La crisis de desapariciones en Guanajuato ha dejado daños a la salud mental de las personas que buscan a sus seres queridos, quienes a raíz de esta problemática también reportan enfermedades crónicas, adicciones y otras afecciones.
Guanajuato, 25 de diciembre (SinEmbargo).– Intentos de suicidio, pesadillas, miedo, vergüenza, ansiedad, depresión, agresividad, culpa, amenazas y atestiguar escenas de “terror” al descubrir cuerpos descuartizados en fosas, son parte del infierno mental que enfrentan en soledad familiares de los miles de desaparecidos en Guanajuato.
Un problema que ha crecido de la mano de una guerra de cárteles que mantiene al estado en primer lugar con el mayor número de homicidios, la desaparición forzada de personas está dejando a cada vez más familias destrozadas mentalmente entre ellos niños que están creciendo dañados psicológicamente; emociones que al no ser atendidas se están manifestando en enfermedades crónicas, adicciones y otras afecciones, que para los expertos es ya un problema de salud pública.
Representantes de colectivos, familiares de desaparecidos y expertos en psicología familiar, en testimonios recabados para esta investigación, están lanzando señales de alerta para que el problema sea atendido urgentemente de una forma integral.
Para la perito psicólogo penal y familiar egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Herminia Aguilar consultada para este trabajo periodístico, la situación es un problema de salud pública que no ha sido debidamente atendido por el alto número de afectados ya que de 2018 a la fecha la cifra de desaparecidos ha crecido de manera alarmante por la ola violenta que envuelve al estado.
Oficialmente, hasta septiembre de 2022 en Guanajuato sumaban 3 mil 520 desaparecidos, que según los colectivos la cifra negra podrían ser cinco veces mayor, es decir 17 mil 600 familias afectadas, un promedio de 88 mil los guanajuatenses con problemas psicológicos, emocionales y físicos provocados por las desapariciones forzadas.
En medio del dolor, miedo, angustia y los pocos apoyos económicos que reciben, los familiares requieren que exista un acompañamiento durante las búsquedas y atención psicológica integral a las familias, principalmente a los menores de edad.
La propuesta es que las terapias psicológicas sean especializadas en violencia de alto impacto y que el acercamiento sea a través de los propios colectivos que hoy se han convertido en la tabla de salvación de cientos de niñas, niños, mujeres y hombres que están viendo afectada su salud mental y la de sus familias en medio del viacrusis que representa la búsqueda de su ser querido.
MUERTOS EN VIDA: FAMILIAS DESTROZADAS
“Hay una familia donde se llevaron a tres miembros. Una de las jóvenes que quedó intentó suicidarse. Otro hermano tiene problemas de alcoholismo derivado de todo esto. Hemos visto a niños que han caído en adicciones por la desaparición de un familiar”.
Así lo narra Bibiana Mendoza, vocera del Colectivo “Hasta Encontrarte”, quien recrimina que en Guanajuato no existe un apoyo psicológico integral a las familias de desaparecidos, “la verdad es que las familias quedan a la deriva en las búsquedas y en lo mental están totalmente abandonadas”.
Entre lágrimas Alejandra Vargas asegura que ya no puede más con la depresión y ansiedad que vive desde el 12 de mayo de 2020. Su esposo solo fue a comprar pozole a unas cuadras y ya no regresó: sujetos armados se lo llevaron a él y a otros dos que estaban en la misma casa donde vendían la cena.
“Yo les puedo decir que estoy muerta. Estoy muerta en vida. Mis hijos junto conmigo porque diario es la misma pregunta, ¿dónde está mi papá? y yo misma, no sé qué responder porque nadie me ha dicho dónde está, lo he buscado, lo he buscado dos años y aún no hay respuesta”.
Para Norma Patricia Barrón representante del colectivo “Una Luz en Mi Camino” las desapariciones están provocando la desintegración familiar y el aislamiento de sus integrantes ante el miedo de que también sean atacados o “levantados”.
“Hemos visto también terribles estados depresivos principalmente en las madres, a todos nos duele, pero yo veo que las mamás entran en estados depresivos, en estados de angustia, hay momentos que hasta ya no quieren seguir viviendo porque es un dolor que no se aguanta”.
Para la experta en psicología, Herminia Aguilar es evidente el impacto que tiene en la familia una desaparición pues es un sistema y cuando una parte de ella desaparece se afecta gravemente.
“Los seres humanos somos emoción con piernas, todo lo que vemos, olemos, escuchamos nos provoca emociones, nutritivas o tóxicas y la desaparición de un familiar impacta negativamente tanto a la familia como al entorno que rodea este tipo de eventos traumáticos”.
Por esta razón, la experta asegura que la víctima no es solo el desaparecido sino todo el “sistema” que lo acompañaba: “al final todo el sistema se enferma física y emocionalmente”.
DEPRIMIDOS, REBELDES Y EN GARRAS DE LAS DROGAS
La violencia que enfrenta Guanajuato está dejando una cifra negra de niños, niñas y adolescentes huérfanos y afectados por la desaparición o ejecución de uno o sus padres, así lo reconoció Laura de la Mora integrante de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).
En entrevista, aseguró que hasta el momento se desconoce la cifra exacta de niños y adolescentes afectados pues no existe un padrón y ha habido desinterés de las propias autoridades.
Sin embargo, para las representantes de colectivos, son cientos los menores que están a la deriva no solo sin atención psicológica sino completamente descobijados.
“En mi colectivo ocurrió un caso en particular –narra Norma Patricia Barrón del Colectivo Una Luz en mi Camino– en una familia mataron a tres muchachos, desaparecieron a una mujer y a su esposo, mataron también a la mamá. Fueron cuatro homicidios, dos desapariciones. El padre se quedó solo con una única hija y ella presenció los hechos; el impacto psicológico fue grave, tiempo después la niña se volvió adicta a las drogas porque no resistió”.
A María Guadalupe Rivas de 23 años le cambió la vida en enero de 2021. A bordo de camionetas hombres con pasamontañas y armados se llevaron a siete frente a su casa.
Dos de ellos, Jorge de 25 años y Aurelio de 22 eran sus hermanos, el sostén de su casa ya que su padre nunca se hizo cargo de la familia.
“Nos quedamos mi mamá, yo y mi hermano de 14 años, al que más le afectó fue a mi hermano de 14 años, está como más resentido, más rebelde. Como que desde ahí, le preguntan y él no llora; lo trae todo todavía guardado adentro”.
Para los expertos en psicología, resulta obvio que hermanos o hijos de desaparecidos desarrollen comportamientos de rebeldía, desobediencia y desapego a las normas. El ambiente de estrés y de caos que impera en los hogares de los desaparecidos no permiten que exista una estabilidad emocional.
“El estrés, la ansiedad, la angustia y la incertidumbre que viven los menores les impacta. La ausencia de su padre o su madre les provoca que busquen una escapatoria y una de las puertas por donde suelen salir es por el consumo de drogas que los hace evadir una realidad caótica que impera en su casa”, puntualiza la perito psicóloga Herminia Aguilar.
Alejandra Vargas ya no pudo ocultarles a sus hijos que su papá está desaparecido; en la escuela los compañeros les hacen comentarios hirientes: “tu papá desapareció y anda en malos pasos”, por eso a veces le piden no ir a la escuela.
“El más chiquito me dice que los hombres malos lo se lo llevaron; no quieren ir a la escuela porque sus compañeros les dicen cosas; mis dos niños están deprimidos, son agresivos, ya llegaron al punto de hasta contestarme feo por lo mismo de que no quieren ir a la escuela”.
Para Bibiana Mendoza del colectivo “Hasta Encontrarte” son incontables las historias de menores que piensan que sus padres los abandonaron o que cuando se enteran cómo los desaparecieron viven con miedo y traumas.
“Imagínate en la infancia sentir ese miedo de que te pueden matar o desaparecer a ti también sin tener ninguna culpa, porque ya se llevaron a tu papá o a tu mamá; para empezar los niños que tienen un desaparecido no tienen el crecimiento de un niño normal”.
LA ESPERANZA QUE SE CONVIERTE EN PESADILLA
El sol pega directo en la cara de las buscadoras, pican la tierra con una varilla en ese terreno baldío donde les dijeron que podrían encontrar el cuerpo de alguno de los cientos de desaparecidos.
La esperanza de encontrar a un ser querido les da fuerza; es para las madres buscadoras una terapia en la que pueden sentirse útiles y sacar su tristeza.
Poco a poco empieza a reinar la angustia y comienza la pesadilla:
“Hemos encontrado cabezas con cinta en los ojos, con un calcetín en la boca o cinta industrial, troncos con las manos atadas con alambres y las espaldas moradas de los tablazos; otras veces encontramos brazos o piernas y lo que se nos viene a la cabeza es ¿cómo hay alguien que sea capaz de hacerles esto?”, cuestiona Norma Barrón del Colectivo “Una Luz en mi Camino”.
La pesadilla de ver cuerpos mutilados y el olor nauseabundo de los restos humanos que se queda por días anclado en la nariz, se traslada en las noches a los hogares y a los sueños de las buscadoras, muchas de ellas sufren pesadillas y alimentan su depresión.
“¿Quién tiene la fortaleza, la salud o la capacidad mental para desenterrar cuerpos hechos pedazos?. Y estar pensando que puede ser tu familiar, es como estar escombrando en la tierra un rompecabezas armándolo para ver si no es tu hijo o hija”, asegura Bibiana Mendoza del colectivo “Hasta Encontrarte”.
IDEAS SUICIDAS, UNA “SALIDA FALSA”
Un común denominador que enfrentan los familiares de desaparecidos son las ideas suicidas que se entremezclan con la angustia, el miedo, la tristeza y la falta de esperanza.
“Cuando hay un familiar desaparecido no podemos ni siquiera vivir un duelo, es decir, no podemos dar cierre a esa experiencia y el ser humano tiene necesidad básica de dar cierre a sus experiencias. Esa es una necesidad humana básica”, explica Herminia Aguilar, perito en psicología familiar.
Para la experta, la falta de ese “cierre” que envuelve una serie de sentimientos negativos y el estrés elevado y sostenido lleva a la mente a un estado de caos que topa con ideas suicidas y muchas veces intentos fallidos al no encontrar escapatoria.
“Las madres buscadoras se derrumban en ratos claro que ha habido intentos de suicidio; yo creo que más de alguna vez todas lo hemos pensado. Pero es también un privilegio que no tenemos, o sea, ¿cómo nos vamos a suicidar, a quitar la vida si todavía alguien espera que lo encontremos?, dice con voz entrecortada Bibiana Mendoza del colectivo “Hasta Encontrarte”.
Juan Agustín Martínez es de los pocos hombres que se han convertido en buscadores en Guanajuato; su pequeño hijo de 10 años Juan David desapareció el 15 de mayo de 2022.
Todos creen que su padrastro (un policía en activo de Irapuato) le quitó la vida tras años de maltratos físicos y lo enterró en algún lugar, sin embargo no hay cuerpo ni evidencia de homicidio.
Desde hace 7 meses Juan Agustín sueña a su hijo, le dice que tiene sed y hambre por eso tiene la ilusión de encontrarlo vivo, su sentimiento de culpa y la depresión lo han orillado a pensar en el suicidio pero sabe que aún tiene hijos que lo necesitan.
“Me siento a veces culpable porque cuando me separé de la mamá de Juan David nunca me dejó ver a los niños, me decía que estaban bien, estuve cinco años sin verlos y pues esto me está pegando muy feo”.
EMOCIONES SE DESBORDAN EN ENFERMEDADES
Ana María Martínez es mamá soltera y solo tiene un hijo. José Alejandro de 31 años salió con amigos a “echar” unas cervezas. Los levantaron todos.
Desde ese día, hace ya más de tres años, Ana María empezó a menguar en su salud, pero también la de su padre a quien ella cuidaba.
La mamá de José Alejandro cree que su papá no aguantó la desaparición de su nieto y la edad le pesó, a grado tal de que unos meses después falleció. “Yo creo que fue de tristeza”, relata.
“Yo me fui para abajo también. Yo no estaba mala, y de ahora pa´ acá, estoy yendo también al centro de salud porque me dio la depresión. Ana María requiere a diario de anti depresivos porque le da mucho sueño y solo quiere estar dormida.
“Lo emocional está totalmente ligado y entretejido con lo físico. El estado emocional impacta todo nuestro cuerpo, nuestros órganos internos y, por supuesto, nuestro sistema inmunológico. Cuando uno se encuentra en estado de estrés alto y sostenido, esta estamos provocando lo que se denomina depresión del sistema inmunológico y un sistema inmunológico deprimido, es un sistema inmunológico que te protege poco de enfermedades”, puntualiza la perito psicóloga Herminia Aguilar.
María Guadalupe que tienen a sus dos hermanos desaparecidos, dice sentirse mal física y emocionalmente, ver sufrir a su hermano y a su mamá que recientemente enfermó de un tumor y fue operada de emergencia, la mantienen sin fuerzas.
Norma Barrón del Colectivo “Una Luz en Mi Camino” reconoce que cuando encuentran cuerpos en fosas, el impacto emocional es tan fuerte que las buscadoras sufren de pesadillas:
“Mentalmente se repite una y otra vez la escena que estuviste viendo y tenemos que buscar la manera de soltarlo porque eso nos está dañando también físicamente”.
Para los expertos el cúmulo de emociones se somatiza primero en el estómago con sobreproducción de jugos gástricos, hay quienes también desarrollan migrañas y con la depresión del sistema inmune el cuerpo humano de debilita y puede adquirir fácilmente virus y bacterias. También se convierte en terreno fértil para que se pueda desarrollar una enfermedad degenerativa.
“Ya no solo es la cuestión emocional, el sufrimiento, la angustia, sino que se está convirtiendo en un problema de salud y eso debería preocuparnos. Considero que sí, ya es un problema de salud pública”, puntualiza Herminia Aguilar, perito en psicología familiar.
VIVIR CON MIEDO Y AMENAZAS
Norma Patricia busca a su hijo Kevin Martínez y a su pareja, Juan Rodríguez desde hace más de tres años.
Gracias a que ella misma investigó, logró que los secuestradores fueran sentenciados a 70 años de prisión. Pagó el rescate pero no se los devolvieron. Los miembros del cártel que se los llevó la siguen amenazando.
“Si, vivimos con miedo, pensamos que en cualquier momento nos van a desaparecer o nos van a matar. Constantemente recibo amenazas, precisamente hace unas semanas vino un hombre a tomar fotografías de mi vehículo afuera de mi casa. Le gritó a mi vecina que me iba a matar”.
En otra ocasión, junto con Karla del colectivo “Hasta Encontrarte” hombres armados las acorralaron en Cuerámaro donde localizaron una fosa clandestina.
“Primero nos siguieron, luego tratamos de huir y metí mi camioneta en unos sembradíos; estuvimos hablando a la policía, apretando el botón de pánico y nadie llegó”.
“Nos decían: ¡pinches viejas hijas de su p…! que para qué andábamos de chismosas metiéndonos donde no nos importaba que ahorita nos iba a cargar la v…. Y escuchamos las pisadas muy cerquita cuando decidimos agacharnos, empezamos a arrastrarnos poco a poco, sin mover los maizales. Yo creo que fue un milagro de Dios, logramos llegar a otro camino y minutos después vimos las patrullas”.
Para las representantes de los colectivos, ser buscadora en Guanajuato es sinónimo de vivir con el miedo a ser asesinada. Aunque también se entreteje un cúmulo de emociones durante las búsquedas: tristeza, desconsuelo, esperanza y coraje.
“La primera vez que encontramos cuerpos en una fosa todas nos alegramos, porque ya teníamos muchos años intentando buscar. Salir a búsquedas no es cualquier cosa, es primero armarte de valor para tomar la decisión de que si sales a lo mejor ya no vas a regresar”, reflexiona Bibiana Mendoza de “Hasta Encontrarte”.
ATENCIÓN PSICOLÓGICA REVICTIMIZANTE
En julio de 2020, el Comisionado Estatal de Búsqueda de Personas, Héctor Alonso Díaz Ezquerra, presentó su plan de trabajo que contemplaba un acompañamiento integral, jurídico y psicológico.
Además, la Fiscalía, Derechos Humanos y los Sistemas DIF han ofrecido a familiares de desaparecidos apoyo con terapias psicológicas, sin embargo, no existe un seguimiento del avance o la mayoría decide abandonarlas por considerarlas inadecuadas.
“Hubo una ocasión que por parte de Fiscalía nos ofrecieron atención psicológica, pero muchas de las mamás decidieron ya no ir porque la psicóloga les decía que cerrarán el ciclo, que soltaran a su familiar desaparecido. Nosotros no queremos cerrar ciclos, nosotros queremos encontrarlos y que se nos ayude y se nos fortalezca para seguir en la búsqueda”, reveló Bibiana Mendoza del Colectivo “Hasta Encontrarte”.
“He estado en atención psicológica, pero realmente es de irme a sentar a que me escuchen; no ha habido un tratamiento adecuado, por eso es que deje de ir. Luego se vino lo del COVID, también nos afectó porque no había psicólogos que nos atendieran, entonces ya lo dejé” afirma tajante Norma Patricia Barrón del colectivo “Una Luz en Mi Camino”.
Otras como María Guadalupe a quien le desaparecieron a sus dos hermanos dice no tener tiempo para el psicólogo pues la enfermedad de su madre, la falta de empleo y la rebeldía de hermano que le queda, le absorben su día: “no me siento preparada para soltar lo que traigo, mucha tristeza, coraje conmigo misma, con mi papá que nunca ha estado cerca”.
COLECTIVOS, “TABLA DE SALVACIÓN” PARA LAS FAMILIAS
A Bibiana se le iluminan los ojos cuando platica de su infancia en el rancho, era feliz corriendo en el cerro atrapando luciérnagas, cazando lagartijas, cuidando chivas y comiendo queso.
Sus ojos se tornan tristes al narrar que hace casi cinco años le arrancaron de tajo los momentos más felices de su vida: se llevaron a su hermano Manuel Ojeda Negrete en Refugio de Munguía, una comunidad de Irapuato.
Y no solo se llevaron a su hermano, pues con su desaparición la dejaron sin su madre quien vive sumida en la depresión.
“Ya no tenemos a la mamá que conocíamos, a la mamá que sonreía, que te regañaba, que que te preparaba un caldito de comer o que te decía: hija me duelen los pies dame un masajito. Mi mamá también desapareció y yo creo que ella es la que más sufre. Y siente esta culpabilidad de seguir viviendo”.
Aunque a veces la asalta el sentimiento de culpa con la idea de que es una “mala madre” por descuidar a sus hijos, esposo y familia al encabezar un colectivo, se ha dado cuenta de lo importante que son estos grupos que se han convertido en centros de atención y apoyo mental.
“Hay muchos niños y adolescentes que tienen problemas de adicciones y son recriminados, revictimizados cuando viven en un contexto de violencia, pobreza y vulnerabilidad”.
“Se requiere un programa especial de acompañamiento psicoemocional y que también nos brinden herramientas para poder solventar nuestros gastos, o sea un arropo integral, un programa especial para las infancias dañadas, pero al mismo tiempo que atienda a las madres buscadoras o a la familia que quedó”.
URGENTE PROGRAMA ESPECIAL DE ACOMPAÑAMIENTO
Tanto especialistas como colectivos de buscadora coinciden en que además de un programa especial de reforzamiento a la atención psicológica a través de los propios colectivos, se debe dar acompañamiento psicológico durante las búsquedas.
“Es necesario que exista sobre todo la disposición para acompañar a los grupos de personas que tienen desaparecidos, porque efectivamente, cuando tu encuentras un cuerpo, un osamenta… tú no sabes si es tu familiar y entonces se te remueve todo este conjunto de emociones que toman una potencia mucho más fuerte”, puntualiza Herminia Aguilar, perito en psicología familiar.
Apenas este 21 de diciembre de 2022, el Gobierno del estado de Guanajuato se reunió con integrantes de los 16 colectivos y cuatro buscadoras independientes. Ahí la Secretaria de Gobierno Libia Dennise García Muñoz Ledo dijo que en 2023 fortalecerán el presupuesto y el personal de las Comisiones Estatales de Búsqueda de Personas y de Atención Integral a Víctimas.
Sin embargo, las acciones a las que les darán prioridad son asesoría jurídica, apoyos alimentarios, gastos funerarios y recursos para búsquedas.
Y aunque se insistió en la necesidad de apoyo psicológico, solo se comprometieron a buscar los canales en los gobiernos municipales como primeros respondientes y proponer cambios en la Ley de Víctimas para el Estado de Guanajuato; cambios que no abonan para atacar a fondo el problema.
“Cuando escucharon nuestras peticiones de atención psicológica, solo hicieron referencia que se modificará la ley de víctimas; un artículo que dice que solo serán atendidas las víctimas que tengan algo derivando directamente de la acción revictimizante. La ley tiene ese candado donde la comisión no nos puede ayudar porque según ellos lo que tenemos, nuestros problemas psicológicos y de salud no está directamente relacionado con la desaparición”, aseguró Bibiana Mendoza del colectivo “Hasta Encontrarte” quien estuvo en la reunión.
Mientras la exigencia sigue, en Guanajuato no se ha podido frenar la escalada de violencia, las cifras de la Fiscalía del Estado revelan que entre enero y noviembre de 2022 se han iniciado más de 5 mil 700 carpetas de investigación por desapariciones forzadas y la lucha entre cárteles mantiene a la entidad entre las más violentas del país.