Luego del TLCAN y el muro, las remesas podrían ser el siguiente objetivo en la lista de reformas y decretos del Presidente Donald Trump. Ante un escenario en el que Estados Unidos puede decidir imponer una restricción o un impuesto al envío de remesas, una medida de este tipo dejaría al descubierto, de nueva cuenta, diversas tareas que México dejó de hacer al interior con la llegada de efectivo de los trabajadores mexicanos desde Estados Unidos, el cual muchas veces es el único sustento de miles de familias en el país.
Ciudad de México, 26 de enero (SinEmbargo).- El Presidente Enrique Peña Nieto y el Canciller Luis Videgaray Caso lo han dicho: en las negociaciones con el Presidente Donald Trump se insistirá en que se garantice el libre flujo de remesas. Y como sucedió en el momento en que el TLCAN comenzó a tambalearse, en México se observan las consecuencias de lo que se dejó de hacer por años; no se trabajó en políticas económicas integrales, que hoy pudieran tener al país en una situación diferente, de menos desventaja.
El republicano prometió, durante su campaña por la Presidencia, frenar las remesas si México no paga la construcción de un muro en la frontera entre ambos países y ha exigido también un pago único de entre 5 mil a 10 mil millones de dólares. El ahora Presidente puede imponer una restricción total o una cuota al envío de dinero de los connacionales. Se trataría de una medida que restringiría los flujos financieros con fines expropiatorios.
En México, los afectados serían, de manera directa, 4.1 por ciento de los hogares dependientes de remesas. Mientras, a nivel nacional, este ingreso representa el 2.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con BBVA Research, lo que significa una dependencia que no se observaba desde el año 2008.
Y las dudas surgen: ¿cómo defender las remesas cuando Trump parece no escuchar a México, y ante su propósito de continuar con la política migratoria histórica de deportaciones y redadas?
México está entre los países con el mayor número de emigrantes, es el segundo a nivel mundial con 12.3 millones en 2015, superado únicamente por la India, cuya cifra es de 15.6 millones.
La migración mexicana se ha concentrado en Estados Unidos.
Nuestro país es el cuarto receptor de remesas a nivel mundial, superado por India, China y Filipinas. En 2015, 95.6 por ciento de las remesas a México provinieron del vecino del norte; el 97.5 por ciento se enviaron por transferencia electrónica y 36.3 por ciento se pagaron a través de bancos, de acuerdo con el Anuario de Migración y Remesas 2016 elaborado por BBVA.
Los mexicanos que radican en Estados Unidos envían cerca de 25 mil millones de dólares anuales por jornadas laborales de entre 35 y 44 horas semanales; gastan el 87 por ciento de su salario en la economía estadounidense y envían en promedio 317 dólares mensuales, según estimaciones del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA).
Para académicos consultados por SinEmbargo, el que Trump arremeta en el futuro contra las remesas hará evidente que tareas como educación, alimentación y vivienda, principalmente en 10 entidades del país, el Estado las dejó en manos de los migrantes que se fueron a trabajar a Estados Unidos. Y ahora, ante su posible retorno, regresarán a lo mismo por lo que se fueron: a la pobreza y a la falta de oportunidades.
Coincidieron en que la preocupación de que el discurso de Trump se haga realidad también en este tema radica en que las y los trabajadores migrantes fueron los que combatieron la pobreza en zonas, y en el riesgo latente que corre el dinero que se recibe de allá.
“Lo que pudiera hacer que las remesas caigan es justamente que empiecen a deportar a la gente que las envía; [que] comiencen las redadas; un reforzamiento de los controles fronterizos o que se cierre el mercado de trabajo para los mexicanos”, consideró el doctor Mario Pérez Monterosas, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
De acuerdo con estimaciones, el nivel máximo de deportaciones que podría alcanzar Trump sería de 700 mil por año.
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Sin remesas, los motores económicos de México estarían en crisis. Éstas son la tercera fuente de divisas del país, en febrero de 2016 superaron los ingresos por exportaciones petroleras y las cifras de Inversión Extranjera Directa (IED).
En los últimos tres años, los índices de remesas han tenido pocas variaciones. En 2014, el Banco de México (Banxico) reportó que dichos ingresos fueron de 31 mil 329 millones 103 mil 33 pesos aproximadamente. El dinero ingresó al país bajo el concepto de money orders, en efectivo y especie y, principalmente, por transferencias electrónicas. En 2013, las cantidad de remesas entrantes a México fueron equivalentes al PIB de Querétaro, lo que puso al país en el cuarto lugar a nivel mundial como receptor de remesas.
Sin embargo, por las condiciones económicas de los receptores, el 90 por ciento de esos recursos se destinó a la compra de alimentos, vivienda y sólo el 3 por ciento a proyectos productivos.
Este flujo de efectivo es una de las principales fuentes de financiamiento de las familias de los migrantes y en algunos casos, el total de los ingresos familiares.
LOS POBRES, LOS MÁS AFECTADOS
Para Pérez Monterosas, la principal preocupación es que la mayor cantidad de remesas que se reciben en México están destinadas a áreas rurales, que tienen altos niveles de pobreza, baja productividad y pocos programas de Gobierno para la comercialización de productos agropecuarios. Además de una organización social que está en decadencia, si se considera que la presencia del crimen organizado está justamente en estas áreas.
“Tenemos zonas devastadas y en crisis, y lo único que las hace sobrevivir son los flujos de remesases que provienen de Estados Unidos. Los dólares oxigenan la economía mexicana, no provienen de otro lado más que de ahí desde hace 15 o 20 años […]. El hecho de que haya una caída en las remesas o un freno en el flujo generará procesos locales que afectarán a mujeres, niños y ancianos que son los que están en las comunidades; se afectarán las economías de consumo cotidiano, para educación, ya que muchas se utilizan para que los jóvenes acudan a la universidad, y para la construcción de viviendas dignas”, aseguró.
El académico mencionó el caso de 2008, cuando la crisis en Estados Unidos provocó una caída en el flujo de remesas y a nivel local se reflejó en una pérdida del poder adquisitivo. Pérez Monterosas detectó que ante la caída de las remesas las mujeres abandonaron los hogares para trabajar, los jóvenes dejaron las escuelas y a cambio se les ofreció un empleo en el campo, poco prometedor, sobre todo ante la latente presencia de la delincuencia organizada.
El doctor Javier Urbano Reyes, Coordinador de la Maestría en Migración de la Universidad Iberoamericana, coincidió en que “con lo que anunció Trump, la posible crisis que se pueda desatar evidenciará lo que el Estado no hizo. Y ahí está la ausencia de una política para los migrantes de retorno y una política de combate a la pobreza y generación de empleos, dos temas que se han subsanado con las remesas que se envían desde Estados Unidos. El problema del Gobierno es que tiene una lectura muy vieja, provinciana de lo que significa la migración en sus dimensiones contemporáneas. Siguen pensando en que lo único que tienen que hacer es proteger la frontera sur y hacer protección consular en Estados Unidos, y eso es pobre”.
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Señaló que lo que se tendría que hacer es una reevaluación de los incentivos financieros fiscales. A los gobiernos locales, por ejemplo, que apliquen medidas de integración de retornados y reportados, resultaría fácil recibirlos con una iniciativa transversal en la que no sólo participe la Secretaría de Hacienda, sino todas las dependencias que trabajen en el desarrollo social. Otra acción sería tener una agenda de connacionales repatriados en México, y que contemple además a los muchos migrantes extranjeros que se van a quedar aquí con el cierre de fronteras.
Sin embargo, Javier Urbano consideró como poco probable que Trump lance una medida que frene las remesas. Desde su perspectiva, en términos técnicos resulta complejo frenar estos flujos de dinero e implicaría romper con varios supuestos del sistema financiero, no sólo de Estados Unidos, sino a nivel mundial, ya que se tendrían que intervenir recursos privados sin romper secretos bancarios, por ejemplo.
“Implementar una política sería complicado y no se podría ver a corto plazo; técnica, administrativa y jurídicamente es complicado que cumpla. Si él [Trump] pretende intervenirlas, llevará mucho tiempo. Años en definir los términos de cómo imponer una especie de impuesto compensatorio a ese traslado de remesas y entrar en un problema grave con las grandes remesadoras, que son compañías que viven de esas transferencias y entrar en una polémica legal con esas compañías internacionales seguramente le provocará dolores de cabeza. Lo que Trump dice lo puede hacer, por supuesto y lo ha demostrado de manera inmediata, pero en el tema de las remesas, política y jurídicamente se encuentra con muchos actores a los que no les convendrá”, agregó.