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RECUENTO-EPIDEMIAS-MÉXICO

¿Cuántas epidemias ha habido en México? Un recuento desde la Colonia al COVID-19 del siglo XXI

26/04/2020 - 5:30 pm

En 1576 una epidemia, que los indígenas llamaban hueycocoliztli, se extendía por todo el territorio mexicano. Mató a millones en semanas, pero ya habían cobrado factor el sarampión, la viruela, el tifo. El extractivismo y el maltrato incrementó las muertes.  El doctor Carlos Viesca Treviño, académico de la UNAM, estima que murió el 80 por ciento de la población al término de ese periodo y no se pudo recuperar hasta el siglo XX.

Ciudad de México, 26 de abril (SinEmbargo).- De los códices a los mapas interactivos, la documentación de las epidemias ha cambiado con el tiempo, pero las tragedias han sido cíclicas. Cada siglo, los mexicanos han enfrentado brotes de enfermedades transmitidas por algún virus con un impacto demográfico importante.

En la memoria colectiva la viruela y el sarampión son reconocidas como epidemias que llegaron de Europa y contribuyeron al exterminio de los pueblos indígenas, entonces inmunológicamente desarmados por la ausencia de anticuerpos.

No obstante, tras siglos de investigación y controversias, se encontró que los pueblos originarios no sólo padecieron epidemias por virus importados y las condiciones de sometimiento, también las actividades extractivistas como la minería y el clima contribuyeron a la extensión de epidemias como la de la fiebre hemorrágica, surgida en 1576, e identificada como la más letal del periodo de la conquista.

A finales de la década de los noventa, se logró aislar a un antivirus como causante de la epidemia ocurrida en 1576, tan mortífera que los pueblos originarios se refirieron a ella con el nombre más catastrófico que existía en náhuatl; le llamaron Hueycocoliztli y se sabe por los censos realizados que causó al menos un millón de muertes en lo que hoy es la Ciudad de México y 6 millones en la región centro del país.

LAS EPIDEMIAS EN LA COLONIA

En entrevista con SinEmbargo, el doctor Carlos Viesca Treviño, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de México (UNAM), explicó que para 1576 la población indígena ya había sido azotada por una serie de epidemias de sarampión, viruela y tifo que arribaron al continente desde el siglo XV.

Al término de este periodo la población originaria se vio reducida en un 80 por ciento. El académico estima que de una población sana de entre 25 a 30 millones de personas que vivían en el periodo previo a la conquista, para 1576 se había reducido a sólo un millón. La población no se recuperó hasta el siglo XX, en parte por otras epidemias que continuaron brotando y por el maltrato que sufrieron los indígenas durante la colonia.

“La población no se recuperó, por la epidemia, y por las condiciones sociales. [Por no tener] nada de cuidado a los nativos, por el trabajo en minas con problemas de tuberculosis, y la entrada del paludismo que llega de África a finales del siglo XVI”, señaló el académico.

Desde la época colonial cada 25 años aproximadamente se presentaron episodios epidémicos de viruela en el territorio mexicano hasta su erradicación en la década de los años cincuenta.

“[...] la viruela más o menos cada 25 años da un brote. Hay brotes fuertes a fines del siglo XVIII, quiere decir que cada 100 y 120 años, cada cinco brotes, el virus se modifica y ataca a más grupos de población de los que había tardado en las intermedias”, explicó el médico.

En lo que respecta a este padecimiento el Doctor Viesca Treviño explicó que las campañas primero de variolización y después de vacunación fueron cruciales e incluso se logró erradicar este padecimiento primero en México que en otros países.

LA FIEBRE HEMORRÁGICA

De acuerdo con el académico las epidemias de sarampión, viruela y tifo fueron identificadas gracias a la documentación existente y la manera en que los pueblos originarios las describieron. Pero el brote que surgió en 1576 fue confundido con salmonela, peste bubónica, tifo e incluso fiebre amarilla a pesar de que la zona cero se ubicó en una zona semidesértica.

En el 2002 los investigadores Rodolfo Acuña-Soto, David W. Sthale, Mathew D. Therrel realizaron un nuevo análisis sobre esta epidemia y encontraron que se trató de fiebres hemorrágicas agravadas por la violencia generada durante la conquista y los factores climáticos.

Entonces ya se había llegado a la conclusión de que los brotes ocurridos entre 1545 y 1576 se debieron a un virus nativo que fue transmitido a través de una especie de roedor.

El académico de la UNAM comentó a este medio que esta epidemia irrumpió en una zona semidesértica de Durango y Zacatecas justo cuando los españoles iniciaron campañas de extracción minera en la región. De acuerdo con el médico, no pudieron saber del origen de esta epidemia hasta finales del siglo XX cuando tras analizar brotes similares ocurridas en Bolivia y Argentina causadas por un antivirus cuyos vehículos fueron roedores que habitaban zonas donde se iniciaron las actividades extractivas.

“[El virus] se ha aislado a finales del siglo XX y principios del XXI, se ha aislado en el desierto de Texas, en las zonas semidesérticas en Nuevo México; y los roedores están acostumbrados a él, llevan una convivencia de siglos con él. Casualmente aparece la epidemia cuando se empiezan a abrir zonas mineras en esta zona semidesértica.

“La población llega a una zona minera, encuentran roedores infestados, se infectan, que es exactamente el mismo proceso que se dio con la fiebre hemorrágica de Bolivia y las Pampas argentinas a finales del siglo XX, esto no lo podíamos saber antes, porque ni siquiera se había pensado que los hantavirus y los arenavirus eran estas cosas”, afirmó Viesca Treviño.

SEQUÍA PUDO FAVORECER

Por su parte la investigación de Rodolfo Acuña-Soto, David W. Sthale, Mathew D. Therrel se señala que el brote que inició en julio de 1575, alcanzó su pico más alto en septiembre y este no se detuvo hasta marzo del año siguiente; aunque hubo un segundo brote en agosto pero con menor mortandad.

De la región central de México se extendió en cuestión de semanas hasta Sonora y Guatemala. Los censos de ese periodo señalan que la población originaria se redujo en un 50 por ciento. Los investigadores indican que esta epidemia no se detuvo hasta 1815, periodo en que el país ya estaba inmerso en la guerra de Independencia y los españoles abandonaban la región.

Extensión de la epidemia de 1576 en el territorio mexicano, el tamaño de los puntos corresponde al número de casos documentados. Foto: Rodolfo Acuña-Soto, David W. Sthale, Mathew D. Therrel

Acuña-Soto, Shtale y Therrel observaron en los anillos de los árboles que a mediados del siglos XVI tuvo lugar una importante sequía que pudo favorecer a la propagación del virus, justo en el periodo en que el número de muertes se elevó.

Los cálculos de los investigadores estimaron que entre 1519 y 1520 fallecieron entre 5 y 8 millones de personas, cifra equivalente a la población de la Ciudad de México, según el censo del 2015. Pero la peor parte llegó entre 1545 y 1575 en que fallecieron entre 7 y 17 millones de personas en todas las zonas afectadas.

Entre 1915 y 1916 México se encontraba inmerso en la Revolución y con un sistema de salud colapsado hizo frente a epidemias de fiebre tifoidea, viruela, y tuberculosis. En el cénit del movimiento armado, arribó al país un virus más letal: la influenza H1N1 o gripe española cobró 300 mil muertes según estimaciones de historiadores. Este miércoles el subsecretario de salud, Hugo López-Gatell afirmó que el país no volvió a vivir un episodio más crítico hasta la epidemia del COVID-19.

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