“Un Pinocho hecho de madera mexicana” es una exposición inaugurada este semana en las instalaciones de la Cineteca Nacional a propósito de la llegada del filme de Pinocho en cines selectos este fin de semana. La cinta de Guillermo del Toro rompe con la versión que imperó de Disney para ofrecernos un relato más humano sobre la desobediencia, en contra de pensamientos totalitarios y sobre la fragilidad de la vida.
Ciudad de México, 25 de noviembre (SinEmbargo).- El cineasta Guillermo del Toro reinventa el cuento clásico de Carlo Collodi para ofrecer una historia que viaja hasta la conciencia y el alma de sus personajes humanizándolos y rompiendo con la “lección” que impuso Disney, en Pinocho, una producción de Netflix.
Desde hace 15 años el proyecto, en que Del Toro veía la oportunidad de convertir en una “herramienta para hablar sobre lo preciosos y frágiles que somos como humanos y cuánto nos necesitamos unos a otros”, llegó a él, pero no fue hasta hace 10 que realmente concentró su atención para poner manos a la obra junto a Mark Gustafson (Dos colgados muy fumados en Navidad) en la dirección y con Patrick McHale (Más allá del jardín) en el guión.
Esta nueva versión de Pinocho relata la manera en que una traviesa e inquieta marioneta de madera mágicamente cobra vida para reparar el corazón roto de un carpintero llamado Geppetto, y la vez, encontrar su lugar en el mundo.
“Diría que la mayoría de las demás historias de Pinocho tratan sobre la obediencia. La nuestra es sobre la desobediencia. La desobediencia es un factor primordial para convertirse en humano y cómo convertirse en humano no significa cambiarse a sí mismo o a los demás, sino comprender. Sabes, creo que el primer paso hacia la conciencia y el alma, para mí, es la desobediencia”, cuenta Guillermo del Toro en un encuentro con medios donde SinEmbargo estuvo presente.
Del Toro no titubea y marca la importancia que radica en la diferencia entre las ideas e ideología, la misma que hacen de su cinta algo distinto a las anteriores versiones.
“Una idea es una idea que construyes a partir de la experiencia, la compasión y la comprensión. Y una ideología es algo que se te da y te dicen que la obedezcas ciegamente”, destaca.
Pinocho junto a Frankenstein han sido dos fábulas esenciales que marcaron la niñez y adolescencia del cineasta tapatío de 58 años de edad, dos relatos que reflexionan sobre la relación padre-hijo en la que deseaba profundizar.
“Esto puede decirte algo sobre mi relación con mi papá [Ríe]. Pero es esta idea de que te lanzan a un mundo que apenas entiendes y tratas de darle sentido a medida que creces. Definitivamente son padre e hijo o son historias que tratan de ese vínculo y ese lazo y esa sombra de [¿algo antes que ellos?]”.
“Fueron de primordial importancia para mí. Y siempre sentí, ya sabes, Pinocho es uno de esos pocos personajes, tal vez hay 10 personajes en la historia de la narración humana, que son capaces de ser universales y completamente adaptables a cualquier cosa. Están Frankenstein, Pinocho, Tarzán, Sherlock Holmes. Son personajes que, aunque no hayas leído la historia, la conoces, o crees que la conoces”.
El director de El laberinto del fauno (2006), La forma del agua (2017) El callejón de las almas perdidas (2021) tomó de su misma experiencia de vida, en su “yo soy padre y yo soy hijo”, para contar esta historia desde un punto de vista más honesto tanto para Geppetto como para Pinocho.
“Tengo una gran experiencia en ambos campos. Y sé lo desgarrador que es, esta idea, quería presentar tres figuras paternas, como dije: Geppetto que aprende. Esta es una gran diferencia con nuestro Pinocho”.
“Normalmente en Pinocho, él aprende a obedecer y aprende a ser un buen chico, y luego se convierte en carne y hueso. Lo que yo quería mucho es que todos aprendieran de Pinocho. El Cricket es pesado y extraño, y tiene una foto de Schopenhauer en la pared. Hace grandes pronunciaciones y aprende humildad, fragilidad y falibilidad de Pinocho”.
“Todo el mundo quiere a Geppetto porque Geppetto hace lo que todo el mundo quiere. Cuando su hijo se reencarna en Pinocho, no puede verlo. Y lo que he aprendido como padre y como hijo es que el mayor tesoro para un hijo o un padre es ser visto, poder ser visto por el otro”.
En Pinocho encontramos a un Geppetto más humano, un hombre que carga con el gran dolor por la pérdida de su hijo y que también puede cometer errores. Para nada es un hombre perfecto. Del Toro desea ofrecer con esta historia un relato “elocuente y conmovedor” en donde Geppetto aprende a amar a Pinocho.
“Rastreamos a Geppetto. Es su dolor, su pérdida, su comprensión, su cambio. Lo rastreamos mucho más. No es solo un vehículo para funcionar como una figura paterna y traer a Pinocho, es realmente muy diferente el peso que tiene Geppetto y necesitábamos que los títeres fueran actores. Y ese es uno de mis actores favoritos en la película, Geppetto”, destaca.
De forma personal, la muerte del padre del director, Federico del Toro, el 25 de julio de 2018, fue también un acontecimiento que marcó su cinta, como él mismo lo destaca:
“Eso informó mucho sobre la profundidad de la emoción de esta película para mí, y la importancia temática de cuán breve es la vida, y cuán importante es, y cómo nos tenemos el uno al otro por un momento tan precioso, ¿sabes? Y creo que esa profundidad, y el hecho de que el material se dicta solo”.
ARTE Y UNA EXPOSICIÓN PARA HOMENAJEARLA
Netflix y la Cineteca Nacional inauguraron este miércoles la exposición llamada “Un Pinocho hecho de madera mexicana” sobre el detrás de cámaras de la película. Una exhibición que presenta 11 maquetas de los personajes utilizados, imágenes del proceso creativo, así como entrevistas con los animadores mexicanos y el mismo Del Toro hablando acerca de la producción en la que el director puso todo el todo el corazón.
“Este es mi Pinocho. Para mí, hay una diferencia valiosa entre stop motion como forma de arte y digital. Detener el movimiento en los primeros días, donde tenía el muaré y el parpadeo de la piel y la tela, incluso el polvo atmosférico en los decorados. Y la imperfección era tan hermosa de ver porque te decía cómo se hizo”.
“Realmente quería que esta película aterrizara de una manera que tuviera la expresividad y la naturaleza material de una pieza de animación hecha a mano, un hermoso ejercicio artesanal de tallado, pintura, escultura. […] Pinocho es un cuento que ha vivido a través de los siglos, una fábula muy cercana a mi corazón y estamos muy seguros de que esta encarnación es particularmente hermosa”, agrega.
Del Toro es uno de los mayores defensores del valor de la animación en el cine quitándole estigmas como que es un género que sólo puede ser utilizado en filmes para un público infantil. Los primeros cortos que realizó en su carrera fueron en stop-motion.
“Hace 15 años, comenzamos con Pinocho, y hace unos 10 años, hice la promesa de comenzar a concentrarme más y más en la animación porque, y quiero decirlo desde el principio. La animación es cine y la animación es arte. Y no es un género, ni es para niños.Y puede abordar historias serias, profundas, conmovedoras, sin tener que abordarlo como algo dirigido únicamente a un mercado”.
Pionero de la animación en su natal Guadalajara, Jalisco, hoy este cineasta se ha convertido en uno de sus máximos impulsores:
“Afortunadamente, o casualmente, el movimiento de animación en mi región, en mi estado, lo iniciamos yo y mi socio con esas cámaras. Las cámaras sobrevivieron al robo, [RISAS] y pasaron a ser utilizadas por varios miembros de la comunidad que terminaron animando a Pinocho. Y pensé que Pinocho era la manera perfecta de mostrar ese talento. Tener unas 40 personas en Guadalajara, México, declarar en un gran estadio: ‘Esto es lo que somos. Esto es lo que hacemos’. Fantástico animador. Animadores de nivel mundial”.
Del Toro hace referencia a “El taller de Chucho”, llamado así coloquialmente en honor a un personaje del fallecido animador Rigoberto “Rigo” Mora, es el Centro Internacional de Animación (CIA) ubicado en la ciudad de Guadalajara que busca convertirse la capital latinoamericana de la animación. Un centro impulsado por el mismo Guillermo de Toro y el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) y del que los animadores: Luis Téllez, René Castillo, Mayrení Senior Seda, Karla Castañeda, Rita Basulto, León Fernández, Sofia Carrillo y Sergio Valdivia son parte. Animadores reconocidos en nuestro país que se sumaron a contar esta historia.
“Un Pinocho hecho de madera mexicana”, inaugurada este semana a propósito de la llegada del filme a salas de cine, estará abierta al público en general hasta el 11 de diciembre de forma gratuita. Pinocho estará disponible en Netflix el 9 de diciembre.
“Esta película, para mí, las líneas finales de esta película son un resumen de lo que entiendo que es la vida. Es tan urgente en este momento para mí darme cuenta de que el pensamiento totalitario es tan asfixiante y que nos tenemos el uno al otro por tan poco tiempo. Y puedes elegir entre el miedo y el amor en la forma en que te relacionas con las personas. Y si te relacionas con las personas con confianza, todo da la vuelta si lo miras con amor”, culmina el cineasta.