En tanto, el cuestionado Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia finalizó el cómputo de votos y con el 99.99 por ciento de las actas escrutadas adjudicó una ventaja a Morales de 47.07 por ciento sobre su principal rival, el expresidente Carlos Mesa, que obtuvo 36.51 por ciento, lo que implicaría una victoria del mandatario en primera vuelta.
Por Carlos Valdez
La Paz, 25 de octubre (AP) — Seis de nueve ciudades de Bolivia sufrían el viernes una nueva jornada de protestas callejeras, bloqueos y un paro contra el Presidente Evo Morales, al que opositores acusan de haber montado un fraude para ganar las reñidas elecciones del domingo.
Paralelamente, la presión internacional crecía. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, dijo a medio día que el organismo apoyaba que la Organización de Estados Americanos (OEA) auditaran los resultados, como ya se había sugerido. Guterres habló con reporteros desde Nueva York luego de que el canciller boliviano, Diego Pary, confirmara que la revisión de los sufragios se llevaría a cabo liderada por la OEA.
En tanto, el cuestionado Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia finalizó el cómputo de votos y con el 99.99 por ciento de las actas escrutadas adjudicó una ventaja a Morales de 47.07 por ciento sobre su principal rival, el expresidente Carlos Mesa, que obtuvo 36.51 por ciento, lo que implicaría una victoria del mandatario en primera vuelta.
Hasta el momento el TSE no ha declarado un ganador. Por el contrario, en cuatro mesas de las 33 mil 044 que se instalaron en todo el país se repetirá la votación el domingo 3 de noviembre, lo que demoraría la proclamación de un ganador.
El jueves, el cómputo indicaba que se trataba de cinco mesas, pero horas después cambió la información y se aclaró que eran cuatro.
Las protestas antigubernamentales se registran en seis ciudades mientras Morales y Mesa intercambian fuego cruzado.
Mesa acusa a Morales de “llevar adelante un golpe de Estado” con “un monumental fraude”. Morales, por su parte, dice que Mesa gesta un golpe en su contra con apoyo internacional para desconocer su victoria.
En tanto, la ciudad de La Paz quedó paralizada con un bloqueo y un paro que realizaron vecinos en diferentes puntos de la ciudad.
Los críticos de Morales se pusieron la bandera boliviana en la espalda y gritaban: “¡Mi voto se respeta!”.
La Defensora del Pueblo, Nadia Cruz, informó que hasta la fecha se registran 27 personas heridas y 57 detenidos.
En cuando a la presión internacional, la Unión Europea, Estados Unidos, Argentina y Colombia han pedido una segunda vuelta para restituir la “credibilidad en el proceso electoral”.
Un supuesto cambio en la proyección del voto entre el domingo y el lunes –tras un inexplicable corte por 24 horas en la transmisión de los conteos– alimentó las sospechas de fraude.
Durante la campaña, el TSE fue señalado por la oposición de favorecer al gobierno. Sus siete jueces fueron elegidos por la Asamblea Legislativa dominada por el oficialismo.
En tanto, Venezuela, Cuba y México felicitaron a Morales por su victoria.
En La Paz una multitudinaria marcha llegó la víspera hasta las puertas del TSE para protestar. Cientos de los manifestantes eran de El Alto, ciudad vecina de La Paz y bastión de Morales.
Todas las noches desde el lunes jóvenes universitarios protestan frente al TSE e intercambian amagues con la policía, que no ha reportado heridos graves.
Una alianza opositora encabezada por Mesa desconoció los resultados y llamó a “protestas pacíficas”.
Santa Cruz, bastión opositor en el oriente, vive el tercer día de una huelga en reclamo de “respeto al voto”. La ciudad está semiparalizada, con escaso transporte, marchas callejeras y choques esporádicos entre simpatizantes de Morales y opositores. La policía reportó una veintena de detenidos.
También hubo protestas y bloqueos en las ciudades de Cochabamba, Chuquisaca, Tarija y Potosí.
Menos numerosas, también se dejan sentir las marchas de apoyo al gobierno y en defensa de la victoria de Morales. El gobernante llamó a sus bases a defender su voto.
El mandatario, que lleva casi 14 años en el poder, garantizó estabilidad económica y política con baja inflación y tasas de crecimiento por encima del 4 por ciento anual, pero escándalos de corrupción y su afán de reelegirse a pesar de un referendo que le dijo no mermaron su credibilidad y popularidad, según analistas.