Sophia Loren destacó que su madre fue una gran inspiración para La vida por delante, un drama sobre la singular amistad que brota entre un jovencísimo inmigrante senegalés (Ibrahima Gueye) y una anciana italiana que sobrevivió al Holocausto (Sophia Loren).
Los Ángeles (EU), 25 de octubre (EFE).– Tras más de una década sin asomarse a la gran pantalla, Sophia Loren regresa al cine con La Vita davanti a se, una película de Netflix con un claro componente emotivo y familiar para la legendaria actriz italiana ya que fue dirigida por su hijo Edoardo Ponti.
“Me encanta trabajar con mi hijo, adoro trabajar con mi hijo. Quiero trabajar con mi hijo siempre: tenemos un alma en común”, aseguró hoy la actriz en un coloquio posterior al estreno virtual de La Vita davanti a se, que llegará a Netflix el 13 de noviembre.
Sophia Loren, de 86 años y cuya última incursión en el cine hasta ahora era Nine (2009) de Rob Marshall, respondió hoy junto a Ponti a las preguntas de otro icono italiano como Isabella Rossellini, quien destacó que sentía envidia sana ya que ella nunca llegó a colaborar en una película con sus padres Ingrid Bergman y Roberto Rossellini.
“Tu madre, Edoardo, representó para mí cuando yo crecía un ejemplo, una manera de ser mujer (…) Sophia nos mostró que las mujeres italianas no eran madres sumisas sino mujeres con gran orgullo que mantenían unidas a las familias”, defendió Rossellini.
En este sentido, Sophia Loren destacó que su madre fue una gran inspiración para La vida por delante, un drama sobre la singular amistad que brota entre un jovencísimo inmigrante senegalés (Ibrahima Gueye) y una anciana italiana que sobrevivió al Holocausto (Sophia Loren).
“Siempre he intentado ser como mi madre. Ella era realmente maravillosa, fuerte, una mujer increíble”, dijo.
“Madame Rosa (su personaje en la cinta) tenía la misma fragilidad y el mismo tipo de emociones que mi madre, desde luego. Durante la II Guerra Mundial, cuando yo era pequeña (…), mi madre sufrió mucho pero nunca hablaba de ello: incluso aunque estaba muerta de miedo, ella estaba siempre con nosotros soportando cosas terribles, los bombardeos y la guerra en Nápoles”, recordó.
HUMANIZAR AL MITO
Ponti, que durante el coloquio compartió numerosos gestos de cariño con su madre, trató de explicar por qué trata de entender a Sophia Loren más allá del mito del cine que es.
“Creo que la razón por la que mucha gente empatiza con ella cuando actúa es porque nunca abrazó la etiqueta de icono: eso es algo que le pusieron pero no algo que venga de ella”, opinó.
Por eso, el director dedicó gran parte de su labor en “La vida por delante” a que Ibrahima Gueye, el actor debutante que se mide a Loren en el papel de Momó, no se cegara por todo el resplandor que rodea a una estrella de la magnitud de la italiana.
“Era muy importante para nosotros humanizar a mi madre para que él no viera al icono sino a la persona. Así que se nos ocurrió la idea de vivir todos juntos. Durante las más de ocho semanas del rodaje, vivimos todos en la misma casa (…) y así vio a mi madre por la mañana, algunas veces yo les veía juntos en el sofá frente a la televisión… Así se conocieron en un nivel puramente emocional y no conectado a la personalidad que es mi madre”, explicó.
Finalmente, Loren contó que el secreto para trabajar con actores novatos o no profesionales lo descubrió con un maestro neorrealista.
“Aprendí esa lección con Vittorio De Sica”, aseguró.
“Y no es que Ibrahima estuviera perdido, ya que es un chico fuerte. Pero era su primera oportunidad en una película, con una cámara, con la gente mirándole solo a él. Fue muy difícil pero creo que le gustó mucho (…) y fue capaz de superar su timidez y de ser parte de nosotros”, finalizó.