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Javier Solórzano

26/03/2012 - 12:03 am

La llamada de Alberto Athie

Estábamos a la mitad del programa “Circulo Rojo” cuando entró una llamada telefónica que estaba prevista. El tema del día eran los abusos del pederasta Marcial Maciel. Junto con Carmen Aristegui y quien escribe, estaban en el estudio, en vivo, José Barba, José Antonio Pérez y Fernando González. Dentro de los testimonios que se presentaron […]

Estábamos a la mitad del programa “Circulo Rojo” cuando entró una llamada telefónica que estaba prevista. El tema del día eran los abusos del pederasta Marcial Maciel. Junto con Carmen Aristegui y quien escribe, estaban en el estudio, en vivo, José Barba, José Antonio Pérez y Fernando González. Dentro de los testimonios que se presentaron ese día estaba, entre otros, el de Juan José Vaca, fundador de los “Legionarios de Cristo” en Estados Unidos, quien, al igual que José Barba y José Antonio Pérez, habían sido abusados por el pederasta. La voz de Vaca fue fundamental porque abrió una nueva ruta en el caso que se sumaba a lo que habían hecho de manera extraordinaria La Jornada y Canal 40.

Quien estaba del otro lado de la línea, desde Chicago, era un hombre excepcional: el padre Alberto Athie. Con la pausa y mesura que le distinguen, narró las dos o tres ocasiones en que habló con Norberto Rivera para darle a conocer la información comprobada que tenía sobre los abusos a menores del pederasta Maciel. Alberto Athie contó al aire, a detalle, las conversaciones con Rivera quien no le dio importancia al asunto y negó una y otra vez que algo hubiera pasado. Fue tal la molestia con Alberto que la Iglesia –es decir, Norberto Rivera– optó por mandarlo a una iglesia en las afueras de Chicago.

El padre Athie asumió la “orden” pero no quitó el dedo de renglón. Siguió de cerca el tema y mantuvo una fluida e importante comunicación con José Barba, personaje tenaz y fundamental en la denuncia y en la toma de conciencia de los abusos de Maciel. En cada ocasión que podía, Alberto ponía el tema en la mesa y nunca decía fuera del ámbito de la Iglesia lo que no hubiera dicho al interior de la misma. Siempre dio la cara y como hombre de fe, tenía la certeza de que tarde o temprano se iba a conocer a detalle lo que había pasado en muchas escuelas de los Legionarios.

La conversación en “Círculo Rojo” estaba llegando al final y Alberto Athie lanzó una advertencia: si no hace algo la Iglesia católica mexicana voy a renunciar al sacerdocio. Alberto llevaba más de 27 años de haber sido ordenado. Se hizo un largo silencio de dos segundos, en la televisión eso puede ser una eternidad, y José Barba, sorprendido y conmovido al igual que todos, le pidió que lo pensara, que no debía de tomar una decisión de esta naturaleza. Alberto, en su admirable tono, dijo: si la Iglesia no es capaz de atender un abuso como este, no puedo seguir perteneciendo a ella, lo que no me va a quitar mi fe.

Fue un momento doloroso y emocionante. Fue una noche de convicciones de un hombre que dejó el sacerdocio, pero no la fe, y que hoy es parte fundamental en la denuncia contra el pederasta, pero sobre todo en la construcción de los nuevos rumbos para el país. Todos sabíamos al final del programa que estábamos ante la inminencia del rompimiento y ante la reapertura de un caso que hoy el Episcopado, penosa y evasivamente, menosprecia de manera grosera. “Cubrieron” la visita Papal del tema Maciel sin percatarse una vez más de que era una gran oportunidad para ofrecer perdón a los católicos mexicanos ultrajados y abusados. La Iglesia perdió a Alberto Athie pero la sociedad se quedó con él.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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