Este fruto originario de África es uno de los grandes símbolos del verano y aquí te compartimos diez beneficios de este alimento, entre los que destacan su baja carga glucémica, contribuye a mantener a raya el colesterol y ayuda a prevenir calambres.
Por Jordi Sabaté
España, 26 de julio (ElDiario.es).- Pasar por una carretera nacional y ver una pirámide de enormes bolas atigradas de verde intenso y otros tonos más claros, blanquecinos o amarillentos. Algunas de las esferas, además, abiertas mostrando su carne de rojo brillante e intenso... Y junto a ellas el agricultor, que las muestra orgulloso y nos las ofrece a buen precio. Es una estampa que los que tenemos una cierta edad, llevamos grabada en la memoria desde nuestra infancia y que relacionamos con el verano.
Es la sandía, acaso con el melón, el fruto más popular de esta estación. Se trata del fruto de la planta Citrullus lanatus, originaria de África pero actualmente extendida por absolutamente todo el mundo.
Y es que la sandía es un caso de éxito global, debido a su capacidad de contener agua endulzada transportable y que conserva sus condiciones, permitiendo que nos hidratemos en casi cualquier lugar. Si a ello se le unen las siguientes diez virtudes nutricionales, nos daremos cuenta de que una rodaja de sandía es una de las mejores alternativas cuando tenemos sed.
Tiene una baja carga glucémica: a pesar de su dulzor, solo lleva un 6 por ciento de azúcares, lo que corresponde a un terrón y medio por cada 100 gramos, lo que viene a ser una rodaja. De este modo la podemos comer a gusto porque tan solo aporta 30 calorías por rodaja. Si le sumamos que aporta casi un gramo de fibra vegetal (saciante), entenderemos que apenas hace subir el nivel de glucosa en sangre, lo cual la hace perfecta para diabéticos.
Es una alternativa a los refrescos: casi el resto de la rodaja (92 por ciento) es agua, de modo que nos permite hidratarnos de manera muy sana. Es perfecta para saciar nuestra sed y la de los niños, y evitar así que recurran a zumos de fruta naturales o refrescos dulces.
Apenas aporta grasas: Solo aportan 0.2 gramos de grasas por rodaja, lo cual explica su bajo aporte calórico.
Contribuye a mantener a raya el colesterol: su aporte en proteínas también es bajo, no obstante, destaca por la presencia del aminoácido citrullina, un precursor de la arginina, un aminoácido esencial para bebés lactantes. Además, la arginina tiene un papel importante en la regulación del colesterol en sangre, así como en la liberación de somatotropina, la hormona del crecimiento en el caso de los niños, entre muchas otras funciones.
Ayuda a prevenir los calambres: una rodaja de sandía ayuda a mantener el equilibro salino muscular y por tanto a prevenir los calambres y contracturas, al portar 112 miligramos de potasio y 10 de magnesio.
Ayuda a bajar el porcentaje de sal en la dieta: su valor en sodio es de 1 miligramo por cada rodaja, por lo que se puede considerar que apenas aporta sal; si además añadimos que es un fruto ligeramente dietético, deduciremos que incluso ayuda a mantener los niveles de sodio séricos bajos.
Es una fuente interesante de vitamina C: sus casi 10 miligramos de esta vitamina antioxidante y presente en numerosas funciones de nuestra fisiología, la hacen un suministro a tener en cuenta.
Aporta un abanico de vitaminas del grupo B: en efecto, aunque de modo discreto cuantitativamente, la sandía aporta numerosas vitaminas del grupo B. En concreto aporta 0.033 miligramos de tiamina (B1), 0.021 miligramos de riboflavina (B2), 0.178 miligramos de niacina (B3), 0.221 miligramos de ácido pantoténico (B5) y 0.045 miligramos de piridoxina (B6).
Contiene el mismo antioxidante que el tomate: el licopeno, que es el mismo antioxidante que destaca en el tomate, es el responsable del color rojo de la pulpa de la sandía.
Aporta vitamina A: a los 303 µgramos de ß-caroteno, precursor de la vitamina A o retinol, se unen los 28 µgramos propios de esta sustancia esencial, sobre todo entre los niños que no la consumen de fuentes de origen animal.