¿Por qué es tan fácil montar un retén falso y usurpar funciones públicas? Quizás por dos razones: la corrupción y abuso de autoridad al que estamos acostumbrados los ciudadanos, y la facilidad con la que puedes hacerte de un atuendo de corte oficial y un arma en México.
Por Luis Cañero
Ciudad de México, 26 de enero (VICE/SinEmbargo).- Sobre la Avenida Jesús Reyes Heroles del municipio de Tlalnepantla, Estado de México, una patrulla auxiliar circula custodiando un camión que en su interior lleva cientos de electrónicos. Más adelante, un elemento visiblemente identificable como miembro de la Policía Federal le pide al transportista que se orille y detenga. El elemento de seguridad va armado con un rifle automático y está acompañado de otro individuo uniformado que rápidamente aborda la patrulla auxiliar y detiene al guardia en su intento por avisar de la situación a su base policiaca. Segundos después, los conductores de ambos vehículos —el camión y la patrulla— descienden de sus unidades por indicaciones de los elementos de seguridad armados e identificados como Policía Federal.
El guardia del camión es despojado de sus armas —así como otro miembro de seguridad que iba en la cabina de carga— y un elemento extra, vestido con ropa táctica camuflada, enciende y se lleva la patrulla para estacionarla más adelante. Es 17 de octubre del 2018, cerca de las cinco de la tarde, el conductor del camión con electrónicos y los dos elementos de seguridad han caído en un retén falso. Los miembros de la Policía Federal eran delincuentes y estaban ahí para llevarse, además de la carga del camión, las armas de los elementos que custodiaban el transporte de los electrónicos.
Esta es la primera historia que arroja el buscador de Google al momento de usar las palabras: “Retenes falsos México”. Debajo de esta, hay cientos de textos dedicados a inmortalizar en reportajes y artículos la cantidad inimaginable de patrullas apócrifas y retenes falsos que se han diseminado por todo México, de los cuales sólo pocos han salido a la luz.
En México, el artículo 250 del Código Penal Federal menciona que “Se sancionará con prisión de uno a seis años y multa de cien a trescientos días a quien”: y en su cuarto punto habla de esto: “usare credenciales de servidor público, condecoraciones, uniformes, grados jerárquicos, divisas, insignias o siglas a las que no tenga derecho. Podrá aumentarse la pena hasta la mitad de su duración y cuantía, cuando sean de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas Mexicanas o de alguna corporación policial”.
Entonces, ¿por qué es tan fácil montar un retén falso y usurpar funciones públicas? Quizás por dos razones: la corrupción y abuso de autoridad al que estamos acostumbrados los ciudadanos, y la facilidad con la que puedes hacerte de un atuendo de corte oficial y un arma en México.
Decidí explorar la ciudad y conseguir todo lo necesario para hacerme pasar visualmente como miembro de la Policía Estatal, y fue así que a tres calles del Zócalo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, rodeado por policías —espero—, encontré una tienda militar en la que me hice pasar por cineasta para intentar conseguir lo que necesitaba. Para comprar un uniforme legal se debe presentar un permiso y una identificación que te acredite como funcionario público; sin embargo, estas tiendas le dan la vuelta a la ley vendiendo los artículos por separado, para que el comprador lo arme por sí mismo.
Después de ver varias fotografías y documentales sobre el tema, hice un listado de los elementos que podían acercarme más al personaje que buscaba. Para mi sorpresa, en aquella miscelánea militar tenían de todo, desde uniformes escolares para la escolta, hasta —en su totalidad— los artículos que necesitaba para convertirme visualmente en un elemento de la Policía Estatal.
Esta es una camisola tradicional militar en un hermoso tono azul pacífico que fuera de contexto se puede combinar muy bien con unos jeans azul claro y una playera blanca.
Es el que menos me gusta, pero viene con un corte amplio y varias bolsas para guardar municiones y demás parafernalia policiaca. Vienen muy ajustados, en este tipo de pantalón soy dos tallas más arriba de lo habitual.
Este es mi favorito: termina de legitimar todo el poder y tiene un espacio por delante y detrás para colocar una placa metálica que libra de disparos y otros proyectiles. Además, tiene decenas de bolsas para guardar lo que se necesite en el día a día.
Los negros que compré fueron improvisados, son de escolta escolar, pero con el conjunto completo no se nota la naturaleza para la que fueron creados. Quedan bien y ayudan al momento de lidiar con la rebaba de las macanas.
Más de biker que del EZLN, es de material elástico y genera mucho calor. Es un poco incómodo pero el anonimato no tiene precio. Para personas con el pelo largo, como yo, es una maravilla.
La más popular de todas en negro, sólo que la insignia dorada del águila devorando la serpiente, pegada en la parte superior, le da la personalidad necesaria para convertirla en un imprescindible de este look.
Está bueno: tiene un carcás para arma corta, bolsos largos para gases y lámparas, compartimento para esposas y un aro para portar la macana al aire libre.
Es de plástico. Me sorprendió su precio, creía que sería más cara, pero en realidad sale barato amedrentar o disolver manifestaciones a punta de batazos plásticos.
Estas ya las tenía en mi casa, pero se pueden conseguir en varios sitios como tiendas eróticas o internet —en realidad todos los artículos están disponibles en internet—, sólo debes quitarle el peluche o los detalles coloridos.
Hay de varios tipos, yo elegí una bandera de México, una placa de Seguridad Pública y dos insignias para el cuello de la camisola. Las pegué fácilmente con silicón de pistola. Portarlas le da mucha seriedad y presencia al atuendo.