La cinta brasileña Divino amor, que forma parte de 68 Muestra de la Cineteca Nacional, es una crítica al fanatismo religioso que parece tomar cada vez más poder en Brasil. Un filme con un tema universal y con una trama que atrapará al espectador.
Ciudad de México, 25 de noviembre (SinEmbargo).– Brasil, 2027. El país que celebraba su diversidad año con año en su mayor fiesta, el Carnaval de Río de Janeiro, ha decidido adecuarla a las nuevos tiempos eligiendo ahora una fiesta evangelista amenizada por música electrónica. Ahí, en medio de miles de personas, están Joana y Danilo, una pareja que ha puesto toda su fe en la esperanza de concebir un hijo.
Es un Brasil distópico. Un Brasil retratado no muy lejos de su realidad actual por el cineasta Gabriel Mascaro en Divino Amor, un filme con una dura crítica a un país en donde parece que el fanatismo religioso parece tomar cada vez más poder.
“Brasil está pasando por un cambio tremendo en la cultura, la política, la economía y la religión, la religiosidad del pueblo. Entonces, quería hacer una película sobre el control del cuerpo de la mujer por las instituciones religiosas”, comenta en entrevista con SinEmbargo, el director Mascaro.
Danilo es un florista y Joana es una notaria que se aprovecha de su puesto para aconsejar a parejas y así evitar que se divorcien. Está convencida que es su misión. Los invita a su grupo evangelista para que, como ella, superen sus problemas a través de la religión.
Joana espera que sus esfuerzos sean reconocidos y así se le recompense con la llegada de un hijo.
Divino Amor nos presenta un Brasil en donde la mayoría de sus habitantes son evangélicos, una distopía que asegura Mascaro no está tan lejos de la realidad de su país en donde los últimos años se da muestra de ello. Basta pensar que su actual Presidente Jair Bolsonaro fue impulsado por los evangelistas durante su campaña por su defensa de los valores cristianos, y les agradeció incluso reconociendo que su apoyo fue decisivo para llegar al poder.
“Es una reflexión sobre Brasil, que yo pensaría que estaba cambiando muy rápidamente para un movimiento conservador muy grande con tremendo poder en la política brasileña. Quería hacer esta película sobre este control del cuerpo de las mujeres por las instituciones cada vez más religiosas, ese fue un punto de partida. No quería hacer una película sobre tecnología sino del cambio cultural y político”.
Gabriel Mascaro decidió abordar la historia de Amor divino desde el punto de vista de personajes que eran parte de la religión. La pareja trata de tener fuerza en su fe para no desesperar por los múltiples intentos de tener un hijo, y es por ellos mismos que el espectador puede ver más de lo que hay detrás de este fanatismo.
Joana, conforme avanza la cinta, se va convirtiendo víctima de su propia religión, una que castiga a la mujer.
“Cuando llega una política con toda esta red conservadora, y todas las iglesias, los pastores invitan a votar por Bolsonaro se crea un movimiento nacional muy fuerte y político. La verdad es que la iglesia y los evangelistas tienen cada vez más fuerza en el congreso nacional, en los políticos y los diputados par defender la agenda pro familia, antiaborto, y un montón de otras cosas. Brasil está viviendo un momento muy triste y ojalá eso no dure mucho tiempo”.
Mascaro indagó sobre la religión para realizar el filme, visitó iglesias, y se llevó una gran sorpresa:
“Nosotros a veces creemos una idea un poco más genérica y con prejuicio: ‘los conservadores son muy aburridos’, y la verdad es que no. Lo que descubrí es que es una iglesia, una religión, una tradición muy viva, que cambia muy rápido y que incorporara los iconos y las referencias de la cultura pop, y por tanto me quedó muy natural hacer una relectura de esta mirada pensando casi en algo pornográfico, un porno gospel, me quedó muy claro pensar en la contemporaneidad la religiosidad muy avanzada y reecontrandose con la cultura pop de su tiempo”.
El director está consciente que el movimiento evangélico es muy heterogéneo, y que está unión de la religión con el poder es universal y ha permanecido de muchas formas a los largo de la historia, pero el contexto actual de su país lo impulsó a filmar la cinta.
Divino amor no intenta concientizar en si profesar la religión o no, es una crítica del fanatismo que habita muy cerca del poder y que influye a la hora de tomar grandes decisiones.
La película forma parte de de la 68 Muestra de la Cineteca Nacional hasta este 26 de noviembre, y tendrá un espacio también en el circuito comercial.