Dicen –y a veces se siente- que el amor en los tiempos modernos vive una seria crisis… que le falta poesía a nuestra vida; que la vorágine de las grandes ciudades nos ha devorado el romanticismo. Pero para quienes viven en Monterrey, Nuevo León –y pese a la violencia constante que los amenaza– esto no es totalmente cierto, pues ellos conviven diariamente con la poesía.
Y no es una metáfora, ni hablamos del paisaje bañado por el famoso Cerro de la Silla. No. Literalmente hablando, hace 14 años que un movimiento poético “tomó las calles” de la Sultana del Norte, y le ha dado “alas al amor”.
Este movimiento se llama “Acción Poética” y Armando Alanis es ni más ni menos que su fundador y su único “miembro activo”: él y sólo él, es el responsable de que, desde 1996 hasta la fecha, las calles, las avenidas y los callejones regiomontanos estén tapizados de frases de amor: frases que invocan su llegada o lloran su despedida.
Quienes visitan Monterrey, no tardarán en notar que, cualquiera que sea su trayecto y el rumbo donde se muevan, la ciudad entera está positivamente infectada de bardas con “pequeños mensajes de amor”: frases cortas y precisas, escritas siempre con letras negras sobre un fondo blanco, simulando páginas blancas.
Nadie imaginaría que este paisaje urbano es la obra de un solo hombre, pero así es: hace casi tres lustros que Armando Alanis se ha dedicado a pintar paredes olvidadas, para transformarlas en luminosos minutos poéticos que el transeúnte disfruta aún en sus momentos más ordinarios. Fugaces instantes de magia que se cuelan en el subconsciente de camino a la oficina, a la escuela, al supermercado… y a veces, quizá, de camino al encuentro con el ser amado.
La poesía: una necesidad para la vida
“Estoy convencido de que si leyéramos más poesía, seríamos mejores personas, más amables, más humanos (…) por eso decidí tomar las calles, hacer que la gente tuviera este encuentro cotidiano que te sale al paso, llevarle la poesía a su vida (…) son mensajes cortos que puedes leer mientras caminas o si vas en coche a 100 kilómetros por hora, no te quita tiempo, y en cambio, te da vida”.
Cada domingo, desde que Armando Alanis tenía 26 años, ha salido puntualmente a las calles de Monterrey a “cazar bardas olvidadas”; a pelear por un espacio para la poesía en medio de ese estruendo publicitario que inunda las grandes urbes, y pintarlo con una frase que no vende nada, pero que obliga a quien lo lee a ponerse a pensar en lo que uno tiene, o en su defecto, en lo que a uno le falta… no afuera, sino adentro, en el corazón y en el alma:
“Me faltas y todo me sobra / Todo principia en tus labios / Sé que existo si me nombras / ¿Y si el adiós fuera el principio de un perpetuo comienzo? / Dile a un taxi que siga tus pensamientos / En la mañana, en la tarde, en la noche: el día es nuestro / Duermo poco, sueño mucho / El corazón es el lugar y el camino / Soy tu mirada que me observa / Volvió a ganar el amor”.
Estas son algunas de las frases que Alanis ha escrito en las calles de Monterrey; sólo algunas, porque en estos 14 años de Acción Poética, ha pintado más de 5 mil paredes regiomontanas, con frases tanto suyas como de otros autores, y según dice, su estrategia sigue los mismos principios que los ardides publicitarios: a fuerza de repetición, busca “crear necesidades”; en otras palabras, que la gente precise de la poesía en su vida cotidiana. … Y algo ha logrado.
Licenciado en Administración, Armando en realidad ha sido siempre un poeta, tiene 15 libros publicados, algunos traducidos a otros idiomas. Y aunque más tarde estudió la Maestría en Artes, cuando su alma máter –la Universidad Metropolitana de Monterrey– se decidió por fin a otorgarle un premio, no lo hizo por sus estudios, sino por su trayectoria en Acción Poética, un recorrido largo que puede leerse día a día en cualquier calle de la capital regia, y que ha acompañado a toda una generación.
“Uno de mis amigos me dijo un día que su hijo de 15 años lleva toda su vida leyendo las poesías de las bardas que pinto, que ha crecido con ellas… yo no había reflexionado en eso, pero es verdad, aunque yo no estoy muy seguro de los efectos que crean mis pintadas en la gente (…) yo lo que quiero es compartir, que la ciudad sea un romance para todos, es como en un diálogo: yo hago que la poesía hable, pero la respuesta es de cada uno”, dice Alanis en entrevista.
Y ciertamente, sus efectos no son fácilmente medibles, porque en todo caso la transformación de quien lee a Acción Poética es interna, pero algunas cosas sí son evidentes: los políticos locales ahora le piden permiso o le avisan que van a “despintar” una de sus bardas para las campañas, la gente le escribe para ofrecerle frases o contarle de alguna pared libre, y, en una ciudad tan católica como Monterrey, hasta los sacerdotes hacen referencia a sus versos en los púlpitos, que ya es decir.
Pero lo mejor de todo es quizá esa respuesta individual, personal y silenciosa de quien sonríe, recuerda o suspira cuando sus ojos se encuentran con una frase como: “Existo cuando pienso en ti”
La poesía subversiva
Armando Alanis, quien hoy tiene 40 años y dos hijos pequeños, comenzó esta “aventura poética” primero imprimiendo versos en papel que repartía por las grandes avenidas de su ciudad natal, a ese proyecto lo llamó “poesía volante”… luego se dedicó a pegar posters con frases en los cajeros automáticos y bautizó estas andanzas como “poesía automática para el usuario”, finalmente, decidió asaltar los espacios públicos de las calles y escribir poesía en las paredes de Monterrey: nacía formalmente Acción Poética.
“Acción Poética es en realidad el nombre de un movimiento, y se le llama así a cualquier performance que rompe con la rutina cotidiana (…) yo creo firmemente en lo que dijo Octavio Paz: “la poesía debe entrar en acción”, y lo hice porque después de todo, las acciones provocan reacciones, y eso es lo que pretendo: que la gente reaccione a la poesía, a su propia sensibilidad, muchas veces escondida o simplemente dormida”
En sus inicios, los versos de Acción Poética eran largos, todos de autoría propia, y difíciles para una lectura rápida. Con el tiempo, Armando Alanis ha perfeccionado su mensaje: frases o versos de no más de ocho palabras, divididos en dos renglones y escritas siempre con letras negras sobre un fondo blanco.
Alanis también dejó de usar sólo sus poemas y comenzó a esparcir las palabras de otros autores, de cantantes populares, de grandes filósofos, y de la propia gente que le escribe, todo con una única regla: conmover.
“Cada domingo de las 7 a las 11 de la mañana me dedico a la Acción Poética (…) siempre lo he hecho de día, sin esconderme, sin pedir permiso (…) es mi propio asalto a la rutina de la ciudad, en eso me parezco a los grafiteros, pero por lo demás, –y sin demeritarlos– somos muy diferentes”
Alanis es poco conocido en la prensa nacional, aunque muy referido en la prensa regiomontana. Él no es “famoso” en sí mismo, pero sí su obra de Acción Poética, que hoy es parte integral de la fisonomía de Monterrey. Sin embargo, es curioso saber que los primeros reportes periodísticos que de él se escribieron, estaban en la nota roja, con titulares como “los grafiteros se pasan al arte”.
Y a pesar de que el grafiti es hoy un delito tipificado en Nuevo León, los policías que han encontrado ‘in fraganti’ a Armando mientras pinta sus paredes, en lugar de arrestarlo, se alegran de conocer “al autor de esta pacífica obra callejera”; lo dejan seguir y se alejan, felicitándolo.
“En el mejor sentido del término, la poesía siempre ha sido subversiva. Con las palabras puedes hacer la guerra o lograr la paz, su poder es muy grande, y yo creo en ese poder, creo en que cuando dices, escribes o lees cosas hermosas, generas también acciones y reacciones hermosas”.
“La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita”, afirma Pablo Neruda en El cartero,
Dicen –y quizá es verdad… que las palabras tienen poder en sí mismas, y que son la propiedad mágica de quien las piensa. Sin embargo, para Armando Alanis, la verdadera acción no está del lado de quien escribe, sino de quien lee estas frases que él lleva a las paredes regias.
Y puede que tenga razón, pues hoy por hoy, científicos, médicos, psicólogos y hasta los economistas, aceptan sin dudar lo que los poetas siempre han sabido: que las emociones rigen gran parte de nuestra vida, y que una buena salud emocional, no tiene precio.
Por eso el fundador y único miembro activo de este peculiar movimiento, nunca se ha detenido a pensar en temas monetarios. Sus múltiples trabajos como escritor, profesor y gestor de proyectos culturales han sido hasta ahora la única fuente de financiamiento de Acción Poética.
Armando Alanis no sabe cuánto ha invertido en pintura y materiales, sin contar el tiempo destinado a escribir bajo el inclemente clima regiomontano, que el poeta Alfonso Reyes inmortalizó en sus versos de Sol de Monterrey; una ciudad que toca los 40 grados o temperaturas bajo cero, dependiendo de la época del año.
Pero eso parece no importarle a Armando Alanis; él sólo sabe que la poesía es su vocación y Acción Poética, uno de sus proyectos de vida. En el fondo intuye que “no está solo” en esto, o al menos ya no tanto: tras 14 años de insurgencia poética callejera, hoy los frutos de esta semilla plantada recién comienzan a ser visibles:
“El año pasado un empresario me buscó y me dijo que le encantaba mi trabajo y que quería apoyarme. Yo no sé el precio de lo que hago, así que sólo se me ocurrió pedirle pintura. Me regaló 10 cubetas. Gracias a él, seguí pintando bardas sin tocar mi bolsillo”, cuenta Alanis.
Ese empresario no es el único que se ha fijado en el potencial de lo que Armando ha logrado en el paisaje urbanístico regiomontano. Una cadena local de restaurantes ya le ha pedido permiso para usarla como imagen, y una marca de pinturas quiere hacer una campaña con Acción Poética. Y es que el arte –dicen- sólo se reconoce al paso del tiempo, y Monterrey –parece– ha comenzado a notar sus necesidades poéticas.
Y eso no es todo, pues en la red, cientos de internautas han colgado durante años fotos y frases de este movimiento de un solo hombre poeta. En Facebook, un grupo de admiradores y una aplicación especial con más de 2 mil usuarios, permite obtener “una frase diaria de Acción Poética”.
Ciertamente, el formato de texto corto que usa Alanis se adecúa perfectamente a las nuevas redes sociales como Facebook o Twitter, una posibilidad que si el poeta regiomontano decide usar para “llevar poesía a la realidad virtual”, podría quizá, convertir a este movimiento poético en una bella insurgencia literaria a nivel global… porque a fin de cuentas, y como dice una de sus bardas: “somos las palabras que dicen lo que somos”.
Las palabras van de boca en boca. No pueden elegir usuario ni destino
Armando Alanis afirma que si Acción Poética no se ha convertido aún en un “movimiento global” es porque nos falta compromiso interno; fuerza para apropiarse de un sueño como proyecto de vida. Sin embargo, en algunas ciudades de México y el mundo otros han tratado de imitar esta “inspiración callejera”.
Paredes con versos han aparecido en Colombia, España, Argentina y Uruguay, -por lo menos–; mientras que en México la idea se ha imitado en Chihuahua, Hermosillo y Monclova, aunque ninguno de estos intentos ha tenido la constancia suficiente para transformar el paisaje urbano.
“En Monterrey -cuenta Armando– tengo seguidores anónimos que ya salen a las calles y pintan versos, y lo mejor de todo: firman como Acción Poética; de hecho, a dos cuadras de mi casa hay bardas con poemas que yo no hice (…) eso me alegra muchísimo, me hace pensar que ‘algo’ por fin se está moviendo”.