¿Han escuchado que los duendes esperan a que anochezca para jugar? En esta leyenda dos niñas y un niño no hicieron caso de la recomendación de su madre para dejar de jugar en el columpio tras el atardecer.
Ciudad de México, 26 de septiembre (SinEmbargo).- Las leyendas forman parte de la riqueza cultural de cada sitio y Veracruz es uno de los lugares que cuenta con varias famosas, como la del Callejón del Diamante, la Mulata de Córdoba y la Condesa de Malibrán. Estos relatos que pasan de generación en generación le dan otra atmosfera a los lugares que se suelen visitar de manera común, como una iglesia, un callejón o algún pueblo. En esta ocasión compartimos la historia del Duende del Columpio, del municipio Álamo Temapache.
Se cuenta que hace muchos años en Álamo, cuando aún había mucha vegetación en la zona y pocas personas vivían ahí, se encontraba una casa habitada por una familia con tres hijos: dos niñas y un niño. En su patio trasero tenían un gran árbol de mango, en él, el padre colgó un columpio rústico hecho con una tabla y lazo grueso, para que sus hijos pudieran jugar y pasar un buen rato.
Los niños salían todas las tardes al patio y jugaban en el columpio, sin embargo, un día durante el atardecer, la madre de los pequeños les dijo que ya no jugarán en el columpio porque atraerían a los duendes y querrían ir hasta su casa a jugar con ellos; los niños decidieron obedecer a su mamá y entraron a la casa. Después de cenar, esperaron a que nadie los viera y las dos niñas y el niño salieron de casa para seguir jugando y ver si era cierto aquello de los duendes que su madre les había contado. Tras un rato, empezaron a sentir que les arrojaban algo, al intentar descifrar de dónde salía eso, notaron que era de la parte más oscura del patio; los pequeños pensaron que era su primo ya que justo en esa parte había una entrada y por ahí solían llegar su tío y primo, pero no era nadie.
Una de las niñas entró a la casa para quejarse con su mamá de que les estaban aventando algo, la mujer les dijo que se metieran ya porque iba a salir el duende. Cuando la pequeña regresaba al patio a contarle a los niños lo que le habían dicho, el columpio se vino abajo con todo y sus hermanos, al escuchar los gritos, los padres salieron para ver qué estaba pasando; el hombre no supo qué paso, ya que el columpio no tenía mucho tiempo de haber sido puesto, además de que el lazo que había usado era fuerte y grueso, al levantarlo del suelo, notó que el lazo había sido cortado con un machete o cuchillo muy filoso, por lo que tomó un palo grueso y caminó hacía la parte oscura mientras su esposa corría a encender una luz para tratar de ver mejor.
Tras unos minutos de revisar y no encontrar nada, todos entraron a la casa. Cuando los padres se quedaron a solas, el señor le dijo a su esposa que eso había sido culpa del duende que seguramente enfureció porque los niños no dejaron el columpio y no pudo jugar en él.