Después de dos semanas de trabajo, la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas terminó su intervención humanitaria en Morelos, entidad que vio nacer al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en 2011. Los recientes hallazgos de fosas clandestinas en Yecapixtla abren la posibilidad de que los integrantes de la brigada regresen en un par de semanas.
Cuernavaca, Morelos, 26 de octubre (A dónde van los desaparecidos).–Desde la Plaza de Armas de Cuernavaca, lugar emblemático para las víctimas de la violencia en México, la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas se despidió este domingo de Morelos, un estado marcado por fosas clandestinas, algunas de ellas utilizadas por las propias autoridades. Lugares como Tetelcingo, Jojutla y ahora Yecapixtla forman parte de la geografía del horror.
Las familias que llegaron desde el pasado 9 de octubre, provenientes de diversos estados del país, regresaron a sus lugares de origen con la satisfacción de haberle demostrado a las autoridades locales, estatales y nacionales que se pueden hacer las cosas de otra manera, que ningún paraje es tan amplio como para no desenterrar la verdad y que sí es posible buscar activamente a los desaparecidos.
“La Brigada ha devuelto a Morelos esa esperanza que se generó con el Movimiento por la Paz (con Justicia y Dignidad). La mayoría somos personas que nacimos desde esa voz del dolor”, dijo el pasado viernes, durante una conferencia de prensa, Juan Carlos Trujillo, de la Red de Enlaces Nacionales, integrada por más de 160 colectivos de 26 estados del país.
Lo hizo desde el mismo lugar en donde Javier Sicilia, hace diez años, anunció que no volvería a escribir poesía —el mundo ya no era digno de la palabra—, luego de que su hijo Juan Francisco fuera hallado sin vida, junto con otras seis personas, en el interior de un automóvil abandonado a la altura del municipio de Temixco. La indignación provocada por estos hechos se transformaría en la caravana por la paz, con la que cientos de víctimas de la violencia recorrieron miles de kilómetros, al sur y al norte del país, e incluso al otro lado de la frontera.
“Fue ahí donde nos dieron este ánimo para salir a gritar a los cuatro vientos que teníamos a nuestros hijos desaparecidos”, recordó María Herrera, madre de Juan Carlos y uno de los rostros más visibles de la Brigada Nacional, antes de pedir un minuto de silencio por el hijo de Sicilia, cuyo nombre está inscrito en uno de los pilares del Palacio de Gobierno del Estado de Morelos, hoy convertido en un memorial de víctimas.
EL CAMPO DE EXTERMINIO DE YECAPIXTLA
Quienes participaron en la VI Brigada Nacional confirmaron, entre otras cosas, que en el “campo de exterminio” descubierto a inicios de la semana pasada, en el municipio de Yecapixtla, se registraron diez hallazgos en diversas fosas clandestinas con un número aún indeterminado de restos óseos, pues aún falta que la Fiscalía General del Estado (FGE) termine de procesar el lugar, una antigua mina de arena en el ejido de Mixtlalcingo y que, a decir de su propio personal, era humanamente imposible de resguardar y trabajar.
Las familias, dignamente, les dieron una cachetada con guante blanco. Lo hicieron al remover la tierra, al excavar zanjas de más de tres metros de profundidad y al descubrir las deficientes intervenciones de una Fiscalía que apostó una y otra vez por el desgaste, dudando de su pericia y negándose, en un principio, a exhumar parte de los hallazgos.
Durante la conferencia de prensa, Tranquilina Hernández, del colectivo Unión de Familias Resilientes Buscando a sus Corazones, pidió a las autoridades que se terminen de exhumar todos los restos de la mina de Mixtlalcingo, en Yecapixtla, que se les identifique plenamente y que puedan regresar con sus seres queridos. “Ya tiene varios años sepultados ahí y no queremos una segunda ni tercera desaparición, queremos un trabajo limpio, y que podamos dar eso que venimos buscando desde el corazón para todas las familias: un poquito de tranquilidad”.
Al hablar de los hallazgos de la Brigada Nacional en Yecapixtla —y ante la posibilidad de que esta regrese en dos semanas para dar seguimiento al caso—, el Fiscal Especializado en Desaparición Forzada de Personas de Morelos, Alejandro Cornejo Ramos, se comprometió a iniciar el proceso de identificación de las personas que sean localizadas en el predio, la búsqueda de sus familias y continuar la exploración del sitio para garantizar que ha sido completamente explorado. “Si hay necesidad de extenderlo (el perímetro), así se hará”, dijo en entrevista.
TAREAS PENDIENTES EN MORELOS
De acuerdo con cifras oficiales, mil 57 personas permanecen en calidad de desaparecidas y no localizadas en Morelos. A cuatro años de haberse suspendido los trabajos de exhumación de la fosa irregular de Jojutla, aún quedan restos humanos por extraer e identificar; y de los 119 cuerpos encontrados en la fosa de Tetelcingo, sólo 12 han sido entregados a sus familias.
Sobre los casi 400 cuerpos inhumados recientemente en un panteón ministerial —que estaban bajo resguardo del Servicio Médico Forense en los municipios de Cuautla, Cuernavaca y Jojutla—, aún persisten dudas sobre qué acciones periciales se realizaron antes de su último traslado y si se buscó a todas las familias de las personas que sí pudieron ser identificadas.
El representante de la Secretaría de Gobernación federal en Morelos, Carlos Brito, adelantó que transferirán recursos al Gobierno del estado para la construcción de un centro de identificación humana y búsqueda de personas —similar al de Coahuila—, y para reforzar las capacidades forenses de la Comisión Estatal de Búsqueda.
El funcionario explicó que en Morelos aún falta concretar la Ley para la Declaración Especial de Ausencia de Personas Desaparecidas, cuya iniciativa ya fue presentada; una reforma a la Ley Orgánica Municipal, que haría obligatoria la creación de las unidades municipales de derechos humanos y células de búsqueda de personas, tal y como propone la Brigada Nacional; y la creación de la ley local en materia de desaparición que mejore la coordinación entre la Comisión Estatal y las fiscalías, que es en donde suelen atorarse los trabajos, tanto así que los colectivos están solicitando que sea la Fiscalía General de la República la que atraiga el caso de Jojutla.
María Herrera hizo un llamado al Gobierno de Morelos, encabezado por el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, para que no deje solos a los colectivos locales de familiares de personas desaparecidas: “No le está dando la importancia debida, le pedimos y le exigimos que atienda las demandas de estas familias, que les brinde la seguridad necesaria. En las manos de él quedan nuestras compañeras. Existen prioridades, pero esta debe ser atendida. No queremos más desaparecidos, queremos buscar y encontrar a los que nos hacen falta”.
HACIA UN MODELO DE INTERVENCIÓN HUMANITARIA
Antes de terminar los trabajos de la Brigada, sus integrantes se reunieron con el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas, en la Comisión Ejecutiva de Atención de Víctimas (CEAV) en Morelos. También tuvieron una reunión con representantes de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en el marco de la próxima visita del Comité contra las Desapariciones.
Durante esta última, a las familias se les informó que cuatro de los diez integrantes del Comité contra las Desapariciones estarán en México del 15 al 27 de noviembre para recopilar elementos sobre la crisis en materia de desaparición de personas que se vive en el país, y emitir las correspondientes recomendaciones al Estado Mexicano.
En la reunión con Encinas, se planteó la posibilidad de acompañar, desde la federación, un modelo de intervención humanitaria para todo el país, que recupere la experiencia acumulada por la brigada en los últimos seis años. La primera gran prueba para esta colaboración será la caravana nacional que se prevé realizar en 2022 y que se enfocará, sobre todo, en la sensibilización de policías y autoridades municipales.
De lo que se trata, insistió Juan Carlos Trujillo en la reunión con Encinas, “es vernos como humanos nuevamente”, que poco a poco se vaya removiendo la tierra que impide ver con claridad el fondo. Si algo ha puesto de manifiesto la Brigada Nacional de Búsqueda en su paso por Morelos es, precisamente, que las cosas pueden hacerse de otra manera y que es posible devolver la esperanza a las familias de las personas desaparecidas.
UN GRITO PARA ESCUCHAR
En sus últimos días de acciones en Morelos, los integrantes de la Brigada visitaron al personal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Cuernavaca para realizar una sesión de sensibilización sobre la desaparición de personas. Se esperaba a una centena de policías, pero apenas un puñado se dio cita para sostener la mirada de las familias de las personas desaparecidas. Un grito desgarrado bastó para que todos aquellos que habían ignorado la reunión, no tuvieran más remedio que asomarse por las ventanas para conocer cuál era el origen del desesperado clamor.
“¡Natán, Natán, regresa bebé, no sé caminar sin ti y no quiero vivir así!”, gritó la señora Alicia Gallegos, de Poza Rica, Veracruz, cuyo hijo fue secuestrado y desaparecido cuando tenía 21 años. Le faltaban sólo un par de semestres para terminar la carrera en mecatrónica en la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Al contar su historia, desde el patio de la Secretaría y llevando en su cuerpo una lona con la foto de Natán, la señora Alicia se acercó a los policías para abrazarlos, con ello consiguió romper su silencio y su formación estoica. Hasta los más duros, con su balaclava puesta (una prenda que les cubre parte del rostro) se suavizaron, se quitaron ese otro chaleco que les estorbaba para decirle al oído palabras de aliento y compromisos individuales que duraron al menos hasta el cambio de turno.
Alicia les contó a los policías que luego de recibir una veintena de llamadas de las personas que se llevaron a Natán, solicitó el apoyo de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro (UECS), pero ahí se negaron a tomar 45 minutos de carretera para acompañarla. “Yo le rogaba y le suplicaba: por favor vengan, ayúdenme, y nunca llegaron”. Ella tuvo que ir sola a pagar la cantidad fijada. Aún así de su hijo nunca supo nada.
Este ejercicio que apuesta por recuperar la humanidad perdida, pero sobre todo sensibilizar a los elementos de seguridad más próximos a la población, se realizó durante las dos semanas de brigada en los municipios de Jojutla, Huitzilac, Amacuzac, Yautepec, Cuautla, Temixco, Totolapan, Puente de Ixtla, Tetecala, Xochitepec, Cuernavaca y Yecapixtla.
Maricel Torres, del colectivo Familiares en Búsqueda María Herrera Poza Rica, explicó a los policías de Cuernavaca lo terrible que fue enterarse de la participación de la policía intermunicipal de Poza Rica-Tihuatlán-Coatzintla en la desaparición de su hijo Iván Eduardo Castillo y otros tres jóvenes, en mayo de 2011. “Por dos mil pesos más en su salario, entregaban la vida de muchos jóvenes”, les dijo.
“No se dejen corromper —les pidió Maricel Torres—, no caigan en las manos del crimen organizado, no participen con ellos. Nosotros queremos volver a creer en ustedes. Yo perdí la confianza, yo sentía que en lugar de sentirme protegida, corría peligro”.
El trabajo de la Brigada Nacional es extenuante. No es suficiente el tiempo para revisar todos los sitios en donde se presume puedan haber enterramientos clandestinos; tampoco para el resto de las actividades previstas para la búsqueda en vida, sobre todo en centros penitenciarios; la sensibilización a las autoridades, como policías municipales; las pláticas en escuelas, para prevenir y alertar a las juventudes; y el trabajo en iglesias y otras comunidades de fe, desde donde surgen fuertes indicios para encontrar a las personas que continúan desaparecidas.
La Brigada Nacional terminó, pero en Morelos quedan muchas cosas por hacer, parajes dónde buscar, casos individuales que atender, fosas del gobierno que exhumar, una ley local en materia de desaparición que redactar y hasta un centro de identificación humana que construir.