Los hombres del Gobernador

26/10/2016 - 2:07 pm
El Gobernador desde el primer día fue rodeado por tres personajes centrales, ahora también protagonistas de las investigaciones en contra que está llevando la PGR, fundamente con base en las confesiones de Ortega, el testigo estrella. Foto: Cuartoscuro
El Gobernador desde el primer día fue rodeado por tres personajes centrales, ahora también protagonistas de las investigaciones en contra que está llevando la PGR, fundamente con base en las confesiones de Ortega, el testigo estrella. Foto: Cuartoscuro

La noche antes de huir, Javier Duarte lucía tranquilo. Quienes le vieron por última vez el jueves 13 de octubre, lo recuerdan vistiendo shorts, con una sonrisa relajada. En su casa del Club de Golf de Xalapa, mientras caía la noche, Duarte esperaba al abogado que le ayudaría a preparar sus argumentos para un debate que él mismo convocó.  Ya como Gobernador con licencia, su mira estaba en el lunes siguiente, en cómo enfrentaría a su rival, Miguel Ángel Yunes, durante el noticiero matutino Despierta con Loret, en Televisa.

En su rostro relajado no se reflejaba alguna preocupación por lo que desde horas antes sucedía en la Procuraduría General de la República, donde había acudido voluntariamente el abogado fiscalista Alfonso Ortega, para confesar todos sus delitos.

“Tenía una carpeta impresionante de papeles contra Yunes, ojalá me la hubiera platicado”, se lamentó en un café de la Ciudad de México uno de los amigos de Duarte, quien habló para esta columna bajo condición de anonimato.

Ese jueves, Javier Duarte ya no era Gobernador. Pero mucho antes se había quedado solo. De acuerdo con varios testimonios recogidos para esta columna, y un reportaje publicado por la revista Proceso, atrás habían quedado los días de las grandes fiestas, a las que asistían influyentes relacionistas públicos y políticos capitalinos. También estaban en el olvido los viajes en avión privado, las vacaciones en Texas y en España, las reuniones con amigos para ver películas o el béisbol.

Duarte también lucía distinto. Había bajado 35 kilogramos, gracias a una dieta que tuvo éxito con él, porque incluía dulces y papitas, alimentos de su preferencia. “Karime (Macías, esposa de Duarte) le insistió en la dieta, ella sabía que venían meses difíciles”, asegura uno de los amigos del gobernador.

El cambio más radical en la personalidad del muchacho alegre, que vivió su orfandad rodeado de amigos entre los paisajes montañosos de Córdoba, sucedió muy pronto, desde sus primeros días en el cargo, dicen quienes vivieron y padecieron el gobierno de Duarte en Veracruz.

El Gobernador desde el primer día fue rodeado por tres personajes centrales, ahora también protagonistas de las investigaciones en contra que está llevando la PGR, fundamente con base en las confesiones de Ortega, el testigo estrella.

Los detalles de sus operaciones, conocidos por la prensa durante una larga audiencia en la Ciudad de México el domingo 23 de octubre, indican que Duarte sí tuvo conocimiento de cómo sus prestanombres crearon una red de compañías de papel y compraron propiedades en Texas, Miami y Nueva York, durante los años dorados de su poder como gobernador.

En el último año, sin embargo, una vieja rencilla de Fidel Herrera contra Miguel Ángel Yunes le cobró factura a su hijo político. Quienes antes lo apoyaron, buscaron desde entonces cómo salvarse a sí mismos.

Ortega confesó a la PGR haber visto a Duarte por última vez en mayo pasado, durante la última recta en la campaña para la sucesión estatal. Un mes más tarde, para las elecciones de junio, ya Duarte se había quedado solo.

A su alrededor flotaba el desprecio contra Yunes, alimentado por varios de sus colaboradores, quienes cargaban en su sangre la disputa política entre Yunes y el padre político y antecesor de Duarte, Fidel Herrera, que inició en Xalapa décadas antes.

“Fueron ellos quienes le metieron el bicho de irse contra Yunes, porque esa bronca no era suya”, dicen los amigos del Gobernador ahora prófugo.

Habían pasado varios años desde que Duarte y Herrera se distanciaron. El exgobernador ya no se refería al joven político por su nombre. Le llamaba “mi sucesor”. Uno de los amigos de Duarte asegura que en diciembre pasado, durante un encuentro familiar, la esposa de Herrera, Rosa Borunda, abofeteó a Duarte y lo llamó “malagradecido”.

Borunda fue clave en su ascenso político, luego de que el chico de Córdoba, a quienes sus amigos acogieron luego de la muerte de su padre, conociera a Fidel Herrera y le dijera que un día quería ser gobernador. Quienes aún hablan de él con cariño le recuerdan repartiendo harina en los vecindarios cercanos, encargos del nuevo esposo de su madre.

Moisés Mansur no estaba en este círculo de amigos de la adolescencia, ni en el grupo de la familia Herrera, que le sirvió a Duarte para llegar al gobierno de Veracruz. Él y Duarte se conocieron años después, cuando compartieron como compañeros de cuarto, durante los años en que ambos estudiaban la universidad.

Una década más tarde, cuando ya Duarte era el gobernador, Moisés se encogía de hombros cuando alguien le preguntaba por su hermano Zury, y contestaba: está muy bien, viviendo en Miami.

Zury Mansur construyó en Miami un pequeño imperio inmobiliario, que según el testigo estrella de la PGR favorecía directamente a Duarte. Los documentos públicos de Estados Unidos revelan que este funcionó con una lógica simple: los hermanos Mansur compraron propiedades en venta rápida, porque los dueños las habían dejado de pagar y habían quedado bajo control de los bancos.

En pocos meses las vendían a otras empresas de papel, cuyos funcionarios eran otros miembros de la misma red, de acuerdo con una minuciosa investigación de registros públicos de Estados Unidos, que realizó la periodista veracruzana Roxana Aguirre.

La pesquisa de esta reportera fue conocida para esta columna, aunque en su mayoría es aún inédita. La llevó a construir una impresionante red de compañías, propiedades y nombres, que tienen como eje central a Iñaki Negrete, un economista graduado de la Universidad Anáhuac, en el Estado de México, que en los últimos años se ha presentado a la prensa en Miami como el administrador de un fondo de inversión de empresarios mexicanos.

Entre su red de compañías, sin que al menos en apariencia tenga una relación con Duarte, está también Alejandro González Murillo, sobrino del exprocurador Jesús Murillo Karam.

Luego de las declaraciones del fiscalista Alfonso Ortega López, quien confesó dónde estaban las propiedades adquiridas por medio de prestanombres, todo se aceleró. Pero Zury Mansur ni Iñaki han sido mencionados por las autoridades mexicanas. Cuando Univision les buscó por teléfono en Miami, y Roxana Aguirre hizo lo mismo desde Veracruz, se limitaron a dejar las llamadas en espera, los mensajes leídos sin contestar, la respuesta en el aire, el silencio.

¿Cuántos otros gobernadores, diputados, políticos en México están tejiendo redes similares, justo en este momento? ¿Cuántos profesionales se están presentando en el extranjero como exitosos, cuando en realidad manejan redes de dinero público desviado?

Conforme pasen los días y Duarte continúe perdiendo apoyos políticos, se conocerán más detalles de su red de empresas, propiedades, lujos y prestanombres.

Lo que aún no conocemos, sin embargo, son las historias de quiénes, en el fondo de la cadena, han sido perjudicados por esta red. Considero que el papel de la prensa pasa también por saber quiénes son esos afectados finales, por documentar qué hará el gobierno por ellos, más allá de la persecución judicial y política contra los hombres y mujeres que ayudaron a Javier Duarte.

 

Peniley Ramírez Fernández
Peniley Ramírez Fernández es periodista. Trabaja como corresponsal en México de Univisión Investiga.
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