Las caravanas más recientes no están recibiendo una acogida tan cordial en Chiapas como ocurrió con otras el año pasado, cuando gobiernos locales y grupos religiosos repartieron alimentos, agua y ropa. Anteriormente la propia policía ayudó a veces a los migrantes a conseguir transporte.
Este año, el Gobierno mexicano suspendió repentinamente la emisión de visas “humanitarias” a los migrantes en la frontera con Guatemala. Las visas les daban estatus legal a los migrantes mientras se dirigían a la frontera con Estados Unidos.
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de marzo, (AP) — Una nueva caravana de casi 2 mil 500 migrantes avanzaba el martes desde el sur de México con rumbo a la frontera con Estados Unidos, enfrentando mayor calor -y una acogida mucho menos cordial- que las caravanas del año pasado.
La caravana atravesó el lunes la ciudad de Huixtla, en el estado sureño mexicano de Chiapas, pero la policía se formó para mantenerlos en movimiento a lo largo de una carretera a las afueras de la ciudad, y no los dejó entrar, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado, cuando se permitió que las caravanas se quedaran en el centro de la población.
La alcaldía dijo en un comunicado que ofreció agua y asistencia médica a la caravana de 2 mil 466 personas, integrada principalmente por nicaragüenses, cubanos, salvadoreños, hondureños y guatemaltecos. Agregó que la caravana incluía a muchos niños y que algunos estaban sufriendo con el calor de la zona, que ha alcanzado una temperatura máxima de 39 grados centígrados (100 grados Fahrenheit).
Las caravanas más recientes no están recibiendo una acogida tan cordial en Chiapas como ocurrió con otras el año pasado, cuando gobiernos locales y grupos religiosos repartieron alimentos, agua y ropa. Anteriormente la propia policía ayudó a veces a los migrantes a conseguir transporte.
Un grupo de activistas opinó que el Gobierno mexicano parece tratar ahora de cansar a las caravanas o impedir que lleguen a Estados Unidos.
“Es una estrategia para ‘reventarlos’… de parar las caravanas”, dijo Irineo Mújica, de la organización humanitaria Pueblo Sin Fronteras, que acompañó las caravanas del año pasado y las de este año.
Este año, el Gobierno mexicano suspendió repentinamente la emisión de visas “humanitarias” a los migrantes en la frontera con Guatemala. Las visas les daban estatus legal a los migrantes mientras se dirigían a la frontera con Estados Unidos.
Esa decisión llevó a un grupo de migrantes, entre ellos muchos cubanos, a precipitarse a las oficinas de inmigración cerca de la frontera la semana pasada. La agencia de inmigración cerró esas oficinas en respuesta a la refriega.
Además, tras la reciente desaparición de 19 migrantes en el estado de Tamaulipas, fronterizo con Estados Unidos, policías y agentes de inmigración han estado deteniendo y deportando cada vez más a los migrantes allí. Los migrantes en Tamaulipas generalmente recurren a traficantes humanos y no forman parte de las caravanas.
En febrero, una caravana de unos mil 600 migrantes centroamericanos fue confinada en un refugio improvisado en una antigua fábrica en el estado norteño de Coahuila.
A los migrantes se les permitió moverse libremente a través de México el otoño pasado, pero Mújica dijo que México había cambiado su política para “cumplir con las expectativas de (el presidente de Estados Unidos, Donald) Trump”.