Las conocidas como “starvation diets” o “dietas del hambre”, son regímenes alimenticios que implican bajar considerablemente las ingestas calóricas, y el alimento en general, en un periodo corto de tiempo para obtener resultados en cuestión de días, generalmente, la gente las suele utilizar para un evento en específico para el cual no pudieron, y en la mayoría de los casos, no estaban dispuestas a, cambiar su alimentación y ejercitarse.
Si bien los resultados generalmente son favorables e inmediatos, durante este tiempo, el cuerpo se enfrenta a periodos de hambre en los que tiene que echar mano de mecanismos naturales para contrarrestarla, como sacar sus propias reservas para proveer de energía, lo que lo pone bajo estrés y termina por causar fatiga.
Además de que el metabolismo se alenta, por lo que al final, es probable que sea más difícil bajar de peso.
Es entonces cuando surgen las dudas sobre si los beneficios son los suficientemente importantes como para someter al cuerpo a riesgos que incluso podrían sobrepasar la duración del efecto deseado.
¿Es posible sobrevivir cuatro días ingiriendo únicamente 360 calorías y tomando largas caminatas con el fin de bajar de peso rápidamente? La respuesta es sí, sin embargo, no es la mejor manera de lograrlo ni la más sana.
Si bien el número de calorías recomendadas varían según el sexo, edad y peso, el promedio es de unas mil 400 a 2 mil 400 en el caso de las mujeres, y mil 900 a 3 mil 500 para los hombres, lo que implicaría que al hacer este régimen de cuatro días se reduciría casi cuatro veces, partiendo del promedio, e implicaría ingerir a lo largo del día el equivalente a una chuleta de cerdo.
Un estudio realizado en España y Suecia, publicado en marzo de este año en el Diario Escandinavo de Medicina y Ciencia en los Deportes concluyó que combinar ejercicio con restricción de calorías puede hacer que se reduzca significativamente la masa corporal de un sujeto de forma rápida y prolongada.
Además, según la investigación, se logró una reducción en los niveles de colesterol, insulina, glucosa sérica, triglicéridos y lipoproteínas, mientras que los ácidos grasos libres y cortisol aumentaron.
El objetivo del experimento fue preciso, determinar si es posible tener una reducción relevante, y a largo plazo, de la masa corporal en sólo cuatro días, al combinar la restricción de calorías (3.2 kcal / kg de peso corporal por día) con ejercicio, específicamente caminatas de hasta ocho horas a lo largo del día.
Es decir, las mínimas calorías más el máximo esfuerzo físico pueden no sólo hacerte bajar de peso rápidamente, si no que la reducción duraría por varios meses posteriores.
Por supuesto, los cuatro días en cuestión pueden resultar devastadores para algunos.
Para la investigación se trató con 15 hombres suecos, sanos pero pasados de peso, que durante el estudio consumieron esta mínima cantidad de calorías de forma líquida, algunos bebían principalmente carbohidratos azucarados y otros una bebida rica en proteínas.
La parte física comenzaba con 45 minutos de “cranking” o pedaleo con los brazos, para luego tomar caminatas de ocho horas al aire libre, contando únicamente con descansos de 10 minutos cada hora, en las que se les permitía tomar bebidas hidratantes de bajas calorías cada que quisieran.
El periódico The New York Times cita al doctor José Calbet, profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, España, uno de los responsables del estudio junto a Hans-Christer Holmberg, de la Mid Sweden University, quien reporta que la mayoría de los hombres se sorprendieron al darse cuenta que el reto había resultado más fácil de lo que creyeron.
“Algunos de los sujetos experimentaron problemas menores con el dolor de articulaciones y ampollas en los pies, pero nadie se quejó de tener hambre”, dijo el español.
Luego del plazo, los hombres habían perdido en promedio 11 libras (unos 5 kilogramos), la mitad proveniente de grasa corporal y el resto de masa muscular.
Los resultados del seguimiento fueron lo que más sorprendió a los organizadores, pues creyeron que comerían en exceso una vez terminado el estudio y vendría el famoso “rebote”. Pero no fue así, al contrario, un mes después la mayoría de los participantes se presentó con al menos un kilo menos. Al paso de un año, aún tenían cinco libras menos que antes de la “dieta”.
Los médicos esperan continuar con sus investigaciones para ver si las mujeres tienen una respuesta similar, y sobre todo averiguar si la repetición de este programa puede afectar la salud muscular y las hormonas del apetito.
LO NEGATIVO
El periodista Gregory Ferenstein del sitio estadounidense The Daily Beast publicó a inicios de junio su experiencia al embarcarse en la dieta de cuatro días, la cual calificó como “la más desagradable, pero también la más efectiva”.
Al igual que los participantes, Ferenstein dijo haber perdido 1.3 por ciento de su grasa corporal al finalizar el periodo, y continuó perdiendo peso tras retomar su alimentación normal.
Sin embargo, apunta que los efectos secundarios fueron más desagradables de lo que esperaba, tales como hambre constante, ampollas en las partes íntimas, dolor de rodillas y sangre en la orina.
En su caso, consumió diariamente 220 calorías, lo correspondiente según su peso, las cuales distribuyó con comida “real”, no con bebidas como los sujetos del estudio. Para lo cual comió 100 gramos de salmón, 10 arándanos, una cucharada de miel, té verde, y un cuarto de kilo de mezcla de hojas, como col y espinaca. Además, caminó 15 millas diarias.
El hombre, que ya antes se ha sometido a otras dietas “en nombre del periodismo”, escribió que volvería a hacer el reto de los cuatro días, pero no sabe qué tan seguido, pues pese a que la Hematuria (presencia de sangre en la orina) es un condición no tan inusual en los corredores de largas distancias, en una persona común puede resultar alarmante.
Helena Solleiro, Química Farmacobióloga, egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, comenta a SD, “bajar tanto en tan poco tiempo siempre implica un riesgo en este tipo de dietas, y ninguna que implique matarse de hambre es saludable o segura”.
Por su parte, José Calbet recomienda no implementar este régimen sin supervisión médica.
Pese a ello y amparados en las pésimas estadísticas que hay sobre la pérdida/ganancia de peso, Calbet y sus colegas defienden que sus resultados son asombrosos y por el momento, inexplicables. “La única explicación que podemos ofrecer para la pérdida de peso es que los hombres se sintieron inspirados por su éxito “hiper comprimido” para cambiar sus estilos de vida. Se movieron más y comieron menos que antes”.
Una de ellas es aquella en la que no puedes ingerir algún otro alimento más que líquidos, sin embargo, éstos son tan nutritivos que en teoría no necesitarías de algún otro comestible.
La doctora y dietista Christine Gerbstadt, autora del libro The Doctor’s Detox Diet es una de las impulsoras de este tipo de alimentación, la cual resalta bondades de bebidas como la leche descremada, la cual contiene buenas dosis de proteína que ayudan a sentirse satisfecho en poco tiempo, apoyada además en estudios como el publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, que señala que las personas que consumen 12 onzas al día, adelgazan más que aquellas que sólo consumen medio vaso.
Por supuesto, una parte importante de esta dieta es el agua pura, que además de que no aporta ninguna caloría al organismo, beber dos vasos antes de cada comida ayuda a sentirte más lleno y por lo tanto comer menos.
Otro líquido que ha alcanzado mucha difusión en los últimos tiempos es el té verde, bebida que no sólo tiene buena fama, sino que diversos estudios han comprobado sus propiedades como antoxidante que acelera el metabolismo, incrementa la quema de calorías y ataca la grasa que se aloja en el vientre. Un caso muy parecido ocurre con el té de jengibre y el de hierbabuena.
El agua mineral también es una buena alternativa, pues las burbujas que se concentran el estómago dan sensación de saciedad, mucho mayor a la del agua simple.
Otro favorito de muchas personas y que resulta buen aliado para este tipo de régimen alimenticio, es el café, cuyo ingrediente activo, la cafeína, funciona como un suprimidor del apetito y acelerador del metabolismo. Además de que da un shot de energía que te hace estar más activo, y por lo tanto quemar más calorías.
Si estás cansado de bebidas, la doctora Gerbstadt recomienda en su libro, un caldo caliente, el cual te ayuda a sentirte satisfecho antes de ingerir todas las calorías que te puede dar una comida llena de carbohidratos, sobre todo de los antojitos.
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Una de las dietas desintoxicantes más conocidas es la de los nueve días o bien, del arroz, el pollo y la manzana, que consiste precisamente en ingerir únicamente estos tres alimentos en ese tiempo.
Éste se divide en periodos de tres días, en los que se puede ingerir cierta cantidad de cada comestible tantas veces como se sienta hambre, pero sin mezclar con otros ingredientes, ni con bebidas alcohólicas.
Los primeros tres se comerá solamente arroz hervido, sin verduras ni otro sazonador. Los tres siguientes se cambia a pollo, el cual se preparará igualmente hervido, a la plancha o al horno.
Los días restantes, la alimentación se hace a base de manzanas, que se pueden comer crudas o hervidas.
Al final, y según sus defensores, se puede llegar a perder hasta un kilogramo por día.
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La también llamada “sopa mágica” consiste en un régimen de siete días en los que se consumirá mayormente este caldo de verduras, preparado con col, pimiento, cebolla, tomates y apio.
Conforme pasan los días, se puede ir incorporando frutas, verduras, leche descremada, carne y arroz integral, además de la sopa en la cantidad que se desee.
Su ventaja está en que se usan alimentos que aportan los nutrientes necesarios, con proteínas, glúcidos e hidratos de carbono, sin embargo, su aporte calórico está por debajo del recomendable, por lo que no se recomienda prolongar la dieta después de los siete días, en los que se pueden perder hasta seis kilos.
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Llamada así por su supuesta relación con la Universidad de Sao Paulo, promete a las personas reducir 15 kilos en dos semanas al basar su alimentación en café, huevo, jamón y algunas frutas y verduras.
Los desayunos consisten en café sin azúcar o con edulcorante, algunas veces combinado con limón; la comida incluye huevos duros, jamón, zanahoria, queso, y con el paso de los días se suman pollo y filete de pescado a la plancha.
La gran desventaja de esta dieta, además de que puede causar una descompensación, es el efecto “rebote” debido a que la mayoría de la reducción de peso proviene de la pérdida de líquidos y masa muscular, por lo que cuando se retome la alimentación normal, es probable que se recupere.
Ante estos casos, la experta consultada, explica: “Puedes sobrevivir [con tan pocas calorías] y bajas de peso porque tu cuerpo comienza a usar reservas energéticas”.
Sin embargo, advierte también de los riesgos, pues puede disminuir la concentración de hormonas tiroideas (afectando los sistemas cardiovasculares y musculoesquelético), también se podría dar alguna descompensación de ciertos minerales.
“Cuando el cuerpo tiene un balance ácido por la transformación de grasas en glucosa (fuente energética) puede producir confusión o letargo, y en casos más graves shock o la muerte”, dice.
Por ello recomienda, si quieres bajar de peso en poco tiempo, come vegetales al vapor sin sal ni condimentos, pechuga de pollo a la plancha o atún sin sal y mucha agua.
Aunque siempre será más recomendable balancear el aporte de carbohidratos (arroz, pastas) y proteínas (carnes, huevo, leche); comer cinco veces al día para mantener al metabolismo funcionando, hacer ejercicio para quemar las calorías excedentes y por supuesto, consultar a un experto en el tema para realizar una valoración personalizada.
