Bernardo Fernández, BEF, habló con SinEmbargo con motivo de los 10 años de aparición de su primera novela: Gel azul, en la cual retrata un mundo distópico en el que están presentes elementos aún vigentes como lo son la violencia, la diferencia de clases y el abuso de poder.
Ciudad de México, 25 de septiembre (SinEmbargo).– A más de una década de su aparición, la novela Gel azul sigue siendo vigente, tanto por los temas que trata, como es la violencia, la diferencia de clases y el abuso de poder, así como los géneros de los que abreva: el cyberpunk y el detectivesco.
Su autor, Bernardo Fernández, BEF, platicó con SinEmbargo sobre su proceso creativo, el inicio de su vida como escritor con esta obra, además de su opinión sobre el género fantástico literario en México.
Gel azul está enmarcada en una investigación criminal. La novela comienza cuando se descubre que hay un bebé muerto flotando en el tanque de gel azul, en casa de Gloria Cubil, hija de unos de los hombres más poderosos del país, pero ella no se da cuenta porque está conectada a su sueño electrónico.
A partir de ahí se desencadena la trama policiaca, caso que se le comisiona a Crajales, un detective de poca monta, para mantener la discreción. Poco a poco se va desenvolviendo la madeja de conspiraciones, traiciones, de corporativismo voraz, de tecnología que deshumaniza a los personajes, al tiempo que se ve a esta chica sumergida en esta burbuja electrónica buscando desesperadamente dar un sentido a una existencia.
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—A la distancia, ¿cómo lees Gel azul, en este tiempo de comunicación por Internet y pantallas? ¿Consideras que ha envejecido bien?
—Cuando comencé a escribirla, en 1998, el Internet era una interfaz de puro texto. Lo que hice fue utilizar el mecanismo básico de la ciencia ficción, es decir, preguntarme “qué pasaría si… la interface del Internet es la realidad virtual” y que además sólo fuera utilizada por las clases favorecidas económicamente.
Partí de esa premisa para construir la novela, es decir, es una distopía que en aquel momento parecía muy lejana y ahora, justo cuando revise el texto para su nueva publicación, estaba aterrado, pues me preocupaba que se hubiera convertido en un texto caduco o excesivamente ingenuo, pero descubrí que no, que la metáfora estaba ahí, que lo que quería contar, lo temas de la violencia y la desigualdad, permanecían. Esta desigualdad, en la transición de siglo desde la que yo escribía y en la que yo proyectaba el futuro, aún permanece e incluso se haya ahondado, entonces al final lo que permite que este libro tenga vigencia es justo que habitamos este futuro triste.
Sin embargo, debo confesar, hay varias retrospectivas que fallan. Los escritores de ciencia ficción no adivinamos el futuro, más bien intentamos prevenir, entonces sucede que no pude saber que la interface no iba ser la realidad virtual, si no los teléfonos celulares, y que además la gran población, al menos en nuestro país, sin importar su nivel socioeconómico, iba a tener acceso a Internet.
—En tu literatura hay un río subterráneo que es la violencia, las desigualdades sociales y la violación de los derechos más elementales, lo cual es una de tus poéticas. Gel azul lo tiene, cuéntame de este leitmotiv en tu obra.
—Estoy convencido que todas las formas de desigualdad automáticamente generan violencia. Esta es mi primera novela, y en ese momento yo tenía en mente hacer una novela cyberpunk, pero se fue perfilando con un gran componente de novela policiaca, se cruzan estos temas: la desigualdad, la impunidad, la voracidad, el poder y uniendo a todas ellas está la relación con la tecnología, eso es lo que conforma la estructura de Gel azul, en un molde de novela policiaca ambientada en la Ciudad de México en el futuro.
—Siendo Gel azul tu primera novela, Crajales es tu primer detective. ¿Qué miras en él, ahora que releíste la obra para su nueva publicación?
—Pienso que origen es destino. Yo no sabía que iba a ser carrera de novelista policiaco, y este detective es el más amargo de todos lo que he inventado, pues en retrospectiva me doy cuenta que ésta es mi novela más oscura, por mucho, el tono desencantado, el final amargo. En la relectura, me da mucho gusto darme cuenta que la novela está resuelta en el último párrafo. Si yo hubiera escrito esta novela hoy, hubiera dotado a Crajales de un sentido del humor más relajado y lo hubiera hecho mucho menos agrio. Descubro, con Crajales, que la ruta natural es ser un joven alegre y convertirse en un viejo amargado y me sorprendo al ver que en mi vida personal es al contrario, era un joven amargado y me estoy convirtiendo en un viejo alegre.
Lo que más me impacta es descubrir lo enojado que estaba cuando escribí esta novela, con el final más desesperanzado, no tiene ninguna redención. Es mi único libro nihilista, el único donde está este espíritu del futuro, entre el final del siglo pasado y el inicio de éste.
—Oye, pero Crajales está muy joven para ser tan amargo, ¿no BEF?
—Bueno, cuando yo comencé a escribir esta novela tenía 26 años, entonces alguien de 39 como Crajales ya me parecía un anciano. Sin duda, es mi detective el más amargado y oscuros, y creo que la pasó mal.
—Hay dos narradores en tercera persona, quien cuenta la vida del detective Crajales va a contrarreloj, todo se narra a la carrera, con mucha velocidad, mientras que el narrador que da muestra la vida de Gloria es más lento, ralentiza la historia. ¿Qué reto se te presentó al escribir dos voces que hablan desde una misma distancia, pero que sonaran distinto?
—Cuando escribí Gel azul, me imaginaba contrapuntos musicales: un andatti contra un allegro. La introspección me la da la búsqueda de sentido que Gloria tiene, en este tono virtual, donde no hay prisa alguna, donde el tiempo no existe, un universo donde puedes adquirir la forma que quieras, puedes ser una medusa, un insecto, un unicornio, entonces ella no tiene prisa, mientras que Crajales (que son dos personajes que se encuentran en los polos opuestos del espectro socioeconómico) va a contrarreloj porque su vida está amenazada por toda la porquería que va desentrañando. Es precisamente la diferencia entre ambos personajes que da la sensación de dar dos tonos, de capítulos contrapunteados, entre el universo virtual contra el mundo real de la novela.
—Varias de tus novelas llevan cómo parte del título un color, como el azul, el rojo, el blanco. ¿A qué se debe la predilección cromática?
—Quizá sea por mi formación como diseñador, incluso muchas de mis novelas policiacas son dos palabras, Hielo negro, Azul cobalto, Cuello blanco. Cuando escribí Gel azul me parecía muy evocativo ese título, incluso alguien me hizo la broma de si se trataba de un champú. El nerd que llevó adentro y afuera siempre ha tenido una fascinación con los coloides. Además, había mucha sonoridad de este título y remitía a un asunto científico, creo que los títulos deben ser importantes, evocativos y fuertes.
—A más de diez años de escrita Gel azul, ¿cómo sientes que se vive la actualidad del cyberpunk?
—Los propios creadores del movimiento, Bruce Sterling, William Gibson, habían declarado que la muerte del movimiento cyberpunk, aunque poco después retomaron diciendo que el mundo se convirtió cien por ciento cyberpunk, es decir, se diluyó en el contexto. Todo esto que era parte de la literatura de la imaginación, de la narrativa cinematográfica y de los cómics, ahora aparece en nuestra vida cotidiana y asumida con mucha naturalidad; por ejemplo, ahora se puede tener una cita romántica con un robot, hay corporaciones que usan drones para realizar las actividades más extravagantes que se puedan imaginar. Hoy escribimos en un mundo lleno de referentes propios de este tipo de literatura, y eso me parece fascinante.
Yo creo que en México lo que ha ganado terreno es la literatura de la imaginación en México, la cual germina lentamente, pero con mucho vigor. Seguimos siendo pocos los que escribimos este tipo de literatura, pero se está formando un corpus muy interesante, entre los que destacan están Gerardo Porcayo, José Luis Zárate, Alberto Chimal, Cecilia Eudave, Daniela Tarazona, Karen Chacek, Andrea Chapela, Bibiana Camacho, Martha Riva Palacio, hay mucha gente que está contado este tipo de historias con gran solvencia y que vale la pena sumarse a la literatura fantástica mexicana.