Los jóvenes a veces en lo que llamamos “nuestro idealismo” –que creemos propio de la edad– nos volvemos un poco ciegos e hipócritas, sentimos que hemos heredado un montón de problemas, y es verdad; los heredamos. Problemas de una y todas las generaciones que pasaron antes que nosotros. Pero también veo jóvenes que se juntan a fumarse unos buenos porros y a partes iguales; partirse de risa y fustigar la guerra al narco, a la prohibición y el gobierno. Ésta es responsable de todos los males asociados; corrupción y violencia. Si no fuera por la prohibición todos estos males no existirían queremos creer. Cada peso que un individuo saca de su bolsa para comprar un gramo de droga es una gota de combustible para encender la guerra, y ese mismo dinero es el que paga no sólo las casas y la ropa de mal gusto de los narcos, también financia las armas y las balas. Digo que las risas de unos son las lágrimas de otros. Se apurarán a decirme que esto es porque no se quiere legalizar; estoy de acuerdo, pero mientras sea ilegal así funciona la dinámica. Cuando esperamos que los políticos legalicen, nos estamos infantilizando como sociedad porque queremos que alguien más resuelva nuestros problemas. ¿A nadie le pesa esto en la conciencia o no lo habían pensado? ¿O no lo habían querido ver?
Nos juntamos a marchar y llevamos las fotos de nuestros ídolos en las camisetas; Lennon, Morrison, el “Che” Guevara. Entiendo que nos guste su música y la apreciemos, pero yo no quiero vivir en una sociedad donde la moral imperante fuera la de Lennon y entonces saliéramos un fin de semana y volviéramos 18 meses después, habiendo dejado olvidado a todo el mundo y nuestros compromisos y engañando a nuestra familia, o que viviéramos eternamente drogados como Morrison, o que como el “Che” fusiláramos a inocentes en juicios sumarios. Si conocemos y aceptamos lo oscuro de nuestros ídolos, ¿podemos imaginarlo? ¿Nos parece bien esto?
Está bien que estas ilusiones y estos gustos nos congreguen, pero creo que en términos sociales, morales y humanos debemos mirar más arriba que ellos. Parece insignificante la imagen que llevamos en la camisa cuando vamos de marchar, pero creo que no podemos portar imágenes de tan cuestionables individuos y sentir que nos mueven por un ideal. Cuando nos aglutinemos detrás de un personaje, debemos hacerlo por las probadas cualidades morales que represente; no por su talento o imagen. Propongo que renunciemos a nuestros ídolos y los cambiemos por otros mejores, habrá quien piense en Buda, Sócrates, Marco Aurelio o Jesucristo; ninguno de estos hombres habrá sido un perfecto santo porque entre los hombres no hay tales, pero hagámosle caso a Lennon e imaginémoslos. Imaginemos que podemos ahora mismo como jóvenes ser más de lo que somos, de tal modo que nos quede la tranquilidad que hicimos lo posible por heredar algo mejor de lo que recibimos. Si estudiamos para sacar 6, vamos a sacar 5. Si estudiamos para sacar 10, es más posible que como mínimo saquemos un 8.
Estoy absolutamente convencido que Peña Nieto y Montiel no son productos exclusivos del PRI, o que Azcárraga y Salinas Pliego no son productos del capitalismo televisivo, o que el “Chapo” Guzmán y los Arellano Félix no son productos del narco y su dinero; todos ellos y nosotros mismos, somos productos de una sociedad que los que estuvieron antes y nosotros también forjamos y permitimos. ¿Estamos verdaderamente seguros que como individuos y sociedad somos algo distinto a nuestros males? ¿Quién se anima a tirar la primera piedra?
Decía Goethe que para merecer aquello que habíamos heredado, debíamos conquistarlo.
Heredamos males, y creo que con nuestra ceguera, egoísmo, nuestra apatía y nuestros vicios; lo malo que heredamos generación tras generación, lo hemos conquistado y por tanto muchas veces hemos llegado a merecer nuestros males.