, Morelos, que después yo heredé y construí una casa, pero ahorita te voy a decir más de la palabra. La palabra en la crítica de arte era una cosa, la palabra en la Academia era otra, la palabra en la poesía era otra, entonces.

—Y supongo que la palabra en el hogar, en la relación también era otra.

—Por supuesto, y más te valía que la palabra no tuviera faltas de ortografía porque así te iba, pero tiene un poema, yo he de haber tenido 14 años yo creo, y le hablo por teléfono para decirle que en la escuela iba a haber un concurso donde todos íbamos a leer poesía y le dije ‘oye, díctame un verso para anotarlo’, yo anoté y decía: ‘temo a las palabras que son la impropia vestidura donde la poesía oculta su pura desnudes’. Y le dije: —‘Mamá, ¿entonces las palabras no son poesía?’. — ‘No, las palabras es el vehículo como se expresa la poesía’. —‘¿Entonces hay poesía en un paisaje?’. —Sí.

Me cambió la vida el concepto, pero ella tiene un montón de poemas sobre la palabra, igual sobre el tiempo, entonces haces una pregunta muy interesante porque qué era la palabra, la palabra era un instrumento útil para que mi madre expresara lo que quería expresar, lo que sentía, lo que pensaba en distintos vehículos, en distintas formas, ante distintos públicos, con distintos propósitos, la palabra era un instrumento.

—Elena Poniatowska habla en el prólogo sobre el activismo , sobre todo política, ella lo adquirió a través de sus hijos, ¿cómo fue esta relación con su activismo, la manera en la que se involucró, por ejemplo, en el movimiento feminista?

—Yo creo que los derechos de la mujer o la defensa de los derechos de la mujer vienen de varios lados, pero creo que ese grupo de maestras, de intelectuales, de escritoras, cuando se propone hacer la revista Fem es porque quieren hablar de los derechos de las mujeres y tienen una influencia, yo creo, del movimiento feminista de los Estados Unidos en aquella época y ellas empiezan, como es natural, en su propio ámbito social de mujeres ilustradas, educadas, universitarias, maestras, escritoras, etcétera, entonces poco a poco van metiéndose en el conocimiento o en la curiosidad o en el interés de las mujeres del campo, de las mujeres de la ciudad, de las trabajadoras, de las trabajadoras domésticas que era algo que tenían muy cerca, de las trabajadoras obreras, etcétera entonces poco a poco se van ampliando y profundizando en las mujeres por las que se interesan, entonces y en esa medida es la semilla de un movimiento feminista alrededor de una publicación y de una revista.

—El año de 1980 es un año bastante difícil para su familia, su hermano muere en combate contra la dictadura, tres de sus hermanos luchan contra ella, y está la desaparición de su madre y antes, se conjuntan muchas cosas. ¿Cómo ha sido esta otra parte ya desde su experiencia en la búsqueda de justicia, de esclarecer todo lo relacionado con su familia?

—Algunas cosas hicimos aquí, mientras yo vivía aquí en México y en el 2009 decidí irme a Guatemala porque tenía ese pendiente de acercarme más, a tratar de averiguar más de qué era lo que había sucedido con mi madre y en términos de justicia tal vez averiguar quiénes eran los responsables y también de mis hermanos, entonces eso ha sido muy intenso los últimos años de mi vida y al mismo tiempo que se estaba averiguando qué había pasado con mi madre, conocí a otras persona y a otras organizaciones, desarrollé una organización que se llama ‘Memorial para la Concordia’ y hemos seguido en eso, y yo creo que la lucha, bueno junto con Rigoberta Menchú abrimos el juicio en España, en la Audiencia Nacional de España, después abrí el juicio por Alaíde Foppa en el Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington y después en la Corte Suprema de Justicia, pero nosotros hasta donde hemos podido averiguar no tenemos todavía suficiente información precisa sobre los responsables, tenemos sospechas muy fundadas de qué fue lo que sucedió pero no pruebas como para llevar a juicio a alguien que estuviera vivo, entonces hemos sido muy prudentes en eso, pero participamos y apoyamos gente que está en lo mismo que nosotros y trabajamos en otras organizaciones.

Entonces la mejor manera de trabajar por mi madre es dar a conocer su obra, que hable su obra por ella, que la gente la conozca y afortunadamente tiene una obra de cada quien la lee de distinta manera, entonces se la apropia y es muy bueno porque entonces la gente la conoce de distintas maneras dependiendo de quien es el lector, no nada más sobre qué está escribiendo ella y etcétera, es muy interesante.

Afortunadamente hay una obra qué difundir, hay una obra que tiene calidad, que tiene emoción, que tiene belleza y que, lo que yo puedo hacer, digo, a parte de que seguimos tratando de saber qué pasó y luchando con la justicia, lo que yo puedo hacer por mi madre sobre todas las cosas es dar a conocer su obra.

—Este proyecto que ha abierto, también entiendo que a parte de estar trabajando por saber lo que sucedió con su mamá, también trae un brazo cultural en el que trata de rescatar su legado a través de la cultura.

—Eso tiene que ver fundamentalmente conmigo, yo tengo una maestría en historia y nunca me dediqué a la academia ni a la investigación, me sirvió mucho y en esos años en los que estuve en la Unión Soviética y en Suecia, me ayudaron mucho, y bueno, después yo cantaba y componía dentro del movimiento de la nueva canción en México, tuve que registrar una compañía disquera porque nadie quería editar mi disco y entonces, los colegas me decían ‘oye, ya que tienes una compañía disquera, saca mis disco’ y pues ‘claro, si tú pagas tus costos porque yo saqué esta compañía par sacar mi disco’ y de repente produje ochenta y tantos discos más sin sacar el segundo mío, entones el organizador, el productor, le fue ganando al cantante.

Soy un productor, eso es lo que soy, productor de giras, de cine, de eventos artísticos, de exposiciones, entonces en este trabajo de memoria encontré como brazo cultural de ‘Memorial para la Concordia’ y bueno, yo aquí en Tepoztlán hice una orquesta con 450 niños, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Tepoztlán en el 91-92, y después en Guatemala en el 2015 hice la Orquesta Sinfónica de Tepoztlán y ahora estoy haciendo una Orquesta Mesoamericana de Mujeres con chicas de ocho países para estrenarse el año que viene, y es lo que me gusta.

Entonces finalmente digamos mi madre vive en mí, pero yo también vivo en mí, entonces ahí está y mi vida la rige la combinación de toda una vida de experiencias, mis hermanos, los viajes, yo estoy escribiendo ahora una autobiografía, llevo 800 cuartillas, y no termino, entonces es eso, es una vida muy compleja, yo me considero una persona tremendamente afortunada por genes, no me duele nada, por curioso, cosas que no dependen de uno, haber nacido también en la familia de una madre como ella y un medio cultural y político como ese no es mérito mío, pero ya lo que es mérito mío fueron las decisiones que yo fui tomando y a donde me fue mal y bien.

Eso es como una anécdota que yo recuerdo es que una vez como adolescente yo estaba diciéndole a mi madre ‘yo puedo esto y esto’ hasta que se fastidió y me dijo ‘mira, tú puedes lo que has hecho’ y eso yo lo digo, uno es lo que uno ha hecho o lo que uno ha dejado de hacer, para bien o para mal, eso es lo que uno es y es el punto de partida para lo que sigue.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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