Alejandro Calvillo
26/05/2022 - 12:03 am
La dictadura del algoritmo y el fin de la democracia
El conspiracionismo es la expresión extrema de un mundo en el que nos encontramos secuestrados por el dominio del algoritmo a través de las plataformas.
En el capitalismo de la información, dominado por los algoritmos, es cada vez más común encontrarse con personas que considerábamos cercanas o con las que podíamos hablar sobre temas de interés y con las que ya no podemos hacerlo porque todo lo ven como el producto de una gran conspiración.
El conspiracionismo va más allá de las polarizaciones políticas que vivimos en varios países y la división que genera es más profunda. Sin duda, la polarización política ha crecido y prolifera alimentada por las redes sociales y sus algoritmos que provocan que recibamos únicamente aquello que está registrado como nuestras tendencias. Lo que recibimos de información en las redes no es lo mismo que reciben nuestros familiares, amigos o compañeros. Las grandes plataformas tienen ya un perfil muy detallado de nuestras inclinaciones, de tal manera que recibimos aquello que está claramente definido como nuestras tendencias, aljando cada vez más a unos de otros.
Lo anterior se ve superado en el caso de las personas que muestran interés por las teorías conspiracionistas. Como la información sobre estas teorías ha tenido mucho éxito en las redes, así como la violencia y los mensajes segregacionistas, las plataformas les favorecen sin importar las consecuencias. Por esta simple razón de éxito en las redes, que llevan a los usuarios a permanecer más tiempo en ellas, es que los usuarios que muestran interés por las teorías conspiracionistas, comienzan a ser inundados por este tipo de informaciones.
La información conspiracionista lleva a sus seguidores a plantearse una visión radicalmente diferente del mundo que puede cuestionar todo hasta llegar al extremo de, por ejemplo, afirmar que la tierra es plana o que está gobernada por una secta satánica. Estas teorías no son marginales, ya han sido utilizadas exitosamente con fines políticos y han influenciado en importantes procesos electorales.
Tomemos el caso más sonado y con gran influencia en el mundo. Se trata de la teoría conspiracionista QAnon promovida por grupos aliados a Trump y utilizada contra los demócratas señalando que están siendo dirigidos por un “grupo sombrío de pedófilos que dominan el propio Partido Demócrata”. La teoría conspiracionista QAnon ha tenido una influencia determinante en el conspiracionismo global. Esta teoría parte de que el mundo está gobernado por un grupo de pedófilos adoradores de Satán que conspiran contra líderes como Trump. Los seguidores de esta teoría creen que este grupo de pedófilos, además de abusar de los niños, los matan para extraer de su sangre un químico que extiende la vida.
Las teorías conspiracionistas tuvieron mucho éxito en las elecciones que llevaron al poder a Trump. Los seguidores de QAnon aseguran que los Clinton y Obama son miembros de esta secta satánica en la que también participan actrices, actores y conductoras como Oprah Winfrey, Tom Hanks, Ellen DeGeneres, e, incluso figuras religiosas como el Papa Francisco y el Dalai Lama.
En su testimonio ante el congreso de los EUA, Frances Haugen, exempleada de Facebook, reveló una serie de documentos internos de la empresa que demuestran que era una política darle preferencia a la información que incitaba a la violencia y al conspiracionismo. De hecho, ella había ingresado a trabajar en Facebook en un área que se había establecido sobre responsabilidad en estos asuntos tras haber perdido a su mejor amigo que se hundió en teorías conspiracionistas a través de Facebook. Haugen explicó que perdió su amistad porque ya no podían hablar, su visión del mundo estaba secuestrada ya por una serie de teorías conspiracionistas.
Sin embargo, el conspiracionismo es la expresión extrema de un mundo en el que nos encontramos secuestrados por el dominio del algoritmo a través de las plataformas. Si al final del siglo veinte nos encontrábamos dominados por la llamada telecracia, que indujo a la sociedad a vivir sometida al entretenimiento, a la distracción y al placer en base al consumo, ahora estamos dominados por la infocracia en la que los individuos recibimos información personalizada a partir de nuestros algoritmos, al tiempo que estamos permanentemente vigilados a partir de lo que buscamos, lo que vemos, lo que comemos, por dónde nos movemos, todo aquello que queda registrado en nuestros celulares, computadoras y los dispositivos de gobiernos y empresas.
La democracia, como aspiración, se está convirtiendo en una gran quimera, en un mundo en que lo poco que quedaba de ejercicio democrático, el voto, se realiza sin información. Los individuos, cada vez más, irán a votar después de recibir un bombardeo de mensajes en las redes, en base a su perfil psicopolítico. Es decir, el perfil psicológico y político de cada individuo determinará el tipo de información que recibirá. Y esto ya comienza a suceder en nuestro país y es ya una práctica dominante en países como los Estados Unidos. Es decir, el país con el mayor poder bélico en el mundo ya está siendo capturado por este sistema, por las corporaciones que lo dirigen y que no han podido ser reguladas.
La complejidad de este sistema es enorme y está cruzado por muy diversos intereses. Como en el caso de las ranas que al encontrase en una olla de agua al fuego no se dan cuenta que comienza a calentarse hasta quedar totalmente cocidas, la transformación profunda del sistema social en que vivimos, con la entrada de estas tecnologías y el uso que están haciendo de ellas las corporaciones que lo dominan, no está siendo percibido por la sociedad sumergida en la información fugaz, en el torbellino de actualidad permanente. En estas circunstancias, el esbozo de democracia que hemos vivido, capturada por intereses políticos y económicos, será ya solo una quimera.
Los seguidores de QAnon creen que este grupo incluye a destacados demócratas, incluyendo a Hillary Clinton, Barack Obama y George Soros, así como a un número de estrellas del entretenimiento y celebridades de Hollywood como Oprah Winfrey, Tom Hanks, Ellen DeGeneres, y a figuras religiosas como el papa Franciscoy el dalai Lama
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