Salvador Guerrero Chiprés
26/04/2022 - 12:01 am
Reivindicar el hogar seguro
“Los reportes por ambos delitos —maltrato infantil y abuso sexual— revelan desde lesiones físicas, como traumatismos o quemaduras, hasta afectaciones en la salud mental de las y los menores, que se manifiestan en depresión, ansiedad e incluso ideación suicida”.
El espacio más seguro para niñas y niños —al menos así lo hemos entendido desde hace muchos años— es y debe ser el hogar. Sin embargo, no siempre resulta de ese modo, y las cifras revelan una realidad que debe ser transformada.
En la víspera del Día de la Niña y el Niño es indispensable poner especial atención a sus necesidades. Como ciudadanía no hay mejor forma de conmemorar que trabajando para erradicar todas las formas de maltrato y abuso sexual, que hoy registran un aumento superior al 496 por ciento.
La cifra deja nos deja helados. Se refiere al incremento en el número de reportes por abuso sexual relacionado con menores de 17 años que tuvo el Consejo Ciudadano en 2021 en comparación con 2020. Los casos de maltrato infantil se duplicaron.
Los datos revelan un creciente interés por buscar ayuda, ya sea de parte de las mismas víctimas o de personas cercanas a ellas, que se constituyen en su red primaria de apoyo, un compromiso por combatir y erradicar las diferentes agresiones que afectan a la niñez y que dejan secuelas graves.
Los reportes por ambos delitos —maltrato infantil y abuso sexual— revelan desde lesiones físicas, como traumatismos o quemaduras, hasta afectaciones en la salud mental de las y los menores, que se manifiestan en depresión, ansiedad e incluso ideación suicida.
Laura tiene 11 años, Daniel 9. Los dos son víctimas de golpes e insultos constantes de su padrastro; los pretextos no faltan: si no estudian, si no hacen limpieza, si no obedecen, si no se callan y hasta si no escuchan. La abuela oye los gritos y el llanto de la niña y el niño; por eso decidió reportarlo.
De acuerdo con la Unicef, al menos seis de cada 10 menores de edad padecen métodos violentos de disciplina, y el 50 por ciento ha sufrido agresiones psicológicas. Estas formas humillantes de trato han sido peligrosamente normalizadas y se presentan principalmente en los hogares, por parte de padres, madres, cuidadores y otras figuras de autoridad.
A pesar de su prevalencia, la violencia en la niñez suele estar oculta o no ser denunciada. Por ejemplo, el abuso sexual es un delito que los menores de edad padecen en aislamiento; el abusador, en la mayoría de los casos una persona cercana a la familia y a la víctima, aprovecha la cercanía y la relación asimétrica para atacar y obligar al silencio.
Es una realidad lamentable que vuelve urgente reivindicar el hogar como un espacio seguro. La ciudadanía es central —como en el caso de la abuela de Laura y Daniel— en la construcción de redes de apoyo.
Desde los organismos, la articulación de programas de atención —como las alianzas del Consejo Ciudadano con Save the Children o Yo quiero, yo puedo, presididas por María Josefina Menéndez y Susan Pick— son fundamentales para evitar a tiempo un daño mayor.
El cuidado infantil es responsabilidad de todas y todos, para reivindicar al hogar como el espacio más seguro.
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