Bardo es un ejercicio de introspección de Alejandro González Iñárritu en el que a través de sus personajes plasmó sus ideas y pensamientos como la forma en la que ve la vida, las mujeres que son parte importante en ella y la dualidad en la que transmuta alguien que va a vivir a otro país.
Morelia, Michoacán, 25 de octubre (SinEmbargo).– Como un canal para expresar lo que siente y piensa sobre todo, Alejandro González Iñárritu creó Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, su más reciente filme protagonizado por el actor Daniel Giménez Cacho que da vida a las ideas y sentires del director mexicano que explora en su lado más íntimo hasta el que comparte con miles de mexicanos.
Bajo el papel de Silverio Gama, un renombrado periodista y documentalista mexicano que regresa a México de Los Ángeles para recibir un prestigioso premio internacional, el actor Giménez Cacho asegura haber alimentado a su personaje a partir de sí mismo, de su experiencia, y no desde González Iñárritu.
“Yo no tenía que retratarlo a él, para mí es un personaje de ficción y lo retraté como es, como siempre se retrata a un personaje de ficción, rellenando y dándole vida con mi experiencia y con mi vida siempre, así que más bien se trató de mí y además con otra característica que es no construí un personaje, no diseñarlo, estas características, nada de eso, sino creo que es lo más apegado a mí, que he hecho nunca, y entonces creo que más bien el que está retratado ahí soy yo, no él”, aseguró el director en entrevista con SinEmbargo.
El actor elegido, además de su talento, por compartir con Iñárritu un momento de vida, asegura que conectó de inmediato con el personaje a causa de la muerte, y no porque temiera a ella, sino por la manera en que deseaba experimentarla, algo que de alguna manera estaba presente en el guión que fue coescrito con el guionista Nicolás Giacobone, quien compartió el Óscar a Mejor guión con el cineasta mexicano por Birdman.
“Antes de que me llegara este guión se me metió a la cabeza que yo quería, que me gustaría morir conscientemente, que ese acto de morir fuera mi último acto de vida, y luego me llegó el guión, entonces dije:’ o sea yo lo pedí y ahora me llega’. Siento que en esta película hay ese proceso, que el personaje puede mirar y de hecho hay un momento en el que parece que él se va después de ver a mi querida familia donde parece un acto casi voluntario. Él exhala y ¡fum!, y entonces dije ‘¡qué privilegio! Puedo ensayar cómo va a hacer mi muerte, y de hecho creo que cuando me muera me voy a acordar de esa escena, ese día, esa lunita que hay ahí con voces de mi familia que me digan adónde vas y yo les diga ‘ay, ahorita, nos vemos después. Creo que cuando esté muriendo, me lo voy a recordar”.
Giménez Cacho comparte créditos con la actriz argentina Griselda Siciliani que da vida a Lucía y es quien representa el lado femenino en la cinta, el significado de ser mujer y madre, la voz que susurra de cerca a Silverio y la vez la que lo acompaña en cada momento.
“Es el alma de mi personaje, eso, hay algo de ser madre, entiendo por esta herida que tiene la familia, que tiene Lucía en primera persona también, que es como lo más fuerte del personaje.
La actriz que ha dedicado su carrera sobre todo al mundo de los melodramas en la televisión argentina, como lo hizo en Educando a Nina (2016), comparte que el apoyo y acompañamiento que da su personaje al de Silverio, siempre fue con dignidad, fue lo que más le conmovió.
“Creo que eso está muy bien contado, me gusta como está contado, desde el lado de la mujer, cómo Alejandro decidió decir ‘bueno, Lucía, genera esto en este vínculo, en esta familia y en esta pareja’, lo que ella genera, lo que ella aporta es fundamental para la vida de la familia y para la vida de este hombre que está en crisis, o que está en este bardo”.
Sin embargo, el que ofrezca un acompañamiento al personaje de Silverio, no le resta dignidad. Lucia es la representación de una mujer que hace frente a los obstáculos, que no cede al otro, y eso da luminosidad.
“No sólo no pierde su esencia sino que tiene una luz propia y brilla, y tiene sobre todo lo que más me gusta de Lucia y lo que Alejandro decidió contar, que es que tiene potencia, es una mujer que en su dulzura y en su juego, en su alegría, y en su manera, tiene mucha potencia femenina”, agrega.
MIGRACIÓN E IDENTIDAD
La familia es un punto importante en el filme. A partir de ella se desprenden muchos cuestionamientos en Bardo. Silverio se pregunta: ¿Seré un buen padre?, ¿he estado mucho tiempo ausente fuera de casa?, ¿es tiempo de redimirse?…
Camila (Ximena Lamadrid) y Lorenzo (Íker Sánchez Solano), hijos de Silverio, son un punto que clave que además ayudan a analizar la dualidad en la que vive la gente navega cuando migra de su país de origen y convive con una nueva cultura. En el “no soy de aquí ni de allá”.
Tanto Ximena como Iker usaron sus propias experiencias personales para entender y abrazar a sus personajes que migraron siendo niños a Estados Unidos por su padre dejando atrás a sus amigos y vida en México.
“Personalmente hay muchos latinos y latinoamericanos que viven, que se mueven a Estados Unidos o a otros países, y a veces hay ese sentimiento de que no pertenezco”, comparte Ximena, nacida en México pero que creció en Dubai, y que encontró en Camila esa empatía al experimentar lo que su personaje siente.
“Quiero que cuando la gente vea la peli sienta ‘esto yo lo vivo y cuando se habla algo, cuando se ve algo, ya la gente, empieza a entender nos podemos a alejar de esos estigmas y como esas ideas de cómo tenemos que ser. Somos un mundo multicultural y también es algo generacional de que ahora chance no tienes que viajar pero estas en las redes y somos de todas partes y conectamos con todo el mundo toso el tiempos y no tiene que haber una línea ahí”.
Para Íker Sánchez Solano, que debuta en la actuación con este filme, el acto de migrar significa dejar algo en el camino, pero también desarrollar uno nuevo.
“Conforme te vas moviendo de un lugar a otro y vas inmigrando a través de tu vida, de donde tú te vas muere una parte tuya, y queda como chiquita tu estampa. Muere esta parte y llegar a un lugar y nace algo nuevo, pero te vas ahí y nace algo nuevo. Cuando tiene ese nuevo y sales de ahí por un tiempo, lo ves como casa y vuelves ahí”.
Ambos hijos también se encuentran en una especia de limbo al igual que su padre. No se encuentran ni en México ni Estados Unidos, pero están luchando por dar con su identidad.
Íker Sánchez vio también en la historia de su propia familia la inspiración para Bardo:
“Yo lo vi con mi papá que escapó de Venezuela cuando el país empezó a tener muchos problemas y yo veía como él estaba profundamente triste por esta nostalgia y todo lo que estaba dejando atrás, incluso su familia, y luego viene a México y vive 25 años en México y se siente mexicano, y me dice todavía no me siento Mexicano, 25 años aquí y aquí es mi casa, están todas mis relaciones, mis amistades, mi familia, todo, opero yo no me siento en mi casa, pero es mi casa,¡. Entonces es como este bardo justamente, como esta parte esta muriendo de donde yo estaba y está naciendo esta nueva, entonces es como de usar de transpón en transición y de estación y estación”.
Bardo, Falsa crónica de unas cuantas verdades se estrenará en cines de todo México el 27 de octubre, seguido de un estreno limitado en cines de Estados Unidos, España y Argentina el 4 de noviembre, antes de su lanzamiento global el 18 de noviembre. La película llegará a la plataforma Netflix el 16 de diciembre.