Con Vicente Fox nos reíamos mucho y ahora, con Enrique Peña Nieto más bien tenemos ganas de llorar. Ese es el balance generalizado de las notas que estamos haciendo en torno al humor político en nuestro país. Ahora es el turno del monero de Reforma, Daniel Camacho, quien extraña “la novedad” de esos primeros días de la democracia nacional, cuando empezaba el siglo y comenzaba también aquello tan mentado de “las mexicanas y los mexicanos” y el “comes y te vas”. En los tiempos de la decepción, el humor se expresa en las redes sociales y parece estar ausente de los medios. A veces no es censura ni autocensura, sino sencillamente falta de talento y flojera, dice Camacho.
Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).- A veces, uno lee poco el periódico. O de lo poco que lee nunca falta el cartón diario, el que no saca una sonora carcajada sino una risita sardónica, como de lado.
El arte del cartón diario es destreza de la ironía y un instinto básico e irreductible para cazar en el aire dónde está la información que vale la pena destacar.
En ese arte, Daniel Camacho es maestro. A sus jóvenes 42 años, el monero mexicano que se toma vacaciones durante los campeonatos mundiales de futbol, esgrime el talento y el trabajo disciplinado para defender una obra que ya forma parte del paisaje cotidiano de los medios nacionales.
Y lo hace con una humildad que le permite hablar de sus antecesores y que lo libra además de andar por la vida dando cátedras o sentencias. Lo suyo es vivir intensamente el tiempo que le ha tocado, como intensamente vivió el acceso de México a la democracia, allá en el 2000. Cuando todo era, como dijimos, “novedad”.
“No soy panista pero recuerdo una frase de Manuel Gómez Morín cuando decía aquello de que no haya ilusos para que no haya desilusionados. Con Fox hubo desilusionados. El voto útil fue el voto a la basura. Después de 71 años del PRI llegó Vicente Fox, este tipo de rancho, que parecía una caricatura con todo y bigote”, dice Daniel Camacho en entrevista con SinEmbargo.
“Luego nos dimos cuenta de que los mexicanos somos como Rihanna. Teníamos el ojo morado y dejábamos al novio que nos había pegado. Nos fuimos con el PAN y luego volvimos con el PRI, el que nos pega y nos deja con el ojo morado. Igualitos que Rihanna, dice el caricaturista, ganador en 2004 del premio de periodismo José Pagés Llergo.
Para el creador del sitio de humor En el Circo, “la libertad de prensa es de quien la trabaja” y en ese sentido el humor no está exento.
“Tú mandas 10 caricaturas a un periódico y el editor no te publica ninguna. Si eso pasa, no es por la censura, sino por la falta de calidad”, asegura.
LA CALIDAD SE PUBLICA SIEMPRE
“Soy de la idea de que la calidad se publica siempre, aunque sea durísima”, dice Camacho, quien está convencido de que trabajar en forma dedicada y a conciencia te preserva de las prohibiciones.
Frente a aquellos tiempos en que Brozo El Payaso Tenebroso y hasta el mismísimo Adal Ramones resultaban contestatarios, sobrevino este acomodo donde nadie levanta la voz por si las moscas.
“Lo que pasa es que Televisa se come todo. Se trata de dinero, de vivir rodeado de comodidades y de no querer renunciar a ellas. En el 2000 Brozo trabajaba en una televisión que no pertenecía a ningún monopolio. Los grandes empresarios siempre quieren quedar bien con el gobierno y Televisa no es la excepción”, afirma el caricaturista.
CON EL PRI LLEGÓ EL MIEDO OTRA VEZ
La situación de humor político en los medios en el gobierno actual también es expresión de un regreso: el del miedo, el de la autocensura. Para Camacho primero está que te paguen bien y con ello compran tu silencio. Si de todos modos con buena paga no te mides, entonces llegan otras formas de coacción, de control.
“El que tiene colita no quiere que se la pisen. El que tiene cola larga tiene la lengua corta y los que hablamos pendejadas es porque no tenemos cola y podemos decir lo que queramos tanto en televisión, como en radio o en algún periódico”, expresa Daniel cuando ya va por su cuarto café spresso bien cargado del día.
“No soy de ver mucha televisión, pero claro que veía el programa La Caravana que hacían Víctor Trujillo y Ausencio Cruz. Tenían trastienda, tenían humor político…Con el PRI regresó el miedo a la libertad, pero es un miedo que se auto-imponen ellos”, dice Daniel, sin dejar de mostrarse realmente sorprendido por la seriedad de los tiempos que corren.
Para el dibujante, el mexicano tiene un gran sentido del humor. Tanto así que volvió a llevar a la presidencia a un representante del PRI, “el mayor acto de humor nacional”, ironiza.
“Y todo ese sentido del humor está vivo, tal como lo demuestran las redes sociales”, dice Daniel, quien cuando era niño veía los libros de Abel Quezada.
Fue muy importante en su formación el Chango García Cabral (1890-1968), un caricaturista de los ‘20 “que tuvo el valor de pintar al presidente Álvaro Obregón, en la portada de la revista Jueves, con nariz de cerdo. Y no lo hizo obvio, sino que puso la imagen desde una perspectiva donde la nariz parecía de cerdo”, cuenta.
“Oye, decirle al presidente cerdo en sus narices y en aquella época. Había que ser muy valiente”, agrega Camacho, quien también valora mucho y bien el trabajo del legendario Rius, “con ese trazo fino y firme y ese humor social”.
“Mis favoritos te los puedo decir en este orden: Chango García Cabral, Abel Quezada, Rogelio Naranjo, Rius, Helio Flores”, apunta el monero, para el que el chiste de su trabajo consiste en criticar a todos “sin filias ni fobias”, razón por la que descree un poco del trabajo de otros colegas que hacen militancia con sus caricaturas.
LA TRAICIÓN DEL AZUL
Durante el sexenio de Felipe Calderón, Daniel Camacho creyó erróneamente que el color que iba a primar en sus cartones era el azul. Sin embargo, La Guerra del Narco lo puso en su lugar y tuvo que acudir en forma frecuente al rojo.
“Se me acabó el rojo y eso me dolió mucho. Una vez me llamó una prima para comentarme que una conductora de radio, creo que era Fernanda Familiar, había dicho en su programa que la hice llorar con mi caricatura. Lo que le dije a mi prima fue que el que había llorado era yo al hacerla”, admite.
En 2013, Daniel Camacho dio a conocer su libro Haiga sido como haiga sido, el sexenio de Calderón, editado por Cal & Arena y el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.
El libro ofrece una serie de cartones acompañados por textos de periodistas, especialistas y académicos.
“Sonreír frente a la adversidad es un acto de defensa que aporta buenas dosis de sabiduría”, dijo José Woldenberg del libro de Daniel Camacho.
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