Los secuestros reales para cobrar rescates son escasos. Generalmente hay entre 10 y 15 denuncias por año en Los Ángeles, a menudo de secuestros perpetrados por familiares o conocidos, señaló Hayes.
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Los Ángeles (AP).- La persona que llamó al teléfono celular de Valerie Sobel tenía un mensaje aterrador: “Tenemos un dedo de Simone. ¿Quieres ver el resto de su cuerpo en una bolsa?
Poco después se escuchó un grito desesperado de su hija.
“Me dijo, ‘mami, estoy muy asustada, ayúdame por favor”, relata Sobel.
En la horas siguientes los secuestradores le dijeron que pagase un rescate de 4.000 dólares. Más adelante descubrió que no había habido secuestro. Que todo era un cuento.
“Me sentí muy mal durante días”, indicó.
La policía y agentes federales dijeron el martes que estos secuestros virtuales están proliferando y que decenas de personas pagaron dinero a embaucadores.
Tan solo en Los Ángeles la policía recibió más de 250 denuncias de esos delitos en los dos últimos años y la gente ha desembolsado más de 100 mil dólares, según el capital William Hayes, que dirige la División de Robos y Homicidios.
Los secuestros reales para cobrar rescates son escasos. Generalmente hay entre 10 y 15 denuncias por año en Los Ángeles, a menudo de secuestros perpetrados por familiares o conocidos, señaló Hayes.
En los secuestros falsos, la persona que llama exige al que responde que permanezca en la línea, así no puede llamar al supuesto secuestrado, dijeron las autoridades.
“Si recibes una llamada de este tipo, cuelga inmediatamente”, dijo Hayes. “Y llama a tu ser querido”.
El FBI empezó a investigar una ola de casos en el 2013. Una Operación Hotel Tango detectó al menos 80 personas de varios estados que habían recibido ese tipo de llamadas, aunque no todas habían pagado, declaró Gene Kowel, agente especial a cargo de la división criminal del FBI en Los Ángeles.
Pero dijo que muchos de estos incidentes no son denunciados.
Los secuestros virtuales son moneda corriente en muchos países de América Latina y las autoridades creen que los que se registran en Estados Unidos son llevados a cabo sobre todo por mexicanos.
“Se puede decir que ha habido miles de llamadas a víctimas en Estados Unidos, mayormente desde México”, expresó Kowel.
La semana pasada una mujer de Texas fue la primera persona acusada en conexión con secuestros virtuales. Yanette Rodríguez Acosta, de 34 años, de Houston, fue acusada de fraude, conspirar para girar dinero en forma fraudulenta y de conspirar para lavar dinero. Puede ser condenada a 20 años de prisión por cada uno de los diez cargos que se le formularon de ser hallada culpable.
Los fiscales dicen que Rodríguez Acosta y sus cómplices usaron números de teléfono de México para llamar a gente en Texas, California y Idaho. Supuestamente convencieron a mucha gente de que les pagasen decenas de miles de dólares en entregas personales o con transferencias.
En algunos casos, los embaucadores eligieron áreas específicas e hicieron llamadas al azar en la esperanza de pillar a gente desprevenida, fácil de engañar, según las autoridades. En otros aprovechan las redes sociales para conseguir información de una persona, como los nombres de los hijos y otros datos, que usan para asustar a las víctimas.
En el caso de Sobel, ella cree que los bandidos consiguieron mensajes hablados de su hija, tal vez en su correo de voz, y en base a eso armaron algunas palabras. “Estaba segura de que era real”, afirmó.
El temor por lo que le puede pasar a un niño puede más que el escepticismo que pueda sentir una persona, dicen las autoridades.
Hasta un sargento de la policía de Los Ángeles fue blanco de los embaucadores. O.C. Smith dijo que recibió una llamada en su celular hace unos dos años mientras manejaba en una autopista.
“Había una mujer que gritaba ‘¡papi, papi, ayúdame. Me están llevando a algún sitio’”, relató Smith.
Si bien no reconoció su voz, dijo que no iba a correr riesgos. Los embaucadores amenazaron con “pegarle un tiro en la nuca” si no pagaba un rescate, expresó Smith.
Los bandidos exigieron inicialmente un millón de dólares y terminaron conformándose con 350, pero Smith nunca llegó a pagar.
Mientras hablaba con ellos, pudo alertar a agentes de Torrance, California, que localizaron la llamada y comprobaron que los hijos estaban a salvo en la escuela.