Julián Lebarón: “Debemos retirarle el poder a los políticos”

26/02/2016 - 12:00 am

El activista Julián Lebarón vive en carne propia la guerra contra las drogas: perdió a su hermano, a su cuñado… Y afirma que cuando ya perdiste tanto “ya sientes que no puedes perder más”.

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Julián Lebarón afirmó que ya no se puede tolerar la explotación, la violencia y la impunidad, para seguir fingiendo y no darnos cuenta que la casa se está cayendo. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Ciudad de México, 26 de febrero (SinEmbargo).– Julián Lebarón tiene un análisis sobre los motivos por los que la población en México soporta la corrupción, la explotación y la impunidad. “Porque sigue siendo lo más fácil”, dice. “Porque si ves una casa que se está cayendo, pero tienes un rinconcito en el que te puedes tomar tu café e ignorar el tsunami y los terremotos que tienes en la puerta, pues ¿para qué quieres andar lidiando con problemas?”, plantea.

La metáfora se genera a partir de su oficio de constructor, pero también a partir de la responsabilidad que ha asumido por no ignorar el derrumbe del país y que dice haber sentido después del crimen de su hermano Benjamín, asesinado en Colonia Lebarón, Chihuahua, en 2009. “Benji” era el más cercano de sus hermanos y, también, el líder que tenía dentro de sí, dice Julián, el carácter suficiente para defender a su comunidad incluso con la vida. El tipo de personas, considera, que son necesarias para que todas las sociedades mejoren.

Por eso, ante su asesinato, no podría fingir que la casa no se está cayendo, dice. “Es nuestra obligación como seres humanos, especialmente los que tenemos familias, que nuestros hijos no hereden el ejemplo de personas que le dieron la espalda al crimen, y que prefirieron esconderse, ignorar lo que estaba ocurriendo a su alrededor y heredarle algo peor a su posteridad... Digo, ultimadamente, todos nos morimos de todas maneras”, dice.

Su percepción de la obligación ciudadana ante el crimen no es única, asegura. La comparte con miles, cientos de miles de personas que sienten que ya han perdido todo y que, por tanto, no tienen los mismos miedos.

Son las familias de las víctimas que ha dejado la violencia de la última década, dice. Una generación de mexicanos “invencibles” que, a diferencia del resto de la población, ya no cederá ante las intimidaciones y los abusos.

“Cuando ya te han hecho tanto daño, cuando se llevan a tu hijo, cuando se llevan a tu padre, cuando se llevan a tus seres queridos y no los encuentras, cuando están desaparecidos, ya siente la gente que ‘¿qué más daño me pueden hacer?”, dice.

“Las personas que pierden el miedo tienen ya mucho menos qué perder que las personas que viven con ese miedo, y creo que las víctimas que hay en el país, las víctimas de la violencia y de la desaparición de personas, de ese dolor va a surgir un grupo de ciudadanos invencibles, personas que no van a ceder ante ninguna intimidación y ante ningún abuso de poder”, agrega.

LA GUERRA QUE LE CAMBIÓ LA VIDA

Julián Lebarón, de 37 años, jamás se propuso cambiar una vida dedicada a su negocio de construcción y a la familia por una de viajes a través del país dando discursos y entrevistas sobre la responsabilidad ciudadana ante la peor ola de criminalidad que ha vivido México. Pero tuvo que hacerlo, insiste. La madrugada del 7 de julio de hace casi siete años, un grupo de personas armadas y encapuchadas entró en la vivienda de su hermano, lo “levantaron” delante de sus hijos y su esposa y, como a su cuñado Luis Wiedmar, lo asesinaron de varios disparos. Eran los años de la guerra por el control del territorio del estado, u “Operación Conjunta Chihuahua”, y del aumento imparable de los asesinatos en toda la entidad, crímenes a los que acompañaba la colocación de mensajes dedicados a expandir el miedo. O, como advirtió uno dirigido a un grupo de policías de Ciudad Juárez, para que se asustaran aun los que seguían “sin creer” que serían asesinados. Días en los que, como los homicidios, se expandieron delitos que no eran comunes ni aun en aquel estado fronterizo, como la extorsión o el secuestro.

Y fue en ese contexto que Benjamín, entonces de 32 años, encabezó un movimiento ciudadano en demanda de la liberación de uno de sus hermanos plagiados y cuyo rescate se habían opuesto a pagar con el fin de no apoyar a la delincuencia. La determinación de ese poblado de emigrantes mormones norteamericanos por no ceder ante el miedo llamó la atención de todo México, por lo que el Gobierno estatal tuvo que organizar una movilización que, en una semana, concluyó con la liberación del menor secuestrado. Benjamín y todo el pueblo se convirtieron, entonces, en una especie de símbolo de resistencia ciudadana ante el crimen organizado. La respuesta de éste, sin embargo, fue contundente, y para que no quedara duda de que su valor había hecho víctima a “Benji”, sobre su cadáver y el de su cuñado colocaron una cartulina con una advertencia: “Para los líderes de Lebarón que no creyeron”.

“ES MÁS FÁCIL SOPORTAR QUE LUCHAR”

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Julián Lebaron afirma que, como en su caso, cuando ya se ha perdida todo a consecuencia de la violencia, ya no le queda nada más que perder. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Como muchas familias afectadas directamente por la ola de criminalidad que se ha cernido sobre México en los últimos años, el asesinato de su hermano convirtió a Julián en activista, luchador social y militante contra la impunidad. Fue uno de los líderes de la caravana del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) encabezada por el poeta y escritor Javier Sicilia Zardain en 2011. Dio decenas de entrevistas para exponer su análisis sobre la realidad del país; dedicó recursos, leyó, viajó y conoció, entre otros personajes públicos, al filósofo Keith Raniere, con quien aprendió, comenta, a diagnosticar con mayor claridad la profunda problemática de México, como el hecho de que la población soporta porque es más fácil que luchar por lograr cambios.
Otra de sus reflexiones, dice, es sobre el problema que encierra el arcaico sistema a través del que se delega el poder público, en elecciones cuyo mayor defecto, considera, es la secrecía que permite participar en el proceso a miles de personas en condiciones de cooptación que son muy difíciles de comprobar.

La conversación con SinEmbargo transcurre en un restaurante ubicado frente a la Cámara de Diputados. Es febrero 10 de 2016, y el chihuahuense ha viajado a esta ciudad como parte del Congreso Nacional Ciudadano para dar seguimiento a la solicitud de juicio político que presentaron contra Enrique Peña Nieto.

RETIRARLE EL PODER A LOS POLÍTICOS

–¿Qué le ha revelado todo este proceso, el crimen de su hermano, la investigación, sobre el Estado mexicano?

–Yo siento que el problema que tenemos de fondo, no sólo en México sino tal vez en todo el mundo, es cómo los seres humanos nos relacionamos con el poder, y a quién le permitimos tener poder y bajo qué circunstancias. El poder corrompe, y entre más absoluto sea el poder, más absolutamente se corrompen las personas. Entonces creo que, así como se acaba la esclavitud cuando el esclavo se niega a seguir obedeciendo, creo que los mexicanos tenemos que retirarles el poder a los políticos, porque es un grupo que tiene un poder inmenso y que dicen que nos representan, pero he comprobado que no representan a ningún mexicano; es distinto ganar elecciones que representar a la comunidad, pero ellos no representan a nadie. El mexicano promedio está trabajando de seis a siete meses al año para el Gobierno, por los impuestos, que son del 30 por ciento, el IVA [Impuesto al Valor Agregado] del 16, la tenencia, la inflación, el dólar, y este tipo de asuntos, y creo que la única voz que tiene el mexicano es una voz desde la secrecía, donde va y tacha un papelito cada seis años y después de eso no tiene ninguna herramienta para conseguir que la gente que tiene el poder le rinda cuentas. Y creo que el voto secreto permite una moralidad y una ética para la vida publica distinta de lo que se permite para la vida privada: un ciudadano no puede hacer contratos con anónimos legalmente, pero la política es un contrato inmenso de puros anónimos y, en esos contratos, una minoría ridícula de ciudadanos, como el Presidente de la Republica, gana las elecciones con 18 millones de votos. Si uno supiera quiénes son, si no fuera secreto el voto, te darías cuenta de que la gente que participa más fervientemente en este proceso electoral es la gente que recibió un soborno, la gente que ya tiene un empleo dentro de las instituciones, ya sea del sindicato o dentro de otras esferas de beneficiarios.

–¿Como influyó en esta percepción lo que ocurrió con su hermano?

–Yo creo que cambió o pude ver mucho más claramente este asunto, después de conocer a un científico de Nueva York, Keith Raniere, que básicamente es un filósofo de la ética y la moralidad; pero, mas allá de eso, los mismos principios que nos han inculcado en la comunidad desde chico, casi se podría decir que el lema de la comunidad es que las personas no debemos ceder ante el mal, y que debemos luchar por bien con todo el valor de nuestras convicciones. Y creo que ningún mexicano está conforme con lo que se está haciendo desde los puestos del poder en el país; digo, el Presidente vive detrás de un muro inalcanzable para los ciudadanos, y se rodea de soldados que tienen armas para defenderlo a él y que le son negadas al ciudadano para defenderse él mismo y a su familia, y éticamente ¿cómo puedes decir que tu empelado puede tener más poder que tu? Creo que las personas que más deben rendir cuentas, por el poder que tienen, no le rinden cuentas a nadie en México. Vivimos con casi el cien por ciento de impunidad en el crimen, y no es que no paguemos por un servicio de seguridad, pero desde los magistrados de la Suprema Corte hasta los policías en la calle, todos los que ejercen dentro de esas estructuras, no están rindiendo cuentas a los ciudadanos. Y si tuvieran que obtener recursos para operar, voluntarios, no encontrarían a gente ni aún en los manicomios que les pagara dinero por lo que están haciendo. Y, sin embargo, se apropian del fruto del esfuerzo honrado, de inmensas cantidades… Nadie está conforme con eso. Creo que la guerra contra el narcotráfico es exactamente eso; un abuso de poder. Hablé con un coronel que hoy está preso, del noroeste de Chihuahua, y esta persona me dijo que en la sierra de Chihuahua más del 80 por ciento de la gente se dedica a la siembra y el trasiego de drogas. Y le digo: ‘General, ¿usted se da cuenta de que, si eso es cierto, ustedes le han declarado la guerra al 80 por ciento de la población en nuestro estado? ¿Cómo cree que no va a haber este tipo de violencia?

–¿Qué es lo más triste de todo esto?

–Lo más triste de todo este asunto creo que es el peor abuso de poder, es que las personas que se apropian de los recursos para defenderse ellos, y que no están expuestos a los mismos riesgos que el ciudadano que tiene que solventarlo todo, sean quienes toman las decisiones y no tengan ninguna consecuencia. Ahí está el caso de Ayotzinapa, que ahora dicen que científicamente está comprobado que lo que dijo la más alta autoridad de nuestro Estado mexicano es falso, y nuestra experiencia nos indica que no habrá ninguna consecuencia por esa mentira, y nosotros seguimos participando en esto. Yo pienso que debemos dejar de participar en las elecciones y buscar la forma de retirarles el poder con todos los medios a nuestro alcance a las personas que lo están utilizando de la forma en la que se utiliza en nuestro país.

–¿Cree que haya realmente una guerra “contra” las drogas?

–Es absolutamente absurdo decir que le vas a declarar la guerra a una vegetación polémica. Digo, esa idea no tiene ninguna lógica. La guerra es en contra de las personas, y lo peor de todo es que tienden a ser las personas más vulnerables del país, y cuando se permite que se utilice el poder para determinar lo que puede o no puede una persona consumir en su vida privada, el poder que se tiene sobre toda la sociedad es ilimitado, o sea, ya lo pueden utilizar para lo que sea, y creo que eso se presta para institucionalizar y perpetuar los peores abusos del poder, para la militarización.

–¿Qué ha pasado con la investigación del crimen de Benjamín?

–Hasta el día de hoy no hay una persona sentenciada por el crimen; no hay ningún detenido por ese caso; creemos que hay detenidos que podrían haber participado, pero aquí el punto central es que la autoridad no nos funcionó, y no funciona.

–¿Qué elementos comparte con otros casos?

–Nomás en una palabra: impunidad. Las personas responsables, que ejercieron más poder durante esos años, hoy quieren estar pontificando en todo el mundo sobre cómo se deben o no hacer las cosas…

–¿Como (el ex Presidente Felipe) Calderón?

–Como Calderón, bueno, todos los demás, ¿no? Pasan de un puesto de poder dentro de las instituciones a otro, como (el ex Gobernador de Chihuahua) José Reyes Baeza.

–¿Cuál es su diagnóstico de la sociedad civil mexicana? ¿Por qué cree que permitimos que todo llegara a este grado?

–Por falsas tradiciones y miedo. Sigue siendo lo más fácil; ha sido más fácil, pero ya estamos llegando al punto donde seguir tolerando esto ya no es lo más fácil. Y creo que, como seres humanos, así como tenemos esa tendencia a abusar del poder en cuanto lo adquirimos, también nuestra naturaleza es escoger siempre el camino mas fácil… Creo que el voto secreto y la política como profesión se inventaron por gente floja y mala.

QUE UN MEXICANO JAMÁS SEA UN ESCLAVO

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
La llegada de candidatos independientes a algunos puestos de elección popular es un pequeño avance para el cambio, dijo Lebarón. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

–¿Sigue creyendo que se puede juntar a un millón de mexicanos para acabar con quienes nos tienen ‘con la bota en el cuello’?

–Creo que mucho más que enfocarnos en contenidos de lo que se puede o no lograr, creo que es importante enfocarnos en el proceso de cómo lograrlo, para que se pueda repetir. Es un principio muy básico. En Inglaterra, uno de los lemas es que un inglés jamás será un esclavo, y creo que se tiene que llegar a un nivel de conciencia para preferir cualquier alternativa antes de obedecer a lo que lo mata, aunque no se muera. Y siempre hemos necesitado a las personas que dan la cara y se exponen a todo tipo de peligro para demostrarnos lo que se puede hacer, y creo que el esclavo deja de serlo en el momento que decide negarse a obedecer; le pueden hacer lo que sea, pero no lo pueden obligar a lo que sólo puede ocurrir con su propia decisión. Y creo que tenemos que llegar a ese nivel de conciencia en México.

–¿Cómo cree que cambiaron al país estos años de la violencia? ¿Qué cree que aprendimos?

–Creo que a través de lo que más daño nos hace es que salimos de nuestro lugar de confort, y nos damos cuenta de que algo mejor no es lo más difícil, que sí es alcanzable tener algo mejor, y muchas veces los males que soportamos son terribles por el hecho de que tenemos tanto miedo de experimentar con otras herramientas, otros procesos, pero creo que estamos llegando ya, con esto de los [candidatos] independientes, y este tipo de cosas que están medio ocurriendo en el país, a decir que lo que tenemos es una porquería, que tenemos que buscar otras soluciones. Creo que no podemos resignarnos a ser siempre la víctima, creo que tenemos que buscar las herramientas que estén a nuestro alcance, y a ver cómo vamos a luchar con eso, y sacar a nuestras familias y nuestras comunidades adelante. Y creo que hay muchas victimas de la violencia en México que han superado el miedo, y creo que el miedo es lo peor que puede haber en una sociedad; cualquier estrategia de seguridad que no se enfoca directamente en aminorar el miedo que experimenta el ciudadano, está poniendo el enfoque incorrecto. Porque si la única solución es más militarización, inspirar más miedo, pues lo que se logra a largo plazo, y muchas veces hasta en corto plazo, es el odio en la comunidad, y la deshumanización.

–¿Cual es su diagnóstico sobre la disminución de los homicidios en Chihuahua, por ejemplo Juárez, Galeana?

–Entre menos crimen haya pues es mejor, pero creo que no se han atendido de ninguna manera, y tal vez hasta se ha empeorado, lo que causó que eso existiera; como la militarización para atender especialmente asuntos como los relacionados con la salud publica, pues es como usar una motosierra para hacer cardiología; no es la herramienta correcta para eso, y lo que vas a hacer es un desastre, y creo que está a nuestra vista esto, y creo que es de sentido común.

OTRA VEZ LA CORRUPCIÓN

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–¿Qué otros elementos siguen presentes?

–¡La corrupción! La corrupción y el abuso de poder de principio a fin, no han cesado en Chihuahua, y creo que eso atrae la política; una persona honesta, honrada, difícilmente le va a servir a un partido político, y así es como van gravitando los peores personajes en la comunidad a los puestos de poder más importantes.

–Antes de 2009, se hubieras visto a sí mismo…

–¡Jamás! No. Soy un hombre de familia; yo estaba atendiendo las necesidades de mi familia, de mis hijos. Y si hago esto es porque yo siento una responsabilidad inmensa de… pues de que valga más, no menos, la vida que dio mi hermano por defender a la comunidad, y creo que cuando hay personas que pagan ese precio por defender a la comunidad, nosotros tenemos que enaltecer y siempre ponerle más valor a eso, porque si permitimos que las personas que se arriesgan y las personas que dan la cara, y que tienen ese carácter dentro de sí para superar las vicisitudes y la adversidad para el beneficio de los demás, digo todas las sociedades dependen de esos actores para no empeorar, para ir mejorando; es nuestra obligación como seres humanos, especialmente los que tenemos familias, de que nuestros hijos no hereden el ejemplo de personas que le dieron la espalda al crimen, y que prefirieron esconderse, ignorar lo que estaba ocurriendo a su alrededor para heredarle algo peor a su posteridad. Digo, ultimadamente, todos nos morimos de todas maneras.

–Eso pensaba en Chihuahua, que cuando ya perdió tanto…

–Exacto. He conocido a personas en las caravanas por la paz, he conocido a miles de víctimas en todo el país, y creo que cuando ya te han hecho tanto daño, cuando se llevan a tu hijo, cuando se llevan a tu padre, cuando se llevan a tus seres queridos y no los encuentras, están desaparecidos, ya siente la gente que ¿qué daño más me pueden hacer? Las personas que pierden el miedo tienen ya mucho menos que perder que las personas que viven con ese miedo, y creo que las víctimas que hay en el país, de la violencia y de la desaparición de personas, de ese dolor va a surgir un grupo de ciudadanos invencibles, personas que no van a ceder ante ninguna intimidación y ante ningún abuso de poder, y creo que se paga un precio muy alto para llegar a eso no?, pero creo que sí es algo que sí tenemos en el país, y tal vez sea lo más valioso que hay en el país ahorita.

Sandra Rodríguez Nieto
Periodista en El Diario de Ciudad Juárez. Autora de La Fábrica del Crimen (Temas de hoy, 2012), ex reportera en SinEmbargo
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