Los expertos hallaron que el SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2 tienen distintas maneras de cambiar su forma y los realizan en escalas de tiempo diferentes, ya que el primero se mueve más rápido y eso provoca que no le de tiempo de adherirse a las células humanas.
Madrid, 26 de febrero (EuropaPress).- Los brotes de coronavirus se han producido periódicamente, pero ninguno ha sido tan devastador como el de la pandemia de COVID-19. Investigadores de la Universidad de Arkansas (Estados Unidos) han descubierto una de las razones que probablemente hace que el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, sea mucho más infeccioso que el SARS-CoV-1, que causó el brote de SARS de 2003.
El primer paso en la infección por coronavirus es que el virus entre en las células. Para esta entrada, las proteínas de espiga en el exterior del virus del SARS-CoV deben reposicionarse. Los científicos conocen la posición de los estados "inactivo" y "activo" de las proteínas de espiga tanto del virus SARS-CoV-1 como del SARS-CoV-2, pero estos los expertos querían estudiar cómo se movían las espigas de una posición a otra y la dinámica de esos movimientos. Para ello recurrieron a simulaciones moleculares.
"Descubrimos en estas simulaciones que el SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2 tienen formas completamente diferentes de cambiar su forma, y en escalas de tiempo diferentes".
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"El SARS-CoV-1 se mueve más rápido, se activa y desactiva, lo que no le da tanto tiempo para adherirse a la célula humana porque no es tan estable. El SARS-CoV-2, en cambio, es estable y está listo para atacar", explica uno de los líderes de la investigación, Mahmoud Moradi.
Hay una región en la cola de la proteína de la espiga que ha sido ampliamente ignorada en la investigación, según Moradi, pero esa pieza es importante en la estabilidad de la proteína. Las mutaciones en esa región podrían afectar a la transmisibilidad y merece la pena prestarles atención. La otra implicación de su investigación es que "podríamos diseñar terapias que alteren la dinámica y hagan más estable el estado inactivo, promoviendo así la desactivación del SARS-CoV-2". Esa es una estrategia que aún no se ha adoptado", explica Moradi.
Es valioso poder hacer este tipo de simulaciones, según el científico, en el caso de que surja un nuevo coronavirus, o que el SARS-CoV-2 mute, para poder predecir si el nuevo virus o variante podría ser mayor en cuanto a transmisibilidad e infección. Ahora han empezado a estudiar la nueva variante B.1.1.7 del SARS-CoV-2, identificada por primera vez en Reino Unido, en el laboratorio para detectar diferencias en sus movimientos.