TIJUANA, BC. “El gobierno de la República, específicamente la Secretaría de Energía (Sener) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE), así como el gobierno de Baja California, impulsan la conformación de un monopolio en favor del consorcio Sempra Energy y (Royal Dutch) Schell, empresas estadounidense y holandesa, respectivamente; esta últma controla, a través de la primera, la mayor parte de la infraestructura de transporte en el sur del estado de California, todos los sistemas de distribución de gas natural y electricidad a usuarios residenciales e industriales en la misma región, y los dos únicos cruces fronterizos de transporte de gas natural entre Estados Unidos y Baja California”, aseguró el 5 de agosto pasado el diputado federal José Narro Céspedes, tras entregar al comisionado de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, una petición para que a Darcel L. Husle, presidente del Consejo de Administración de Sempra Energy LNG de México, se le declare “persona non grata” por realizar “acciones contrarias al interés de la Nación”, entre ellas “prácticas monopólicas”.
La recriminación del legislador petista, a quien Husle acusó sin pruebas de pertenecer a un grupo de políticos, jueces y particulares mexicanos que extorsionan a ejecutivos de la trasnacional en México y lesionan la imagen internacional de la compañía californiana, parece tener un firme sustento.
Sempra Energy, a través de sus filiales mexicanas, es dueño de las siguientes empresas y proyectos en Baja California:
1. Energía Costa Azul: Opera una planta regasificadora de gas natural licuado en las inmediaciones de la ciudad de Ensenada, con capacidad de procesar hasta mil millones de pies cúbicos de gas natural diario.
2. Energía Sierra Juárez: Construirá un parque de energía eólica en poco más de 294 mil hectáreas en cuatro áreas diferentes (Jacumé, La Rumorosa, Cordillera Molina y Sierra de Juárez, ya concesionadas a la trasnacional por espacio de 20 años), en donde podrá producir, con mil aerogeneradores, hasta mil 200 megavatios de energía eléctrica.
3. Termoeléctrica de Mexicali: Maneja una central termoeléctrica de ciclo combinado en la Colonia Progreso, de Mexicali, capaz de producir 600 megavatios de electricidad con dos turbinas que funcionan con gas natural que la misma trasnacional abastece.
4. Ecogas Mexicali: Ganó la primera licencia otorgada en la historia a una empresa privada para construir un sistema de distribución de gas natural en México. El sistema, ubicado en Mexicali, comenzó sus operaciones en 1997 y brinda servicio a más de 35 mil usuarios residenciales y comerciales. La empresa provee gas natural a más de 100 clientes en los sectores bajacalifornianos de la industria del vidrio, acero, papel, automotriz y electrónicos, y cuenta con una red de distribución de más de 450 kilómetros en gasoductos de gas natural.
5. Transportadora de Gas Natural de Baja California (TGN): Es propietaria y opera 47 kilómetros del ducto de transporte de gas natural de 30 pulgadas de diámetro. Puede transportar hasta 800 millones de pies cúbicos de gas por día e inicia en la interconexión con el sistema de Gasoducto Bajanorte en el área de Tijuana. Puede enviar el gas hacia la interconexión con el sistema de San Diego Gas & Electric (subsidiaria de Sempra Energy en California), en la frontera internacional en Otay Mesa, California, o hacia la Central Termoeléctrica Presidente Juárez de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en Rosarito.
Sempra Energy, a través de la subsidiaria Sempra LNG, ganó en 2005 un contrato para suministrar a la CFE cerca de 130 millones de pies cúbicos de gas natural por día, en un periodo de 15 años que comenzó en 2008 y termina en 2022, y un valor de hasta 1.4 mil millones de dólares, para satisfacer la demanda futura de energía de la paraestatal mexicana en el norte de Baja California, incluyendo su planta situada en Rosarito.
6. Gasoducto Bajanorte: Este sistema de transmisión de gas natural, de 30 y 42 pulgadas de diámetro, está compuesto por dos gasoductos que en total miden 300 kilómetros de longitud, así como una estación de compresión de 30 mil caballos de fuerza en Los Algodones. La empresa surte de gas natural licuado a la planta de Sempra en Mexicali, así como a otra central termoeléctrica que en el mismo valle agrícola opera la compañía extranjera Intergen, la cual tiene hasta mil megavatios de capacidad de producción.
La línea principal, de 30 pulgadas de diámetro, tiene una capacidad para transportar 500 millones de pies cúbicos diarios de gas y comienza en una interconexión con la empresa El Paso Natural Gas Co., cerca de Ehrenberg, Arizona; cruza la frontera hacia México en la cercanía del poblado Los Algodones, Mexicali, y termina en una interconexión con TGN, al sur de Tijuana.
La línea denominada “LNG Spur” es de 42 pulgadas y tiene capacidad para transportar dos mil 900 millones de pies cúbicos diarios de gas. Inicia en la Terminal de Gas Natural Licuado (LNG) de Energía Costa Azul al norte de la ciudad de Ensenada y termina en la interconexión con la línea principal de 32 pulgadas en la zona de El Carrizo, ubicada al sur de Tecate, Baja California.
El socio de Pemex
Gasoducto Bajanorte es subsidiaria directa de Sempra Pipelines & Storage, consorcio que pertenece a Sempra México y ésta a su vez forma parte de Sempra Energy. En la segunda quincena de febrero del año pasado, El Paso Corporation, una de las mayores productoras y distribuidoras de gas en Estados Unidos, acordó vender activos de ductos en México por 300 millones de dólares a Sempra Pipelines & Storage.
La información no tendría mayor trascendencia más allá de su impacto en la Bolsa de Valores en Nueva York (Sempra Energy planteó entonces que su acuerdo con El Paso Corporation, le permitiría sumar ganancias por cinco centavos de dólar por acción en 2010 y por 10 centavos por acción en 2011), pero trascendió que los activos adquiridos por la trasnacional californiana incluían 50% de participación de El Paso en una asociación conjunta con Petróleos Mexicanos (Pemex).
En un comunicado de prensa, El Paso Corporation anunció que el acuerdo de venta con Sempra incluyó 50% de intereses que la compañía gasera tenía en una asociación con la paraestatal petrolera mexicana, así como 100% de dos gasoductos de su propiedad que se encuentran cerca de la frontera de Tamaulipas y Nuevo León, y un sistema de transporte de gas licuado de petróleo (GLP) en el norte del país.
Pemex, por su parte, informó que entre los gasoductos se incluye el de Samalayuca, Chihuahua, de 37.3 kilómetros; el de San Fernando, Tamaulipas, de 114 kilómetros, y el de Burgos, de 188.3 kilómetros, además de sus respectivas estaciones de compresión.
La operación también contuvo el gasoducto de Agua Prieta, Sonora, de 12.5 kilómetros, que se origina en la frontera de Arizona.
En el comunicado, el presidente y director ejecutivo de El Paso Corporation, Doug Foshee, expuso: “Ya que estamos saliendo de esta asociación conjunta, Pemex seguirá siendo un cliente importante de nuestras tuberías en Estados Unidos (…) nuestra relación es larga y de gran valor”.
Por su parte, Sempra emitió un boletín de prensa en donde afirmó que “esta adquisición amplía nuestra escala y la huella geográfica en una de las regiones de crecimiento más fuertes en México, proporcionando la entrada en el negocio de tubería de (gas) propano emergente”.
En el documento, George Liparidis, presidente de Sempra Pipelines & Storage, agregó: “Estos activos cuentan en su mayoría con contratos a largo plazo e históricamente han proporcionado una fuente de ingresos fuerte y predecible, lo que nos permitirá construir una plataforma de crecimiento más fuerte en el país”.
En realidad, la operación con El Paso permitió a Sempra Energy ganar un aliado estratégico en el mercado energético de México, que incluye la construcción y operación de ductos y la distribución de gas natural en el norte de la República Mexicana por al menos 13 años, que es la vigencia promedio de los contratos que firmó con El Paso.
Desde noviembre de 2003, Pemex y El Paso manejaban el Sistema de Transporte de Gas Natural en San Fernando, Tamaulipas, cuyo proyecto fue ejecutado por Gasoductos de Tamaulipas, SA, una empresa integrada por Pemex Gas y Petroquímica Básica en 50%, y la otra mitad propiedad del consorcio estadounidense.
En su momento, la instalación fue considerada uno de los mayores proyectos desarrollados en la industria del transporte de gas natural en México, con un costo de 230 millones de dólares y conformado por un gasoducto de 36 pulgadas de diámetro y 114 kilómetros de longitud que unió el ducto troncal del Sistema Nacional de Gasoductos con el Complejo Procesador de Gas Burgos en Reynosa, Tamaulipas.
Además, la operación permitió a Sempra obtener en esa zona de México el gasoducto de 185 kilómetros y 12 pulgadas de diámetro que transporta gas LP desde el área de producción en Burgos (en los límites geográficos compartidos por Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Veracruz), a una instalación de entrega cerca de la ciudad de Monterrey.
Asimismo ser la propietaria y operadora de un ducto de gas natural de 12 kilómetros de longitud en Agua Prieta y de la estación de compresión de Naco, Sonora, que abastece del energético a una planta de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Finalmente obtuvo 50% de la propiedad del ducto de gas natural de 37 kilómetros de longitud y 24 pulgadas de diámetro que se ubica entre la población de Samalayuca y la estación de compresión Gloria a Dios, en Chihuahua.
ECOGAS, la consentida
Esta amplia red de transporte y suministro de gas natural consolidó las operaciones comerciales que Sempra Energy realiza en diversos estados del norte de la República mediante su filial mexicana ECOGAS.
ECOGAS, en 1997, era el nombre comercial de la empresa DGN de Chihuahua, S de RL de CV, que integraban a su vez las empresas Próxima Gas, SA de CV, Enova Internacional y Pacific Enterprises Internacional.
Próxima Gas, en ese entonces propiedad –entre otros inversionistas– de Gastón Luken Aguilar (socio de Grupo Coppel, Grupo Urbi, Teléfonos de México, Pronatura, Grupo Financiero Obsa, Instituto de Las Américas, GE Capital Bank, Grupo Marhnos) y Enrique Robinson Bours Almada (accionista de Grupo Bachoco, Banca Serfin, Grupo Herdez, ex presidente nacional del Consejo Coordinador Empresarial), había logrado, en 1996, que la Secretaría de Energía entregara a ECOGAS un permiso para distribuir gas natural en Mexicali.
Y en diciembre de 2000, Próxima Gas, en alianza con Sempra Energy Internacional y PG&E Corporation, obtuvieron de la Comisión Reguladora de Energía un permiso de transporte de gas natural para la construcción del segmento mexicano de 135 millas del proyecto del gasoducto Baja California del Norte (Gasoducto Bajanorte).
La obra era complemento de un gasoducto estratégico para los planes de expansión de Sempra Energy en el mercado mexicano de suministro y comercialización de gas natural en los estados norteños de México.
Ese plan se diseñó con una inversión de 230 millones de dólares y 215 millas de extensión entre Arizona y México.
En 2004, Enrique Robinson Bours Almada, tío del hoy tristemente célebre ex senador y ex gobernador de Sonora, José Eduardo Robinson Bours Costelo, así como Gastón Luken Aguilar, padre del actual diputado federal panista y aspirante a la gubernatura de Baja California, Gastón Luken Garza (contralor general en el gobierno del Distrito Federal que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ex consejero del Instituto Federal Electoral y ex apoderado de Próxima Gas), vendieron sus acciones en Próxima Gas a Sempra Energy Internacional, que así consolidó a su filial ECOGAS Mexicali.
Actualmente, ECOGAS México tiene tres permisos federales de distribución de gas natural en Coahuila, Durango, Baja California y Chihuahua.
En su página electrónica, la compañía –que tiene su matriz en la ciudad de Chihuahua– dice contar con una red nacional de distribución de alrededor de los 3 mil kilómetros en gasoductos y presta sus servicios a más de 100 mil usuarios.
Informa que suministra gas natural a usuarios de Chihuahua desde 1997 y dice ser la primera empresa privada de distribución de gas natural en México que superó su compromiso con el gobierno federal, de proveer el servicio a más de 51 mil usuarios.
También en la entidad chihuahuense, la compañía abarca las ciudades de Chihuahua, Cuauhtémoc-Anáhuac y Delicias, en donde opera una red de distribución de mil 665 kilómetros en gasoductos, que dan servicio a más de 56 mil hogares y clientes comerciales y a 250 industrias fabricantes de cerámica, papel, cemento, productos automotrices y textiles.
ECOGAS La Laguna-Durango abastece las necesidades de gas natural de las ciudades de Torreón, Gómez Palacio, Lerdo y Durango, en los estados de Coahuila y Durango.
En 1999, como parte de su licencia, esta empresa asumió la responsabilidad de más de 40 kilómetros de gasoductos de acero, los cuales aprovisionan gas natural a los 55 usuarios industriales más grandes de la región.
La firma dice dar servicio a más de 28 mil usuarios domésticos y clientes corporativos en los sectores minería, cemento, textiles, alimentos, bebidas y automotriz, que tienen instalaciones en los parques industriales de la región.
La inversión en estos estados se traduce en una infraestructura de 882 kilómetros en gasoductos de distribución de gas natural.
¡Di no al metano!
Con estas alianzas estratégicas, que incluyen a políticos, empresarios y gobernantes del más alto nivel, Sempra Energy no tuvo mayores problemas para frenar un proyecto estratégico de México para explotar comercialmente grandes volúmenes de gas metano en el Mar de Cortés.
Esto en parte porque el Senado de la República no entregó una carta a los gobiernos de Baja California, Sonora y Baja California Sur invitándolos a que, conjuntamente con la Secretaría de Marina (Semar), coordinaran las actividades de investigación y explotación del hidrocarburo.
Y Pemex detuvo un proyecto de inversión para desarrollar el programa de Investigación y Desarrollo Tecnológico de Hidratos de Metano en el Alto Golfo de California.
Corresponde a un incansable investigador mexicano constatar el enorme potencial de gas metano en la Cuenca de Wagner, localizada frente a las costas de San Felipe, Mexicali. Se trata del doctor Nicolás Grijalva y Ortiz, pionero en la investigación del hidrocarburo en el Mar de Cortés y cofundador del prestigiado Centro de Investigación Científica y de Estudios Superiores de Ensenada (CICESE).
Él confirmó la existencia de grandes cantidades de gas metano en el lecho marino del Golfo de California y así lo detalló a SinEmbargo.mx:
“Esta investigación se empezó a planear en 1982. Entonces deseaba conocer los procesos que ocurren en la región de la Depresión (Cuenca) de Wagner sobre el gas metano (frente a las costas de San Felipe).
“En esos momentos era profesor visitante en el Institut fuer Meereskunde, de la Universidad de Hamburgo (Alemania). Allá había convencido a mis amigos y colegas de la importancia de esta región. Hicimos planes y hasta pensamos en la posibilidad de traer un barco alemán al Golfo de California.
“En México era investigador en el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las cosas marchaban bien, pues tenía amistad con algunos de los jefes de la Secretaría de Marina, entre ellos con el almirante Gilberto López Lira (ya fallecido). También con otros amigos y colegas de la Dirección General de Oceanografía.
“Así, pude realizar algunos cruceros en la Depresión de Wagner abordo del barco Mariano Matamoros, de la Marina de México, y medir anomalías de temperatura en ese lugar”.
En 1984 hubo cambios en el Centro de Ciencias de la Atmósfera y el nuevo director le informó: “su proyecto en el Golfo de California no es del agrado de las autoridades de la UNAM”.
De esta forma se rompió la posibilidad de que ese año la Comisión Mixta México-Alemania financiara el plan que involucraba científicos de ambos países.
Grijalva no se desanimó y por ello viajó a Hermosillo, Sonora, en donde contó con el apoyo del gobierno de aquella entidad.
En 1986 hizo dos cruceros científicos en los barcos Ignacio de la Llave y Alejandro de Humboldt, de la Armada de México.
Además tuvo el apoyo de la Dirección de Fomento Pesquero de Sonora y del ilustre Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California, San Diego (La Jolla).
Los doctores en Ciencias, Charles S. Cox, Myrl C. Hendershott y Jhon Lyons, del Instituto Scripps, lo acompañaron en su sueño y juntos hicieron dos viajes de investigación, alcanzando el éxito cuando localizaron varias “plumas” de gas metano asociadas a fracturas en la Falla Geológica de San Andrés localizadas en el lecho marino del Mar de Cortés.
En 2000, el doctor Francisco Javier Mendieta, entonces director del CICESE, invitó al doctor Grijalva a trabajar en la institución que cofundó y tres años después, luego de que ambos científicos visitaran al almirante Armando Sánchez Moreno, subsecretario de Marina, se autorizó la realización de dos cruceros de investigación a bordo del buque Río Suchiate, de la Armada de México.
“Con instrumentos más precisos logramos determinar que el gas de las plumas era metano, un combustible de los más buscados del mundo”, relató Grijalva con entusiasmo, al recordar aquel momento.
La expedición logró además descubrir un total de 12 fuentes de gas metano. Seis de ellas estaban aisladas y el resto agrupadas.
“En 2005 volvimos a salir de crucero en el mismo barco y logramos apreciar la cantidad aproximada de metano disuelto en el agua marina: 145 millones de metros cúbicos al día. Llegamos a la conclusión, compartida por todos los que estábamos involucrados en la investigación, que nos encontramos frente a una fuente enorme de energía”.
Pero la revelación pública del hallazgo trajo funestas consecuencia para Grijalva. En julio del año 2005 Mendieta salió de la dirección del CICESE y en 2006 el proyecto ya no contó con apoyo de la institución científica dependiente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Simplemente le dijeron: “su proyecto no es prioritario”.
En respuesta, Grijalva se retiró del CICESE e ingresó como investigador al Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) en Tonanzintla, Puebla.
A principios de 2006 se entrevistó con los entonces senadores Manuel Bartlett Díaz y David Jiménez González para darles a conocer los resultados de sus investigaciones.
El 26 de abril de ese año, el Senado de la República aprobó en votación económica un punto de Acuerdo presentado por Bartlett y Jiménez con el propósito de que las comisiones de Marina y de Energía del Senado, “de forma inmediata, coordinen las actividades de investigación hasta llegar a la explotación de gas metano”.
También involucraron en ese propósito a la Secretaría de Marina y a los gobiernos de los estados de Baja California, Baja California Sur y Sonora.
En su exposición de motivos ante el pleno del Senado de la República, los dos senadores priístas informaron que gracias a los cinco viajes de exploración científica que encabezó el doctor Grijalva, se pudo determinar que en la Depresión Wagner existían:
“Diversas fuentes de metano en el fondo marino, una gran cantidad de metano disuelto en el agua marina y una gran cantidad de metano que se evapora de la superficie marina”.
Por ello propusieron profundizar en la investigación y “que el gobierno mexicano tome las medidas correspondientes para que en un futuro inmediato (el gas metano) sea explotado en beneficio de México”, ya que “su explotación sería para impulsar el crecimiento y ampliación de las industrias que actualmente están haciendo uso de este combustible”.
Que siempre no
Por motivos que Grijalva desconoce, pero que aparentemente están ligados con la salida de Barlett y Jiménez del Senado, y la llegada de Felipe Calderón a la Presidencia de la República, las “cartas de invitación” que el Poder Legislativo turnarían a los gobiernos de los tres estados involucrados en el proyecto de investigación, que encabezaría la Semar, nunca se emitieron.
Así, en julio de 2007, sin apoyo de las dependencias públicas del sector científico nacional, pagando de su bolsa los gastos y con el auxilio económico y científico de los doctores en Ciencias, Cox, Taif Gold y Zhung, Grijalva zarpó una vez más de Puerto Peñasco con destino a Wagner.
De ese crucero obtuvo resultados que consideró “muy buenos” al lograr rastrear la dispersión de metano en las corrientes del Golfo. Esto desde el lecho marino hasta la superficie y en un lugar que él y sus amigos llamaron “La Huella”.
En agosto de ese mismo año, el doctor Grijalva estableció contacto con el senador bajacaliforniano Fernando Castro Trenti, quien le prometió ayuda para su trabajos de investigación y acelerar los trámites necesarios para poner en práctica lo aprobado en el Punto de Acuerdo del 26 de abril de 2006. Hasta el pasado 15 de agosto el investigador sigue en espera de la ayuda prometida.
Lo cierto es que el espíritu del doctor Grijalva está por encima de las promesas de los políticos. En una entrevista previa sostuvo: “Si no contamos con financiamiento, seguiremos solos. Por unos cuantos pesos que desembolsemos presentaremos los resultados a la nación. Se trata de una fuente de energéticos que sin duda ayudará a la economía nacional y eso es todo lo que deseamos”.
Así, en julio de 2009, trabajando para la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y a bordo del barco camaronero El Mongol, Grijalva y un grupo de estudiantes poblanos realizaron un muestreo sistemático del agua de mar en el Golfo de California.
La persistencia del científico rindió frutos y el 9 de julio de 2010 el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada firmó dos convenios de colaboración con la BUAP: uno general de colaboración científica y tecnológica, y otro para localizar yacimientos de gas metano en el Alto Golfo de California.
Para cumplir con el objetivo del convenio, con el que se pretende desarrollar el proyecto de distribución de metano en el Alto Golfo de California, el CICESE convino facilitar el uso del barco oceanográfico Francisco de Ulloa, la principal plataforma de observación oceanográfica con la que cuenta el centro hace 18 años.
En los cruceros oceanográficos participan el doctor Nicolás Grijalva y Ortiz, en su calidad de responsable del Área de Ingeniería Geofísica de la BUAP y principal promotor de la creación del CICESE en los años setenta del siglo pasado, así como alumnos de la carrera de Ingeniería Geofísica de esa universidad y personal del Departamento de Embarcaciones Oceanográficas del CICESE.
También colaboran en este trabajo los doctores Charles S. Cox, del Scripps Institution of Oceanography, y David Valentine, de la Universidad de California en Santa Bárbara.
A la fecha se han realizado dos cruceros de investigación –el último de ellos en abril de este año– y las muestras recolectadas a profundidades en un intervalo de 0 a 40 metros, se analizan actualmente en el laboratorio de David Valentine.
De acuerdo con Grijalva, “nuestras observaciones respecto a este estudio, nos permitirán conocer la concentración de metano que se presenta tanto en las fuentes como en las áreas circundantes”.
De hecho ya logró confirmar el gran potencial de la zona de exploración.
“El total anual de metano evaporado se estima en cinco mil toneladas; de tal forma, que hasta la fecha se han encontrado un total de 14 eventos únicos de burbujas de ventilación, cubriendo menos de 36 kilómetros cuadrados del fondo marino”.
Y agrega: “Estoy seguro de que mis esfuerzos valen la pena pues esta fuente de metano es enorme. Su existencia se reporta en estudios científicos realizados en Hawai y hay que tomar en cuenta que hasta la fecha hemos explorado el extremo noroeste, pero sabemos que los procesos geológicos que ocurren hacen que esta fuente se extienda en todo el Golfo (de California)”.
La visión de Grijalva la comparten otros investigadores mexicanos que ha últimas fechas se han interesado en la Cuenca de Wagner.
Por ejemplo, la doctora Rosa María Prol Ledesma, investigadora del Instituto de Geofísica (IGF) de la UNAM, reveló en enero de este año que al realizar estudios de exploración del potencial geotérmico en el Golfo de California, confirmó la presencia de gas metano en la Cuenca de Wagner.
“En 2007 –comentó la científica en un reporte de sus investigaciones– hicimos un crucero por la región de Guaymas (Sonora) y nos percatamos que en la Cuenca de Wagner había descarga de gases y temperaturas anómalas; así fue como empezamos a trabajar en este proyecto”, que patrocina el Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología Unión Europea-México (Foncicyt).
De la vista gorda
Por su parte Petróleos Mexicanos había iniciado la investigación de metano en el Mar de Cortés hacia 1965 y, luego, hizo exploraciones en los pozos Extremeño I (frente a las costas de Puerto Peñasco, Sonora) y Extremeño II (en la Isla de la Guardia, Baja California), determinando de manera escueta la presencia de hidratos de metano.
Fue hasta febrero de 2003 que la paraestatal, en un estudio de la Dirección Corporativa de Planeación Estratégica (Gerencia de Desarrollo Tecnológico de Exploración y Producción), concluyó que la ubicación de fuentes de metano en el Golfo de California y Pacífico Sur de México era de tal magnitud que permitiría:
1. El desarrollo de infraestructura en la región; 2. La generación de empleos; 3. El crecimiento económico local; 4. Acceso al mercado de energéticos del sur de California y, 5. Revalorar la necesidad de una planta de almacenamiento y distribución de gas natural licuado en Baja California.
La propuesta, contenida en el estudio que Pemex tituló “Hidratos de Metano en México”, anotaba que la fuente de metano derivado de los hidratos de gas jugaría “un papel significativo en la reserva base total de México”, y se convertiría en “una abundante fuente de energía limpia, contribuyendo de forma positiva en la estabilidad energética de la región” noroeste de México y sur de California (EU).
En la investigación, Pemex determinó también que una de las cuatro zonas con hidratos detectadas en las márgenes continentales mexicanas, precisamente se ubica en el Golfo de California, en donde incluso se obtuvieron núcleos y caracterización de las muestras.
El Programa de Investigación y Desarrollo Tecnológico de Pemex tenía entonces como visión “la producción rentable de gas metano en México a partir de depósitos de hidratos de manera segura y de acuerdo con la ecología”.
Su meta consistía en “garantizar la seguridad de las operaciones en la explotación de hidratos de gas en sedimentos oceánicos; desarrollar el conocimiento y la tecnología para lograr la explotación comercial de metano a partir de hidratos de gas; determinar el impacto ecológico de las operaciones de explotación de hidratos de gas y los mecanismos para la mitigación de los mismos”.
Así, en febrero de 2003, Pemex esperaba desarrollar para 2015 el conocimiento y tecnología necesaria para la producción comercial de metano a partir de los depósitos de hidratos, revirtiendo así el negro panorama que la paraestatal deparó para el país hasta 2011: las importaciones de gas equivaldrán a 18.3% de la demanda nacional.
“Nuestra demanda crece a un ritmo de 10.2% y la oferta neta de Pemex crece al 8.4 por ciento. No es factible en las condiciones actuales abastecer los sistemas aislados”, como lo era entonces, y sigue siendo hoy, la región noroeste del país.
Finalmente, Pemex detuvo toda esta visión integral de la zona y abandonó por completo el proyecto. Pero Sempra Energy llegó para quedarse.