Realmente estamos frente a una experiencia que si bien está muy centrada en justamente ofrecer una combinación visual e interactiva, a largo plazo está muy bien lograda y no nos provoca esa sensación de que no jugamos o no hacemos nada.
Ciudad de México, 26 de mayo (SinEmbargo).- Han pasado casi 7 años desde que vivimos por primera la experiencia de Hellblade: Senua’s Sacrifice, creada por Ninja Theory, que nos presentaba una propuesta diferente, enfocada en una magnífica historia que, a diferencia de muchos títulos, no buscaba ponernos en un papel de héroe o darnos un final feliz, sino que nos presentaba un sufrimiento y angustia constante con un personaje al cual íbamos descubriendo conforme avanzábamos en el juego y que tomaba el tema de la psicosis desde un ángulo muy particular y esto a nivel jugabilidad nos ofrecía una perspectiva diferente al explorar, al momento del combate y al tratar de resolver acertijos, las voces que escuchamos dentro de nuestra cabeza no sólo desarrollaban a nuestra protagonista, Senua, sino también complementaban nuestra experiencia de juego.
En esta ocasión, la principal misión de esta secuela es brindarnos la misma gran experiencia que conocíamos multiplicada en todos sus aspectos desde la historia, la jugabilidad y sobre todo su particular estilo de experiencia cinematográfica interactiva, siendo su apartado visual una de las mayores fortalezas del juego y es que lo que se ha logrado con esta segunda entrega es simplemente espectacular.
La historia de Senua’s Saga: Hellblade II, toma lugar después de los acontecimientos de la primera entrega, generalmente la mayoría de los juegos funcionan de manera independiente y esta ocasión no es la excepción, sin embargo, al ser una entrega cuyo peso en la historia es demasiado fuerte, sería bastante recomendable jugar la primera entrega para conocer de primera mano el cómo llegamos este punto. Dicho esto, a diferencia de la primera entrega donde nos vamos descubriendo como personaje y aceptando los “dones” psicóticos que tenemos, en esta ocasión tenemos a una Senua más madura, que acepta su manera de ver y escuchar el mundo a través de su psicosis y que la lleva a buscar la tierra de vikingos que destruyeron su pueblo, para cobrar venganza. A lo largo de este viaje no sólo buscaremos ayudarnos a nosotros mismos tratando de salvarnos, sino que la evolución del personaje nos deja ver más por terceros que iremos conociendo en el camino cuya historia se entrelaza con la nuestra y nos ofrecen diferentes contextos de la trama muy bien desarrollados.
El juego cambia para bien en esta segunda entrega y es que nos presenta una especie de mundo semi abierto que, si bien no es tan grande, ya no se vuelve tan lineal como la primera entrega dándonos aún mayor libertad de exploración dentro de lo que cabe. Además de esto, los diferentes acertijos que ya conocíamos también están de regreso, donde para progresar por ciertas zonas de oscuridad tendremos que encontrar objetos y símbolos que se parezcan para poder desbloquear alguna zona, haciendo que la exploración y nuestra perspectiva sean nuestros mejores aliados.
La parte del combate ha sufrido pequeñas mejoras que lo hacen mucho más dinámico a la hora de las batallas, siendo muy importante el esquivar y bloquear ataques, así como el uso de ciertos objetos que iremos encontrando para derrotar a determinado tipo de enemigos, pero, sobre todo, es una experiencia visual increíble, con cada movimiento y animación que combina ciertos movimientos, dándonos una gran experiencia de combate cinematográfico.
Claro, a nivel general, el potencial gráfico que presenta esta nueva entrega nos deja con una gran sensación de sorpresa en desempeño tanto en consola como en PC pero sobre todo a nivel general, los detalles de cada rincón que exploramos, el diseño de nuestros personajes, los efectos visuales que tenemos en cada momento que avanzamos, realmente estamos frente a una experiencia que si bien está muy centrada en justamente ofrecer una combinación visual e interactiva, a largo plazo está muy bien lograda y no nos provoca esa sensación de que no jugamos o no hacemos nada.
Senua’s Saga: Hellblade II es una experiencia emocional, que es aún más dura, llena de angustia, en momento desagradable y con muchas emociones combinadas a diferencia de su antecesora, combinado todo esto con el apartado técnico, estamos frente a un espectáculo visual y narrativo.