El estudio también encontró que los bebés expuestos al alcohol en el útero, que pasa de la sangre de la madre a través del cordón umbilical, tenían mayores niveles de cortisol, una hormona del estrés potencialmente dañina.
Madrid, 26 de agosto (Europa Press).- Las madres que beben niveles de alcohol de moderados a altos durante el embarazo podrían estar cambiando el ADN de sus bebés, según un estudio dirigido por la Universidad de Rutgers (Estados Unidos), que se ha publicado en la revista Alcoholism: Clinical and Experimental Research.
Basándose en una investigación anterior de esta misma universidad que encontró que los atracones y el consumo excesivo de alcohol podrían desencadenar un cambio genético duradero en los adultos, los investigadores buscaron cambios en el ADN inducidos por el alcohol en 30 mujeres embarazadas y 359 niños.
Hallaron cambios en dos genes: el POMC, que regula el sistema de respuesta al estrés; y el PER2, que influye en el reloj biológico del cuerpo. Los investigadores fijaron como tres bebidas el consumo moderado de alcohol en al menos cinco ocasiones en un mes, mientras que el excesivo fue de cuatro bebidas o más.
“Nuestra investigación podría ayudar a los científicos a identificar biomarcadores, indicadores medibles como genes o proteínas alterados, que predicen los riesgos de la exposición prenatal al alcohol”, explica el autor principal de la investigación, Dipak K. Sarkar.
El estudio también encontró que los bebés expuestos al alcohol en el útero, que pasa de la sangre de la madre a través del cordón umbilical, tenían mayores niveles de cortisol, una hormona del estrés potencialmente dañina que puede suprimir el sistema inmunitario y causar problemas de salud continuos. Los trastornos del espectro alcohólico fetal pueden incluir discapacidades físicas o intelectuales, así como problemas de comportamiento y aprendizaje.
“Nuestros hallazgos podrían facilitar la realización de pruebas de exposición prenatal al alcohol en niños y permitir un diagnóstico e intervención tempranos que puedan ayudar a mejorar la vida de los niños”, concluye Sarkar.
NO HAY CANTIDAD SEGURA DE ALCOHOL DURANTE EL EMBARAZO
El consumo de alcohol durante el embarazo se ha relacionado con un crecimiento deficiente de la placenta, que causa afecciones como la restricción del crecimiento fetal y el bajo peso al nacer. Aunque la mayoría de las mujeres dejan de beber una vez que saben que están embarazadas, su efecto durante las etapas iniciales del embarazo, incluso en el momento de la concepción, es menos conocido.
Múltiples investigaciones internacionales han concluido que no existe una cantidad segura de ingesta de bebidas alcohólicas durante el embarazo, por lo que está completamente contraindicado en la gestación. Y no sólo en este periodo, pues su exceso mata a más de 3 millones de personas en el mundo al año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además de la alteración en estos genes, otros estudios, como el realizado por investigadores del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) en las Universidades de Jaén y Granada, han revelado que las mujeres que consumen alcohol en el embarazo tienen un mayor riesgo de dar a luz un bebé de bajo peso para su edad gestacional.
“Teniendo en cuenta que el alcohol atraviesa directamente la placenta y cualquier cantidad supone un riesgo significativo de malformaciones y alteraciones en el desarrollo, el consejo fundamental para cualquier mujer embarazada o que planifica un embarazo es no beber alcohol en ningún momento. No hay una cantidad de alcohol segura”, recordaron los autores en la publicación del estudio, en noviembre del año pasado.
Otro trabajo publicado en junio de este año apuntó que el crecimiento de las placentas de ratas que consumían alcohol en el momento de la concepción se redujo significativamente. “La exposición temprana al alcohol reduce la formación de vasos sanguíneos en la placenta, y esto conduce a que se envíen menos nutrientes al embrión”, explicó la investigadora principal del estudio, Jacinta Kalisch-Smith, de la Universidad de Queensland (Australia).