El candidato a la Jefatura de la Ciudad de México que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, primer Jefe de Gobierno de la capital del país, apoya se llama Marco Rascón Córdova. Es chef experimental, es el creador de “Superbarrio Gómez”, y es un activista, luchador social y forma parte de aquella generación que en 1989 fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
En entrevista con SinEmbargo, Rascón Córdova habla de su candidatura, de la división de la izquierda de la que él formó parte, de su enemistad con Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición “Juntos haremos historia” a la Presidencia de la República, y de su forma de ver el quehacer político.
Ciudad de México, 26 de abril (SinEmbargo).– Marco Rascón Córdova, el candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México por el Partido Humanista al que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el primer mandatario electo de la capital del país en 1997, le manifestó su apoyo públicamente esta semana, es un hombre que tiene una larga trayectoria de luchas sociales y que, en 1989, fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD) junto con todos aquellos personajes que buscaban cambiar al país a través de la izquierda.
Creador de “Superbarrio Gómez”, el súper héroe mexicano de los damnificados del terremoto del 19 de septiembre de 1985 y, además, chef experimental, es uno de los candidatos en la contienda por el Gobierno de la ciudad menos conocido, pero que se llevó la gloria durante el primer debate entre los contendientes por la capital del país al comparar a Mikel Arriola Peñalosa, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con Javier Duarte de Ochoa y el ex Presidente Gustavo Díaz Ordaz, y por cerrar su participación con un poema de Efraín Huerta.
Rascón Córdova, originario de Naco, Sonora, vivió su infancia y su juventud en Chihuahua –donde estuvo en la cárcel entre 1972-1975 por sus activismo político–, lugar en donde también empezó a experimentar en la cocina; se considera parte de la oposición y no cree en la izquierda que representan actualmente los partidos PRD y Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
“Gane quien gane ya soy parte de la oposición. Si gana [José Antonio] Meade, [Ricardo] Anaya o Andrés Manuel [López Obrador], me declaro un opositor, porque no creo en el proyecto de los tres”, dice en entrevista con SinEmbargo.
Marco Rascón no es un improvisado de la política. Tiene 65 años y una larga trayectoria en la lucha por la democracia. En 1988 apoyó a Cuauhtémoc Cárdenas en su carrera por la Presidencia de la República y en 1997, como miembro activo del PRD, fue asesor de su Gobierno en la Ciudad de México.
Enemistado con Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición “Juntos Haremos Historia” –que integran Morena, Partido del Trabajo (PT) y Partido Encuentro Social (PES)–, desde la década de los 90 por manifestarse con una máscara de cerdo durante el Segundo Informe de Gobierno del ex Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, el activista de la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México está en la contienda por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, sabedor de que su intención del voto es marginal y que hay una clara puntera para ganar la elección: Claudia Sheinbaum Pardo, la abanderada de Morena.
Sin embargo, aunque Sheinbaum Pardo representa a una buena parte de todos aquellos compañeros de lucha que en 1997 conquistaron la ciudad, a Marco Rascón lo decepciona la división de la izquierda.
“El gran peligro es de que no vayamos a tener una Jefa de Gobierno, con Claudia, que no vaya a ser un esquema de regencia. Que le quieran dar un trato tipo Delfina Gómez, donde [López Obrador] hace campaña tratando de hacer evidente: ‘ella es mi títere’, ‘ella va hacer lo que yo quiera’”, afirma Rascón Córdova.
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–¿Cómo se sintió después del debate?, ¿qué le dicen sus números?, ¿qué le ha comentado su equipo?
–Creo que son bastantes críticos el equipo. No son condescendientes para nada. Me dicen dónde he cometido errores. Sin embargo, creo que el balance que sacamos fue por lo menos fijar una posición distinta que no estaba en el cuadrante de esta presión, donde hay que decir propuestas puntuales, pero donde se nos pierde el bosque. Hablamos de los árboles, pero no hablamos del bosque. Poder remitir un tanto a la historia de lo que significa todo el proceso que se inició en 1997 y que hoy está a discusión de una manera muy clara. La fuerza original está completamente dividida, fraccionada, conflictuada, se llevan a sillazos, insultos; entonces, un tanto la responsabilidad era tratar de convocar a toda esa fuerza, precisamente para poder pensar en el futuro de la ciudad. El acabar con una poesía fue porque siempre que falla el discurso político, la poesía es lo que no salva. El lenguaje poético es el que resume un poco los estados de ánimo. Entonces más allá de nuestros conflictos, nuestros enconos, finalmente Efraín Huerta, el gran cocodrilo hablando de la ciudad fue para decir: ‘ahí nos vemos y seguimos’.
–Usted dedica un texto a Mikel Arriola. Lo compara con Javier Duarte, ¿por qué se interesó específicamente en este candidato?
–Porque se han estado disfrazando como si el PRI fuera un partido nuevo. Esta idea que han querido vender de nuevo PRI, a la hora de discurso de Mikel Arriola en una de las ciudades más progresistas, que incluso acaba de aprobar una Constitución que tiene que ver con una reivindicación histórica de las luchas por las libertades y los derechos, venir a cuestionarla y sobre todo a decir y amenazar con el asunto de regresarla o de que podamos regresar; me parecía que más allá de lo personal de Mikel Arriola era lo que él estaba representando. Él es Díaz Ordaz, es el 68, es contra lo que luchó mi generación. Pero hoy el hecho de que eso esté olvidado por la responsabilidad tanto del PRD como Morena, pues sufren de olvido y de falta de memoria, nos lleva a no confrontar desde el plano programático, ideológico una candidatura que, aunque no tenga posibilidades de ganar, es el huevo de la serpiente que está ahí, que va estar ahí.
–¿No quiso poner en el mismo saco a Mikel Arriola y lo apartó de las otras candidatas?
–Sí. Cuando él estaba con un cierto grado de impunidad tratando de mantener la crítica, que podemos coincidir en muchas de las críticas, nada más que la diferencia con Mikel Arriola es de que él lo que plantea y propone es regresarte a 1997, al viejo esquema, autoritario, centralista, conservador. La otra es reconocer que hay una cantidad de errores y pensar en cómo vamos a corregir. El futuro de la ciudad no es deshaciendo lo que se ha logrado, sino dándole otra dimensión.
–Usted dijo en el debate que estaban en peligro las luchas sociales que se habían conquistado en la Ciudad de México, ¿por qué advierte ese peligro? Hay una clara puntera en las encuestas que es la candidata de Morena. ¿Usted ve peligro en Morena de perder las luchas sociales?
–Hay muchas cosas que se han estado planteando. Una es de que el gran peligro es que no vayamos a tener una Jefa de Gobierno, con Claudia, que sea un esquema de regencia. Que le quieran dar un trato tipo Delfina Gómez, donde [López Obrador] hace campaña tratando de hacer evidente: ‘ella es mi títere’, ‘ella va hacer lo que yo quiera’. Eso en términos de la ciudad será bastante peligroso. Hay que tratar de dibujar, por el tiempo era complicado, muchas de las cosas que hemos estado cuestionando. Yo hablé de la era Giuliani [por Rudolph Giuliani y la asesoría contratada por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la CdMx] , haberle pagado 450 millones para una asesoría, son 450 millones de pesos es lo que se le pagó para hacer un proyecto de cero tolerancia [en materia de seguridad].
–¿No ve reflejados en Morena y en el PRD, bueno en el Frente, aquellas luchas sociales de 1997?, ¿esta generación no está representada ahí?, ¿los ideales que se tenían en esa época?
–Hay vestigios, porque hay muchos compañeros tanto en el PRD como en Morena. Compañeros con los cuales hicimos gran parte de todo el movimiento del 88, incluso compartimos el sismo del 85; estamos hermanados por la memoria y todo lo que significó. Nosotros construimos como Asamblea de Barrios más de 60 mil viviendas nuevas. Esto dio origen a todo el concepto arquitectónico de la ciudad compacta. Una cosa que sucedió es que se impidió la expulsión de miles de gentes a la periferia; eso fue un triunfo muy grande. Eso nos hermanó y están en PRD y Morena. Nada más que marcados con una idea de guardar silencio, someterse a un sistema de lealtades, donde muchos tuvieron que perder el juicio crítico. Una cosa muy grave que han hecho las direcciones de PRD y Morena es enfrentar a compañeros que lucharon juntos y que hoy están divididos a muerte dentro de los barrios. Los que tocaron las mismas puertas hace 12 años, hoy están peleados acusándose de traición, insultándose, y esta idea muy recurrida de lanzarse sillazos.
–¿Por qué usted no decidió estar en alguno de estos partidos para esta contienda tan importante de 2018?, ¿no se acercó a Morena? Leí por ahí que hace mucho tiempo hubo un rompimiento con Andrés Manuel. Háblenos de eso.
–Desde 1996 ya existía ese rompimiento. Me parecía que detrás del discurso de la lucha social y él siendo un dirigente social, había una gente muy conservadora, pero al mismo tiempo excesivamente pragmática. Yo apoyé la candidatura de López Obrador para ser presidente del partido. Lo apoyamos mucho durante lo que fue el éxodo que venía desde Tabasco. Los tabasqueños en aquel momento al llegar tenían arroz, cobijas, nuestras plazas eran su casa. Sin embargo, él siempre como una idea muy torva, era que cualquier movimiento y cualquier colectivo natural, previo a él, había que destruirlo. Es decir, él hasta que no llega, cuando llega a ser Jefe de Gobierno, la historia no existe. La historia empieza cuando él está como Jefe de Gobierno. Una parte que fue el agravante fue la máscara de puerco. Fue una parte importante, por el asunto de que llega a un acuerdo con Zedillo, que incluso se lo reclama Heberto Castillo en un artículo acusándolo de lombardista cuando López Obrador llama a respaldar al Presidente y ellos se comprometen a que en ese informe de Gobierno no habrá ninguna protesta, porque es el informe donde Ernesto Zedillo anunciaría las reformas estructurales de la privatización de Pemex [Petróleos Mexicanos], ferrocarriles y Comisión Federal de Electricidad [CFE]. Ese momento lo único que reclamaba es que eso se discutiera dentro del consejo [de PRD] y la propia fracción de diputados. Era únicamente maniobrar para que no se dijera nada. A mí se me ofreció irme del país de vacaciones, para no estar ese día.
–¿Quién le ofreció?
–A través de la coordinación del PRI. Yo les decía: ‘oigan yo no me mando solo. Tengo mis compañeros’. Y me decían: ‘no, es que tus compañeros ya dijeron que habláramos contigo’. Es decir, yo me sentí como un kilo de tomate en un tianguis: puesto a la venta. En esto con mi experiencia histriónica, teatral de mi infancia y juventud decidí aplicarla con todo el rigor, con toda la fuerza para cuestionarlos a fondo de lo que era ese acuerdo. Fue una especie de suicidio político porque me enemisté con toda la clase política, incluso con el PRD. Viene un alejamiento largo, prolongado. Como alternativa a los partidos existe hacer restaurantes.
–Usted habla de que en los 90 empieza a ver un pragmatismo en Andrés Manuel. Ahora ha sorprendido a sus críticos con su propuesta de Gabinete y la gente que ha incluido en el partido. Lo están señalando de que ha pecado de pragmático. Pero usted en los 90 dice que ya veía un pragmatismo. ¿Cómo lo manifestaba en esa época?
–Tenía un detalle que era profundamente anticomunista, antisocialista, cualquier cosa progresista había que deshacerlo. Se la pasaba todo el tempo renunciando, cualquier cuestionamiento a una decisión de él declaraba su renuncia. Finalmente terminó renunciando y dejando al propio PRD hecho pedazos. Luego viene esta parte que creía que era una idea obsesiva mía: su forma bíblica de ver la política. El éxodo es porque él es Moisés; él está sacando a los tabasqueños de Egipto y él los conduce a un mundo mejor y los libera. Por eso le puso el éxodo. Está esta parte muy conservadora en no ver a los ojos, en discutir abiertamente. Él no discute. Discutir, rebatirle es condenarse al rechazo y empezaban a suceder cuestiones de exclusión de muchos de los liderazgos importantes que habían sido parte de todo el movimiento del 88. Él llega un poco después, todo el mundo sabe: él en ese momento del 6 de julio de 1988 era un dirigente del PRI importante. Él vota por [Carlos] Salinas, o estará ahí, pero el asunto es que él era parte de toda la estructura priista en Tabasco. Pero esa cuestión se trasmite en todo lo que es la estructura del PRD y en la media que fue tomando un papel relevante, la exclusión se hizo cada vez más grande. Él fomenta toda la estructura de corrientes y de tribus, ya venía, no es de que él la haya inventado, pero les da una estructura y reparte las prerrogativas de acuerdo al peso que tenían en las elecciones internas y se hace un sistema de partidos dentro del propio partido, con intereses de cada quien.
AMLO NO HA CAMBIADO, CAMBIÓ MÉXICO
–¿Andrés Manuel ha cambiado ahora que está rumbo a la Presidencia y que es el puntero?
–Yo creo que ha cambiado el país y él no. Incluso tiene los mismos chistes de hace 15 años, las mismas maneras de referirse a sus adversarios. Tiene esa misma manera de si es a la distancia les va y les grita, los acusa de las peores cosas; cuando los tiene enfrente decide no contestar, no hablar con ellos porque no están a la altura. Él no puede estar en ninguna tribuna donde haya preguntas abiertas, donde haya públicos no controlados. Él no puede estar y tiene un problema muy claro: no puede asistir a las universidades públicas, a las privadas sí porque son públicos a los que les habla lo que quieren escuchar y trata de eludir cuestionamientos, pero en el caso de la UNAM nunca ha podido asistir.
–Y ahora que la izquierda está muy cerca de ganar la Presidencia con él como candidato, ¿usted apoyaría que llegue Andrés Manuel y no Meade o Anaya?
–Gene quien gane ya soy parte de la oposición. Si gana Meade, Anaya o Andrés Manuel, me declaro en un opositor, porque no creo en el proyecto de los tres.
–¿No cree en esta izquierda?
–Si a diciembre de 2017 Andrés Manuel ya tenía de ventaja 20 puntos, ¿para qué una alianza con el PES y con el PAN? Con Germán Martínez, con Gabriela Cuevas, ¿para qué abrirles con la fuerza de la izquierda un papel y darles peso a estos personajes? Cuando uno piensa en cómo puede ser la bancada estando juntos en el mismo grupo parlamentario Germán Martínez, una gente de ultra derecha; con Ifigenia, nuestra amiga de toda la vida, ¿qué van hacer? Es Cárdenas, o no es Cárdenas. Es política económica, social, libertades, aborto, ¿cuál es la posición de Morena con respecto a mucho de los temas? Eso habla es de un pragmatismo, pero también de un tipo de inclusión que tiene que ver con mucha incoherencia y que pensando en los otros bloques, tanto del PRI, como del PAN y PRD, yo no sé cómo se van a integrar las próximas fracciones parlamentarias. Si no es únicamente por la verticalidad del presidencialismo. Porque si es por cuestiones temáticas y programáticas aquello será un cruzadero, una cuestión muy incoherente. Ahí la gran preocupación es cómo se va a llevar la conducción del país en medio de todo ese esquema tan decadente de los partidos políticos.
–Volviendo al tema de la ciudad, ¿qué es lo que lo diferencia a usted de los otros candidatos ?, ¿cuál es su propuesta que lo hace distinto?
–Es conceptual y tiene que ver con la experiencia política y con el uso de la política. La política es sumamente importante para entender y generar consensos y acuerdos. El gran problema es cuando hay propuestas sin ver el bosque y sin tener claro cuáles son las necesidades políticas del futuro. Ahí tengo ventaja sobre ellos. Claudia, pensando en esta idea, que es la de Andrés Manuel, que ellos van a ganar todo y que los demás son invisibles y no existen o son resultado del fraude; no puede haber alguien que vote ni por el PAN ni por el PRI. Yo muy claro cuáles son mis diferencias con ellos y sus partidos, pero también tengo claro que van a seguir existiendo, por lo tanto tenemos que hacer acuerdos. Para lo que son temas sustanciales de la ciudad como el agua, la movilidad, la infraestructura, el desarrollo urbano, necesitamos acuerdos de mediano y largo plazo que ellos, por la manera de confrontarse o de subestimarse, pues prácticamente están impedidos para llegar a cierto tipo de acuerdos. Yo creo que tengo dos armas: una la experiencia y mucha conciencia de cuáles son los errores que se han cometido y cuáles son los errores que hay que corregir en movilidad, justicia. Creo también que ninguno de ellos está en condiciones de terminar el sexenio, todos van a querer saltar el chapulinazo y declarase candidatos a la Presidencia de la República. Yo, por edad, por conciencia y vocación aquí me quedo.
–¿Cuántos años tiene?
–65. Nos tocó desde muy joven andar en esto. Desde los 13 años allá en Chihuahua.
–En la cuestión de seguridad ¿cuál es su proyecto?
–Son varias cosas. El punto de partida es que hay una ruptura entre la ciudadanía y el Gobierno. No creemos en el Gobierno a la hora que nos da el servicio de la seguridad, ese vínculo está roto. El asunto es que yo no me voy a pelear ni con la tecnología, las cámaras, ni los GPS, ni las patrullas, ni lo chalecos, ni armas habidas y por haber, pero el asunto nodal es que hay una ruptura que ha generado un vacío muy grande donde no se tiene claro cuáles son los delitos de la convivencia de las comunidades y los delitos de alto impacto que genera una organización criminal. Tenemos mucha policía, pero está totalmente dividida, sin una cuestión claramente de inteligencia. La ciudadanía los ve ajenos, es la seguridad que protege al Gobierno y no a los ciudadanos. Yo tengo un esquema de fortalecer el sistema en las comunidades, barrios y colonias, con un sistema judicial de jueces electos. Son 1,200 y tantas colonias, serán 1, 200 jueces que pueden estar en las casetas.
Tenemos que entrarle al sistema carcelario que ya está saturado, son todas las familias que están involucradas y sobre todo niños. Tenemos que rescatarlos por la vía de la cultura. Es allanar la entrada a los reclusorios con talleres: mientras la mamá entra a ver al esposo, los niños a cantar, hacer teatro, tocar la orquesta. El niño puede entrar con su dibujo que hizo y estoy seguro que cualquier dibujo del niño le puede quebrar su espina dorsal de su idea del mundo al papá.
–Finalmente Marco, no quiero dejar de lado la cuestión de la fotografía de Cuauhtémoc Cárdenas con la candidata Alejandra Barrales Magdaleno. ¿Qué siente de que Cárdenas haya dicho que apoya directamente a Rascón?
–Yo tengo una relación con el Ingeniero desde 1987, que se ha ido construyendo con una base de confianza y coincidencia en cuestiones programáticas. Cada vez que he ido conociendo la personalidad de Cuauhtémoc, independiente de lo que fue la figura de Lázaro Cárdenas; lo que ha significado Cuauhtémoc, de todos sus esfuerzos y sobre todo esta idea de cargar con un legado le ha hecho ser una gente que tiene un mirador sobre la política, donde de entrada es un caballero: cualquiera puede ir a tocar su puerta y él va y lo recibe, como generosamente recibió a la compañera Alejandra Barrales, pero de ahí a la idea de usar al ingeniero, es una de la cosas más complicadas que no han podido hacer muchos políticos. Esto de ir a tomarse una foto para decir: ‘me apoya’, no. Es mi amigo, mi compañero y una de la cosas más gratas fue cuando me habló y me dijo: ‘quiero estar en tu registro’. Soy meritorio de un respaldo del primer Jefe de Gobierno, pero eso también me pone a estar a la altura de ese respaldo.