El bosque de Cerro Grande cuenta con una amplia diversidad forestal que lo convierten en un elemento fundamental para el ciclo del agua, con la que se benefician unos 300 mil habitantes de Colima y algunas comunidades Jalisco.
Por Mariana González-Márquez
Colima (México), 26 jul (EFE).- Los habitantes de la comunidad “El Terrero”, en el occidental estado mexicano de Colima, cuidan con dedicación y paciencia el bosque de Cerro Grande para asegurar su conservación y el abastecimiento de agua de la región, que enfrenta una grave sequía.
Cerro Grande es una pequeña parte de la Reserva de la Biósfera de la Sierra de Manantlán, un área natural protegida federal que genera el 80 por ciento del agua que llega a las ciudades de Colima y Villa Álvarez, dos de las más importantes del estado.
La amplia diversidad forestal de la zona hace a esta área un elemento fundamental en el ciclo del agua, sin ella, unos 300 mil habitantes de Colima y de algunas comunidades del vecino estado de Jalisco se quedarían sin el preciado líquido.
“Los bosques atraen el agua cuando llueve por su composición geomorfológica. La vegetación atrapa el agua, la infiltra al subsuelo y las rocas de la zona facilitan la formación de ríos subterráneos hasta que el agua emerge en los manantiales de las faldas del Cerro Grande”, explicó a Efe Angélica Jiménez, coordinadora de proyectos en Colima para la Fundación Manantlán.
El principal de estos manantiales se encuentra en la comunidad indígena de Zacualpan. De ahí el organismo regulador del agua de Colima la distribuye a las casas para luego volver a recolectarla, sanearla y verterla de nuevo al subsuelo.
EN BUSCA DEL EQUILIBRIO
Mariano Jiménez Duarte, nacido en el ejido “El Terrero” a 220 metros sobre el nivel del mar, se ha dedicado desde joven a cuidar el bosque y se dio cuenta de que esto no es posible sin involucrar a los pobladores que además se benefician de los recursos que brinda este ecosistema.
En su camioneta ha explorado los lugares más recónditos de Cerro Grande y también ha trabajado con la comunidad y los especialistas para saber cómo proteger el bosque.
Ahora forma parte del consejo de vigilancia de la comunidad y desde hace dos décadas es uno de los que ha impulsado y negociado un mecanismo para que algunos usuarios del Organismo intermunicipal de Agua potable de Colima den a la comunidad una compensación por los servicios ambientales que realizan.
“El mecanismo ayuda a que Cerro Grande se conserve como se ha hecho por muchos años. El cerro tiene muchas áreas con encino y pino y donde más hay agua es en las partes donde hay más encino”, asegura.
Al no haber nacimientos de agua en Cerro Grande los pobladores recolectan el agua de lluvia en albercas naturales, pero en tiempo de estiaje se quedan sin agua y deben solicitar que la suban en pipas (cisternas).
RETRIBUIR EL TRABAJO DE CONSERVACIÓN
El trabajo de los pobladores de “El Terrero” y otras comunidades cercanas a Cerro Grande fue tomado por la revista científica Nature como ejemplo de servicios ambientales que involucran a todos los ámbitos de la sociedad.
Angélica Jiménez ha acompañado a la comunidad desde el año 2000 y gracias a la iniciativa y la insistencia de los pobladores lograron modificaciones a tres diferentes leyes estatales para tener el “Mecanismo compensatorio por servicios ambientales hidrológicos”.
Con este esquema de carácter voluntario los usuarios del agua aportan recursos económicos que, junto a los de organismos públicos y privados, se destinan a proyectos de conservación en cinco comunidades de Colima y dos de Jalisco, además de asegurar su bienestar en materia de vivienda, empleo y salud.
Cuando Cerro Grande fue incluida en el polígono protegido de la Sierra de Manantlán hace poco más de tres décadas las comunidades aceptaron limitar algunas de sus actividades productivas como el aprovechamiento de la madera, la agricultura y ganadería intensiva a cambio de participar en proyectos de conservación, turismo y educación ambiental.
“Las comunidades asumen costos por la conservación sin que se genere una compensación (económica). Han aceptado tener un área natural protegida y asumieron la tarea de ser los conservadores de la zona, (…) porque son piezas claves en el manejo de los ecosistemas para que sigan funcionales y sanos”, indicó.
Tanto los pobladores como organizaciones ambientales locales, junto con la Universidad de Colima y la Universidad de Guadalajara, buscan nuevas modificaciones para que el mecanismo obligue a los usuarios del agua potable a dar esta compensación para financiar proyectos sociales.
“Nos interesa mucho conservar porque el Cerro es una parte de nosotros, de la gente que ha vivido aquí desde nuestros abuelos. Lo que reciben las comunidades son servicios ambientales, con eso hacemos guardarrayas para el fuego, arreglamos los caminos o las zonas destinadas al turismo”, concluyó Mariano Jiménez.