Desde 2014, el colectivo Huellas de la Memoria empezó a grabar en linóleo las huellas de los zapatos de quienes buscan a sus desaparecidos. “Estas huellas recuerdan que ahora en la búsqueda nos queda a nosotras y a nosotros, no nada más a sus familiares que les sobreviven; nos recuerdan que social y colectivamente deberíamos buscarles todos y todas”, explica el colectivo en la exposición inaugurada el pasado 24 de abril.
Por Caterina Morbiato
Ciudad de México, 26 de abril (El Sur).- Cinco pares de zapatos de mujeres cuyos caminos se detuvieron pero de quienes persiste la memoria y un legado de esperanza, son el hilo conductor de una exposición montada por el Colectivo Huellas de la Memoria, en honor a aquellas madres que perdieron la vida sin haber encontrado a sus hijas e hijos desaparecidos.
Recorrieron cientos, miles de kilómetros para exigir justicia. Se trasladaron a escuelas, hospitales, centros de detención, veredas, baldíos, carreteras, barrancas, fiscalías y Ministerios Públicos.
En mayo de 2014, el colectivo Huellas de la Memoria empezó a grabar en linóleo las huellas de los zapatos de quienes buscan. Los grabados recogen palabras esenciales de quienes usan/usaron esos zapatos y cómo han descrito su propia búsqueda.
El molde de linóleo se imprime sobre papel y lo que quedan son “huellas que hablan”: la historia de cada pisada, el por qué de cada rastro perseguido y a seguir.
“Estas huellas recuerdan que ahora en la búsqueda nos queda a nosotras y a nosotros, no nada más a sus familiares que les sobreviven; nos recuerdan que social y colectivamente deberíamos buscarles todos y todas”, explica el colectivo en la exposición inaugurada el pasado 24 de abril.
Los zapatos -que simbolizan el legado de determinación y cariño de estas mujeres- estarán expuestos hasta el 29 de mayo en el nuevo espacio cultural La Resistencia, ubicado en la calle de República de Cuba 34 en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
HUELLAS VERDES, ROJAS, NEGRAS Y ANARANJADAS
Cuatro de estas huellas son impresas en verde, color que indica que las personas queridas siguen desaparecidas; pertenecen a Minerva Bello, originaria de Omeapa, municipio de Tixtla, y mamá de Everardo Rodríguez Bello, uno de los 43 normalistas detenidos y desaparecidos entre el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala.
También, a María del Carmen Ortiz, quien buscó a su hijo Héctor Rangel Ortiz, desaparecido el 10 de noviembre de 2009, en Monclova, Coahuila; Romana Ortiz Reyes, quien buscó a su hijo Pedro Ramírez Ortiz y a su nieto Armando Salas Ramírez, desaparecidos el 12 de mayo de 2008 en Torreón, Coahuila; María Luis Fierro, mamá de Olga Navarro Fierro, desaparecida el 8 de noviembre de 1978 en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Las únicas huellas rojas, son las de Cornelia Guevara, Doña Cony como le decían, fue asesinada mientras buscaba justicia para su hijo Oswaldo Espejel Guevara, desaparecido el 7 de agosto de 2012 en Tecámac, Estado de México. Era 15 de enero de 2016.
“Mi madre tenía su vida normal hasta que le desaparecieron a uno de sus hijos y ella se dio la labro de estar buscándolo, y exigiendo justicia como muchas madres de este país”, dijo durante la inauguración Elizabeth Espejel Guevara, hija de Cony.
Antes de ser asesinada, Cornelia Guevara había podido investigar y dar con algunos de los implicados en la desaparición de su hijo. Tras su muerte, Elizabeth decidió continuar con la búsqueda de su hermano.
“Mi familia me decía que lo dejáramos así por lo mismo que le han hecho a mi mamá, pero me prometí a mí y a ella de entregárselo a donde estuviera”, añadió.
Además del verde y el rojo, el colectivo Huellas de la Memoria recurre a dos colores más para imprimir las huellas; negro para aquellas personas desaparecidas que fueron encontradas muertas e identificadas por sus familiares, y naranja, que significa que aparecieron vivas.
De estas últimas, sin embargo, sólo existen dos entre las cerca de 240 huellas que ha impreso el colectivo. La llegada del mes de mayo, y con éste, la celebración con motivo del Día de la Madre, son un triste recordatorio para las mujeres que llevan días, meses, años en su búsqueda de sus hijas o hijos desaparecidos.
Este dolor, junto con la impunidad que sigue imperando en la desaparición de más de 85 mil personas en México, ha afectado la salud física y mental de quienes buscan y esperan sin tregua. En sus caminos por halar la verdad y justicia, muchas han sido blanco de la violencia criminal que merma en el país.
UN MURO CON VIDA PROPIA
En enero de 2020, Huellas de la Memoria empezó a construir un memorial para todas las personas desaparecidas. Se trata de un muro que mira hacia la entrada de la sede nacional de la Fiscalía General de la República (FGR), en que colocaron mosaicos con sus rostros y las huellas de quienes les buscan.
A pesar de que la pandemia por COVID-19 dificultó los actos dedicados a instalar nuevos mosaicos, el muro no dejó de crecer a lo largo de 2020, de manera independiente o junto con otros colectivos familiares de personas desaparecidas han llegado a fijar su propio mosaico o una pegatina.
La postura del colectivo -dice una de sus integrantes que pide no ser identificada- es que “No es de nadie”. “El muro es de la memoria, pero no es de Huellas de la Memoria. Nos parece muy asombroso y lindo que esté tomando vida propia y que las y los familiares, vean que frente a la impunidad y a la revictimización que sufren en la Fiscalía puedan hacer esta protesta”.
Con el tiempo el muro de ha transformado en un espacio de contacto con familias que no pertenecen a ninguna organización o con personas desplazadas, ya que la FGR es un destino obligado para quien debe hacer diligencias de búsqueda.
Se tienen previstos dos actos en el muro en ocasión del Día de la Madre. El 9 de mayo, estará dedicado a las personas migrantes desaparecidas. En tanto, el 10 de mayo, a las 16:00 horas, será una conmemoración para todas las madres que deseen asistir.
ESPACIO PARA RESISTIR EN COLECTIVOS
El espacio multicultural y abierto de La Resistencia, enclavado en el Centro Histórico, acoge cuatro distintos proyectos que respaldan uno a otro.
En primer lugar, está la tienda de alimentos “Enamórate de Ana”, que ofrece productos naturales y orgánicos cosechados por productoras y productores mexicanos. Este proyecto que empezó con ventas en línea hace un año, es impulsado por Ana Enamorado, originaria de Honduras, quien busca a su hijo Óscar Antonio López Enamorado, desaparecido el 19 de enero de 2010 en Jalisco.
En la lista de productos que distribuye están los chocolates Ts’om Taxua Corazón de Cacao, un colectivo de Xochistlahuaca, Guerrero, dedicado al cultivo y procesamiento del cacao en manera comunitaria y no industrial.
Gracias a la colaboración que nació entre los dos emprendimientos, próximamente habrá tabletas de chocolate que llevarán la imagen de Óscar Antonio, para así contribuir a su búsqueda.
La Resistencia, además, alberga al Café Latinoamericano, enfocado en resignificar la idea de “café americano” y vinculado con pequeños productores de las comunidades de San Cristóbal Lachirioag y Tanetze de Zaragoza, de la Sierra Norte de Oaxaca.
Asimismo, la comunidad que conforma Domingo de Artesanías busca comerciar de forma justa las piezas de artesanas y artesanos tradicionales de Chiapas, Puebla y Oaxaca. Guerrero pronto tendrá presencia en los estantes de Domingo de Artesanía a través de instrumentos musicales fabricados en Tixtla.
La galería de La Resistencia propone de manera cíclica eventos culturales y una serie de exposiciones de arte gráfica, como la que se inauguró a homenaje de las madres buscadoras.