Sandra Lorenzano
25/08/2024 - 12:02 am
Alain Delon, nuestro primo
Allí están, Simone y Rocco (encarnados por Renato Salvatori y Alain Delon) como una suerte de Caín y Abel de la posguerra, enfrentados por una mujer, Nadia (Annie Girardot), la María Magdalena de la historia.
Me unen a “Rocco y sus hermanos” unos extraños lazos afectivos, de ésos que suelen ser inexplicables, pero que nos llevan a preferir ciertas películas, ciertas sonatas o ciertos poemas por sobre otros. Como si algo de lo que hay en ellos se conectara con lo más antiguo de nuestra memoria. Eso me pasa con mucho del cine italiano, en especial con las obras del neorrealismo. Puedo llorar a mares viendo “Ladrones de bicicletas”, de Vittorio de Sica, o “La strada”, de Federico Fellini, o “Alemania, año cero”, de Roberto Rossellini. “Rocco y sus hermanos” pertenece a esa categoría de películas; me sigue emocionando y fascinando cada vez que la veo.
La muerte de Alain Delon, ocurrida hace apenas unos días, me llevó a buscarla nuevamente. Ese Delon joven, hermoso y un tanto tímido, es mi favorito. Bello siguió siendo siempre, pero los años le robaron el aura angelical que vio el genial Luchino Visconti cuando hacía el casting. Incluso llegó a decir que si no participaba el actor francés -prácticamente un desconocido aún- él renunciaría a filmar la película.
Volví a ver esa joya (es fácil encontrarla en youtube[1]) y volví a conmoverme con la historia de la familia Parondi: Rosaria, la matriarca (interpretada por la gran actriz nacida en Grecia, Katina Paxinou), y sus cinco hijos: Vincenzo, Simone, Ciro, Rocco y el pequeño Lucca, que abandonan su pueblo del sur de Italia, para llegar a una Milán pujante y rica, pero cruel con sus propios migrantes. Quizás se parezca un poco a la historia de todas las grandes urbes. En México, Amparo Ochoa cantaba aquel tema de Gabino Palomares que decía “…pero si llega un indio cansado de andar la sierra lo insultamos y lo vemos como extraño por su tierra”. ¿Se acuerdan?
Luchino Visconti contó ese desencuentro: desde el deslumbramiento de la familia ante las luces de la ciudad hasta el drama que signa el final. En un potente blanco y negro (¡cómo me gusta la fotografía en blanco y negro!), es el suyo un relato que abreva tanto de la tragedia griega como de la mirada cristiana sobre el bien y el mal. Allí están, Simone y Rocco (encarnados por Renato Salvatori y Alain Delon) como una suerte de Caín y Abel de la posguerra, enfrentados por una mujer, Nadia (Annie Girardot), la María Magdalena de la historia.
La película de Visconti y yo tenemos la misma edad, nacimos en 1960. Pocos años después, mi padre tomó una serie de fotos a la que él y mamá llamaban, un poco en broma y un poco en serio, “Rocco y sus hermanos”. Yo, que era una niña, y no tenía idea de que existiera una película con ese nombre, pensaba que las personas fotografiadas eran unos primos lejanísimos que habían llegado del sur de Italia, como mis bisabuelos.
Pasaron muchos años antes de que viera la cinta, pero sus imágenes -incluidos los bellísimos Claudia Cardinale y Alain Delon- ya eran parte de mi íntimo álbum familiar, junto a esos pescadores desconocidos que papá fotografió alguna vez en el puerto de Mar del Plata. Hoy les confieso sólo a ustedes esta confusión infantil, pero no quito ninguno de sus retratos de mi álbum.
[1] “Rocco y sus hermanos” https://youtu.be/lk8fxrwZosc?si=O9zcR5jkYbTlmwAh
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