Si el Presidente Donald Trump decide lanzar una política que afecte o frene las remesas que los trabajadores migrantes mexicanos envían al país, serán los más pobres en los estados más pobres los que pagarán los platos rotos. Las 10 entidades que más dependen de ese dinero parecen no estar preparadas para enfrentar ese problema que les podría quitar hasta el 9.9 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), ni tampoco para enfrentar otra política que va de la mano e igual parece inminente: la de las deportaciones masivas.
Ciudad de México, 26 de enero (SinEmbargo).- Las remesas a nivel nacional representan el 2.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), lo que en términos generales, en caso de que el Presidente Donald Trump decida lanzar una política que las frene, la afectación no será grave. Pero para las familias receptoras, que están integradas casi por la mitad del total de pobres del país, la decisión sería catastrófica.
En México, según las últimas cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) que datan de 2015, hay 55 millones 341.6 mil pobres. Los 10 estados que más dependen de las remesas, que provienen principalmente de Estados Unidos, concentran el 44.57 por ciento del total de la población en esa condición, es decir, a 24 millones 668.5 mil pobres. Cinco de estas entidades están entre las 10 más pobres del país.
Estados Unidos es el principal destino de los emigrantes mexicanos: 98 por ciento se dirige a ese país, y para 2015, eran ya más de 12 millones de personas, de acuerdo con datos del Anuario de Migración y Remesas 2016, elaborado por BBVA Research.
De 2009 a 2014, los estados que más expulsaron migrantes fueron Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Puebla, Veracruz, San Luis Potosí, Oaxaca y Estado de México.
La mayoría de estas entidades son también las que más dinero recibieron en 2015 por las remesas. En primer lugar está Michoacán (2 mil 531 millones de dólares); le siguen Guanajuato (2 mil 262 millones de dólares); Jalisco (2 mil 217 millones de dólares); el Estado de México (mil 560 millones de dólares); Puebla (mil 371 millones de dólares); Oaxaca (mil 289 millones de dólares); Guerrero (mil 277 millones de dólares); Ciudad de México (mil 277 millones de dólares); Veracruz (mil 086 millones de dólares) y San Luis Potosí (849 millones de dólares).
Incluso, las tres regiones donde menos remesas llegan, Quintana Roo, Campeche y Baja California, recibieron por este concepto 117, 56 y 51 millones de dólares sólo en ese año.
En los datos está la relación: el 50 por ciento de los estados más pobres son los que más dependen de las remesas, y en caso de que éstas dejen de llegar, los más afectados serán precisamente ellos, los más pobres. Mientras, los gobiernos estatales parecen no estar contemplando un plan alterno ante la posible falta de este ingreso.
“Las remesas no tienen impacto económico a nivel nacional, ya que es poco comparado con el tamaño de la economía de México. Donde se afecta es la balanza de capitales e ingreso de divisas; y los principales efectos los tendrán las familias receptoras, para las que en muchos casos ése es su único ingreso. Es ahí donde radica el problema y también en las regiones que son altamente expulsoras. Estas ciudades tienen varios cientos de miles de familias que viven casi únicamente de lo que se envía de Estados Unidos”, aseguró el doctor Javier Urbano Reyes, Coordinador de la Maestría en Estudios sobre Migración de la Universidad Iberoamericana.
De acuerdo con una búsqueda realizada por SinEmbargo, ninguno de los 10 estados que concentran las remesas tienen en su información pública algún “plan b” para aplicarse en caso de que en algún momento se deje de contar con ese dinero.
Por ejemplo, en el caso de Michoacán, que es el estado que más dinero recibe por este concepto, en la Secretaría de Desarrollo Económico aseguraron que no tenían información al respecto y direccionaron la petición al Instituto Nacional de Migración (INM).
En el caso de Zacatecas, la petición de información fue rebotada entre la Secretaría de Economía y la Secretaría de Finanzas. En ninguna hubo respuesta.
En Morelos, la Secretaría de Economía Estatal dirigió la petición al área de Comercio Internacional, que finalmente aconsejó buscar información en el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
De acuerdo con BBVA Research, la tasa de participación laboral de los migrantes mexicanos en Estados Unidos se ha mantenido relativamente estable desde 2006, con 8 millones de personas en la Población Económicamente Activa (PEA) en 2015. En el periodo 2013-2015, cerca de 93 por ciento de la PEA estaban empleados, alcanzando para 2015 la menor tasa de desempleo después de la crisis de 2008 con 5.7 por ciento.
Para el doctor Mario Pérez Monterosas, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el impacto sería inmediato y directo con las comunidades más pobres, ya que los flujos de remesas llegan a comunidades rurales, al igual que los migrantes que están retornando por redadas o deportaciones.
“En las comunidades rurales el impacto será inmediato y habrá una situación de crisis. Aunado a ello, por la parte sociocultural, también traerá desesperación e incertidumbre”, comentó.
Los cinco estados que concentran las remesas y que además son los más pobres, consideró Pérez Monterosas, reflejan la situación del país entero: “cuando uno habla de migración mexicana, uno habla de un Donald Trump y un muro […]. Tenemos varios Donald Trump y varios muros, que a veces se presentan como ríos o desierto”.
Destacó que en casos como los de Jalisco, Michoacán, Zacatecas y San Luis Potosí, pudieran ser los estados que activen sus institutos de migración más rápido, ya que registran una constante flujo de ida y vuelta, y podrían responder fácilmente a todos los vaivenes.
Por el contrario, a Guerrero, Oaxaca, Tabasco y Puebla, consideró el académico, se les vendría una situación de crisis grave que rebasaría las expectativas y las estrategias que los gobiernos pudieran tener debido a un desconocimiento del tema: “tienen 10 años con esta migración y ni siquiera saben de qué comunidades salen y a qué comunidades llegan”.
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Y ejemplificó con el caso de Veracruz, un estado con migración emergente, y destacó cuando el ex Gobernador Fidel Herrera dijo que ya había 2 millones menos de pobres. La realidad era que en menos de 10 años, 1 millón de veracruzanos ya estaban en Estados Unidos y enviaron mil 500 millones de dólares anuales.
“Veracruz no mete ese dinero ni a educación ni a salud, y ya sabemos ahora que las quimioterapias eran agua destilada. Los migrantes empezaron a enviar mucho dinero y eso hizo que el Estado empezara a quedarse dinero. Lo que ha sostenido las economías rurales y estatales, por los ingresos que tienen, fueron los migrantes y las autoridades hallaron el lugar para generar fugas y empezó a no resolver los problemas que le competían, los migrantes sustituyeron el papel que le tocaba a ellos, política y económicamente”, criticó.
México está entre los países con el mayor número de emigrantes, es el segundo a nivel mundial con 12.3 millones en 2015, superado únicamente por la India, cuya cifra es de 15.6 millones. El 96.6 por ciento de ese dinero se originó en Estados Unidos.
Los mexicanos que radican en Estados Unidos envían cerca de 25 mil millones de dólares anuales por jornadas laborales de entre 35 y 44 horas semanales; gastan el 87 por ciento de su salario en la economía estadounidense y envían en promedio 317 dólares mensuales, según estimaciones del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA).