Medidas extremas por parte del Gobierno chino como la aplicación obligatoria casi diaria de pruebas de detección contra la COVID-19 o el requerimiento de someterse a dicha prueba en caso de adquirir medicamentos para el dolor de la cabeza o fiebre están afectando la tranquilidad de los residentes de la capital china.
Por Ken Moritsugu
BEIJING, 26 de enero (AP).— Las repetidas pruebas de detección de la COVID-19 que deben pasar millones de residentes en Beijing están poniendo a prueba la paciencia de algunos mientras la ciudad toma medidas drásticas contra el coronavirus en vísperas de los Juegos Olímpicos de Invierno.
La tercera ronda de pruebas masivas para los dos millones de residentes en el distrito de Fengtai de la capital china comenzó el miércoles. Los vecinos se protegían del viento mientras esperaban en fila bajo un cielo soleado pero con los termómetros rondando los 0 grados.
El anuncio oficial del cribado, realizado el martes en la noche en redes sociales, recibió decenas de comentarios críticos de los que algunos residentes se hicieron eco a la mañana siguiente.
“Creo que son demasiado frecuentes”, dijo una mujer que se identificó solo con su apellido, Ma. “Lo hice ayer y me pidieron que lo hiciera de nuevo hoy. Pregunté al personal y me dijeron ‘Bajo el principio de hacer la prueba a todos los que deben hacérsela, hágala ya que está aquí”.
Beijing reportó 14 nuevos casos de transmisión local en las últimas 24 horas, que elevan el total de casos de un brote de la variante delta a casi 50. En todo el país, la Comisión Nacional de Salud confirmó 24 nuevos casos no importados.
Las cifras son bajas comparadas con otros países — el último conteo diario en Corea del Sur superó las 13 mil nuevas infecciones — pero son una importante fuente de preocupación para el Gobierno antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Invierno en nueve días.
La capital china ha reforzado las ya de por sí estrictas medidas chinas contra la pandemia en un intento por frenar cualquier brote antes de los Juegos, que comenzarán en nueve días. La ciudad anunció esta semana que cualquier persona que compre medicamentos para la fiebre, el dolor de cabeza, o de otros dos tipos, deberá someterse a una prueba de COVID-19 en el plazo de 72 horas.
“Esto no es práctico, pero deberíamos cooperar con cualquier política del Gobierno”, señaló Zhang Jianping, vendedor en un centro comercial, acerca de la medida sobre los fármacos para el resfriado. “Deberíamos protegernos para no tener un resfriado y no convertirnos en una carga para el país”.
Los dos millones de residentes en el distrito de Fengtai, donde se han detectado la mayoría de los casos en Beijing, pasarán su tercera ronda de pruebas desde el pasado fin de semana. Algunas zonas están confinadas y los residentes no pueden salir de casa o del vecindario.
Alrededor de 90 personas comentaron en internet el anuncio de las pruebas, en su mayoría para quejarse. Algunos apuntaron que su frecuencia es un desperdicio de recursos, altera la vida cotidiana y laboral y sobrecarga a los trabajadores sanitarios y funcionarios locales.
China se ha aferrado a su política de tolerancia cero contra la COVID-19, aunque otras naciones hayan suavizado las restricciones de movimiento. Las autoridades buscan frenar cualquier brote, sin importar lo pequeño que sea, con confinamientos, pruebas masivas y restricciones de viaje.