DESEO DE SANAR, ALIMENTO DE IGLESIA FIDENCISTA

26/03/2013 - 12:00 am

Hace décadas, el culto al Niño Fidencio se estableció en Espinazo, Nuevo León. Curandero milagroso, afirman unos, heredó a su grey “poderes” curativos que algunos otros ven como charlatanería. Pero su rebaño crece y crece…

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Foto: Melva Frutos

Monterrey, 26 de marzo (SinEmbargo).– Una capilla modesta en el interior de una vivienda en Monterrey, Nuevo León, se viste de fiesta, y lo hace con la celebración de una misa en honor a Fabiola López de la Fuente, rectora y fundadora de la Iglesia Fidencista, quien festeja un año más de vida.

“Vamos a celebrar en este día la misa Fidencista en especial… y bendecir la mesa del señor”, cantan los feligreses, mientras cuatro Ministros Celebrantes acondicionan el altar.

Vestidos con una sotana blanca y portando una estola azul que lleva impresa la imagen del Niño Fidencio, los oficiantes reciben los elementos de manos de los asistentes que los entregan como símbolo de protección: el agua, el aceite, el incienso y las flores.

El pequeño templo impregnado de olor a incienso, transpira además una inexplicable fe, para quienes no conocemos los milagros del Niño.

En 1979 las gestiones de doña Fabiola y su finado esposo, Eleodoro González Valdez, lograron que esta doctrina se convirtiera en la organización Centro de Estudios Culturales Fidencistas, AC (CECEF) y en julio de 1993 fuera registrada como la Iglesia Fidencista Cristiana, AR, ante la Secretaría de Gobernación (Segob).

“Cuando recibí los papeles de la Iglesia de parte del Secretario de Gobernación en México, le dije: ‘Soy muy feliz, más feliz que cuando tuve a mis hijos’, y él me preguntó: ‘¿Por qué’, y le dije: ‘Porque hijos cualquier mujer los puede tener, pero una iglesia no cualquiera’ y me ha dado muchas satisfacciones y alegrías”, comenta la jerarca.

LOS MILAGROS DE FIDENCIO

ninoJosé Fidencio de Jesús Síntora Constantino nació en 1898 en el Irámuco, Guanajuato, y fue criado por una familia que tenía un hijo llamado Enrique López de la Fuente, a quien en algún momento de su vida, Fidencio le empezó a llamar “papá” aunque tan sólo era dos años mayor que él.

Fidencio no se desarrolló sexualmente y su voz era sumamente aguda, razón por la que le llamaban “El Niño Fidencio”.

Debido a que su “papá” Enrique había resultado herido en la Revolución y fue a convalecer al pueblo de Espinazo, localizado al noreste del municipio de Mina, Nuevo León, en 1921 Fidencio acudió a brindarle sus cuidados.

Gerardo González López de la Fuente, nieto de Enrique, relata a SinEmbargo cómo, sin estudios, Fidencio sanaba a las personas que acudían diariamente a él.

El curador espiritual poseía poderes que con sólo ver a un enfermo, podía hacer un diagnóstico y curarlo.

“Tenía un ojo clínico para diagnosticar, con ver a las personas. Les hablaba y diagnosticaba de inmediato, y los curaba con medicamento herbolario, con tés que preparaba y almacenaba en barricas y con pomadas con hierbas que él elaboraba”, describe el nieto de Enrique.

En busca de una solución a sus enfermedades, el pueblo de Espinazo pronto empezó a recibir miles de personas que llegaban en tren, en caballo, caminando; lo que fuera por sanar.

A decir de Gerardo, el Niño Fidencio sin necesidad de un bisturí, podía operar cataratas en los ojos, retirar un tumor canceroso, sacar una piedra de la vesícula, curar la hidrocefalia y hasta la lepra.

“Era un médico empírico, él operaba, había cirugías y las hacía con vidrios principalmente, no usaba instrumental quirúrgico.

“A las personas que le ayudaban les decía: ‘tráiganme unas botellas de vidrio’, las rompía y elegía vidrios de los más filosos y los limpiaba, todo estaba limpio y con eso quitaba una catarata o lo que sea, hacía muchas cosas”, relata.

El entrevistado cuenta que entre 1925 y 1928, en Espinazo llegó a haber una población de más de 25 mil personas, tiempo de más auge de los milagros de Fidencio.

La historia del curandero cuenta que fue visitado por propio el Presidente Plutarco Elías Calles en 1928, buscando remedio para una enfermedad de la piel que padecía, al igual que su hija, de la cual no se precisa si se trataba de lepra.

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Las aptitudes para aliviar no se limitaban sólo al uso de sus manos; Fidencio tenía la capacidad de ser clarividente y telépata, además de ser una persona religiosa y que siempre hablaba aduciendo el cristianismo, lo que lo hacía más impresionante ante sus seguidores.

La ayuda que Fidencio ofrecía a los enfermos no la cobraba, asegura Gerardo, pues decía que él era un intermediario de Dios.

Hubo un momento en que la cantidad de “pacientes” creció a tal forma, que no los podía atender de manera individual y es cuando el Niño empezó a hacer curaciones masivas.

“Por ejemplo, hacía oraciones y curaciones masivas de gente en el Cerro de la Campana, ahí hubo reuniones de hasta 20 mil personas.

“Las personas se ponían sabanas encima y él caminaba y los pisaba y los curaba porque eran muchos o bien, les aventaba naranjas y lo que tenía a la mano y quedaban sanados”.

AGUA SANADORA

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Foto: Melva Frutos

A unos minutos de la finca en Espinazo, que desde 1938 está registrada como Templo de Culto Religioso, se localizaba un rancho llamado Topo Blanco, en el que existía un ojo de agua al que a Fidencio le gustaba llevar a sus enfermos y sanarlos vertiéndoles unas gotas de este “elemento”.

Cuando el exceso de trabajo no le permitía llevar a sus pacientes hasta Topo Blanco, mandaba traer barricas con el líquido del manantial y en el exterior de la casa los rociaba para curarlos de sus males.

Hoy en día el lugar sigue siendo utilizado: “Se fue haciendo un pocito y es en donde ahora la gente acude a lo que le llaman ‘El Charquito’, que es donde la gente que va a curar, le echa agua y se hace lodo e inclusive también le echan tierra, porque se ha ido acabando, pues la gente se lleva lodo para sus casas”.

Otro de los lugares predilectos de Fidencio para atender a los enfermos, era al pie de un Árbol de Pirul, en donde se reunía con ellos a hacer oración y a tocarlos para sanarlos.

La agitada vida de Fidencio, dedicando jornadas de hasta dos días atendiendo enfermos sin descansar ni probar bocado, lo llevó a un cuadro de desnutrición que le produjo la muerte, el 19 de octubre de 1938.

Pero antes de su defunción, prometió a sus seguidores que al morir, regresaría para sanarlos de una forma u otra.

Con la esperanza de la resurrección de su sanador, los enfermos se rehusaban a retirarse del lugar, ni permitían que Enrique lo sepultara.

La situación llevó al “papá” de Fidencio a enterrarlo en el  interior de la casa, lugar en donde yacen sus restos hasta hoy.

EL ESPÍRITU DE UN CURANDERO

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Foto: Melva Frutos

Por esos días una mujer invidente llamada Elvira Tamez, que esperaba la “resurrección” del Niño, entró en trance cantando una alabanza a Fidencio, momento en que dio inicio a una nueva etapa del “Fidencismo”.

“Empezó lo que ahorita conocemos como “Cajitas”, mismas que después fueron llamadas Materias y ahora son Ministros”, describe Gerardo González.

El nombre de “Cajitas” surgió debido a que son quienes reciben cual recipiente, al espíritu de curandero, para con su poder, sanar a los enfermos.

Consuelo, esposa de Enrique, dio inicio con los festejos al Niño Fidencio, que cada año se llevan a cabo del 17 al 19 de marzo se festeja su santo y del 17 al 19 de octubre su cumpleaños.

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Es así que cada año un sinnúmero de “Cajitas” poseídas por Fidencio se dan cita en el lugar para sanar a quienes acudían en busca de un milagro.

La proliferación de curanderos con todo tipo de prácticas obligó a la familia a tomar el control fundando una organización regida por los preceptos de Fidencio.

Eleodoro, hijo de Enrique y Consuelo, junto a su esposa, Fabiola López fundaron el Centro de Estudios Culturales Fidencistas en 1978.

“Tuvo como objetivo principal, depurar, reivindicar a Fidencio y su obra y fue decir, una cosa son estas personas y otra lo que Fidencio hizo”.

Las normas Fidencistas dictan no cobrar por los servicios otorgados, evitar fanatismos y abusos.

El nieto de los precursores expone que debido a reformas en la Constitución, en 1993 el CECEF se transformó en Asociación Religiosa y basada en la Ley para Asuntos Religiosos, se formó una liturgia con fundamento religioso, basado además en las acciones del Niño y en su intención de servir al prójimo y a Dios.

“También está basado en la Biblia, en Cristo, que a pesar de que mis padres contactaron a la Iglesia y ésta se negó a reconocerlo como Santo, se hace una celebración, que es una misa que recrea la ultima cena de Jesús”, explica.

EL SEGUIDOR ESCÉPTICO

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Foto: Melva Frutos

A pesar de su escepticismo como profesional de la salud, Gerardo Valles Lomas acudió hace dos años a una misa Fidencista cuando sus pacientes le hablaban de sus poderes curativos.

“Ante la probable charlatanería a la que se exponen las personas, yo fui personalmente a ver lo que me platicaban y he tenido múltiples experiencias. Cuando vine aquí hubo coherencia en lo que yo escuchaba con lo que yo veía”, narra el médico.

Valles Lomas es Médico Cirujano con especialidad en Terapias Alternativas y desde hace dos años es fiel seguidor del Niño Fidencio, de quien, dice, lo ha apoyado en sus intervenciones a sus pacientes.

“Él me apoya como médico de materia, está presente y me ayuda energéticamente con su presencia cuando yo estoy tratando de curar a los pacientes que van conmigo”, dice

Durante una ceremonia, el doctor fue identificado por Fidencio, cuando le pidió a través de una Médium, que atendiera a una mujer enferma, sin él haber mencionado cuál era su profesión.

“Me dice: ‘Venga y atiéndala a ella, chéquela a ver qué tiene’ y claro que él actúa espiritualmente beneficiando todo aquello que nosotros médicos de la materia podamos hacer. Así hice mi trabajo y el niñito su labor, y esa persona está curada”.

MÁS Y MÁS SEGUIDORES

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Foto: Melva Frutos

La Iglesia Fidencista tiene ahora 800 Ministros registrados en todo México y el sur de Estados Unidos, que reciben una capacitación en base a los cánones establecidos y la mayoría tiene capillas o templos en sus casas, pero sus seguidores hasta hoy son miles.

Ésta como cualquier otra, celebra matrimonios y bautizos, de lo que proporciona una constancia que lo avala.

Los días de fiesta las ceremonias se acrecientan en Espinazo, a donde llegan Ministros registrados y personas que no pertenecen a ésta, pero que dicen ser poseídas por el Niño para ayudar a sanar a cambio de dinero.

Desde muy joven, Carolina Tovar de Noriega padecía dolores crónicos en el cuerpo y la cabeza, pero eso quedó atrás cuando su esposo la llevó a una sesión con una “Cajita” del Niño; sus males desaparecieron y desde hace 44 años pertenece a esta Iglesia.

“El Niño Fidencio, gracias a Dios, fue el que me sanó y a partir de ahí yo le dije al Niño: ‘Yo estoy dispuesta a ser servidora de Dios y de tu espíritu y para sanar a toda la gente que tu pongas enfrente de este redil’. Aquí han sanado muchos enfermos; ahí están los testimonios de las personas que han sanado”, describe mostrando decenas de fotos y documentos de agradecimiento que muestra en la pared de su Capilla.

Al final de la misa a celebrada a Doña Fabiola, el Niño Fidencio se hizo presente en el cuerpo de una Ministro, para dar su bendición a la jerarca, abrazándola y agradeciendo su labor.

“Qué alegría y con qué amor tan grande me permite mi padre santísimo estar en este momento tan especial con todos ustedes, mi bendición sea con ustedes y te deseo que tengas muchos años para que siga con esta hermosa labor”, dijo el Niño Fidencio ante los asistentes.

Doña Fabiola se dice agradecida por la fortuna de haber ayudado a sanar a mucha gente, como lo hizo con un invidente, que con sólo tocarle los ojos recuperó la visión “es que el Niño me dejó en mis manos algo”.

“Mucha gente ha confiado en mi y me siento muy contenta, porque ayudar a una persona desvalida, enferma o triste me hace feliz y eso me lo ha dado el Niño”, dice.

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